De la especulación al vampirismo

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Numerosas resultan las opiniones de la población, que cuestionan la proliferación de acaparadores y revendedores de diversos productos, especialmente de aquellos que se expenden en las Tiendas Recaudadoras de Divisa (TRD) y en la red del Comercio Interior Minorista.

Se trata, en realidad, de un molestísimo fenómeno que poco a poco ha ido expandiendo sus influencias e involucra a individuos organizados con el propósito de acaparar mercancías, crear una especie de mercado paralelo —que muchas veces funciona como único— y especular con los precios de cuanto se les antoje. Todo, como es obvio, en función del lucro personal.

En zonas del Bulevar, el parque Villuendas o en las afueras de tiendas como La Casa Mimbre o Eureka pululan estos vendedorcillos, cuyas propuestas estriban desde gafas o latiguillos para tazas sanitarias hasta televisores de plasma o cajas de azulejos, todo con precios exorbitantes.

La experiencia adquirida en dichas prácticas les ha llevado a andar ligeros, mas a veces poseen catálogos mostrando sus mercancías o enseñan fotos digitales en sus celulares. En algunos casos también se escudan tras licencias de trabajadores por cuenta propia, con fachada de un negocio limpio, aunque por detrás vendan hasta “aviones”. Todo ello, mientras los productos permanecen celosamente guardados en casas almacenes que por lo general quedan cerca de sus zonas de “operaciones”.

Gracias a su “esmerada gestión”, resulta común que en las tiendas tengan lugar escaseces, mientras ellos mantengan la oferta, multiplicando varias veces los precios. Entonces, hasta hay que aguantarles que critiquen los surtidos de establecimientos estatales y se muestren como los que están “resolviendo” el problema.

Durante el último trimestre, fuerzas del Minint, especialmente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), han desarticulado 20 de estos almacenes ilegales en los municipios de Cienfuegos, Lajas, Abreus y Rodas, aunque la mayor parte correspondieron al Consejo Popular Centro Histórico, del territorio cabecera.

Equipos electrodomésticos, mandos de control remoto, materiales de construcción, herrajes de plomería, prendas de vestir, calzado, bisutería, baterías doble y triple A y aceite, entre otros, constituyeron los productos ocupados.

Aclaro que no me refiero a las ventas —también ilícitas— de productos que traen los particulares desde el extranjero, sino de aquellos cuya finalidad es venderse a este pueblo —a precios elevados, es cierto, pero siempre mucho más baratos que los impuestos por tales redes de especuladores.

Por sus trapicheos, ¿cuántos productos rebajados de precio no llegan ni siquiera a los mostradores?, ¿cuántas veces no se agota una mercancía de la que apenas se vendieron unos pocos ejemplares?

No entiendo cómo hace algún tiempo unos antiguos vecinos solo pudieron encontrar los muebles sanitarios que necesitaban para construir su baño en la casa de un conocido suyo, quien también les ofreció una amplia gama de lozas de cerámica y cenefas. Claro, por aquellas “exclusividades” debían pagar el “precio justo”.

Quienes con la mayor hipocresía y carencia de escrúpulos se muestran como salvadores, amables y solícitos comerciantes, no son más que una crápula de abusadores que viven de explotar a este pueblo, de construir riquezas sobre la base de las necesidades de la ciudadanía.

En lo personal, los desprecio, y mi más autónoma manera de combatirlos —además de escribir estas líneas— es no sucumbir en los tentáculos de sus supuestas salvaciones. Prefiero sentir la aspereza de mis cabellos que adquirir una de esas cremas que ahora se han extinguido de las tiendas y “milagrosamente” solo ellos tienen. Sin embargo, sé que resulta imposible esperar de todos idénticas actitudes, especialmente porque no siempre los productos demandados son de igual frivolidad que un acondicionador y a veces no se puede prescindir de su uso.

Creo que vivimos una época en la que las más detestables —y por lo tanto condenables— actitudes son aquellas vinculadas con el oportunismo, el egoísmo, el aprovecharse de las necesidades colectivas para satisfacer meros intereses personales.

No soy entendida en leyes, pero me permito decir que si en algo ha pecado nuestra justicia revolucionaria más de una vez, ha sido en su benevolencia para con quienes no lo merecen. Quien quiera derechos, que cumpla deberes, dice muy frecuentemente alguien que conozco.

En las circunstancias actuales, además de elevar las medidas de control estatal, creo que únicamente el enfrentamiento sistemático y continuo y la severidad de las medidas aplicadas a los involucrados, podrán actuar como freno de semejantes vampirismos, ardides desangrantes de un pueblo que ya ha tenido bastante con bloqueos, crisis económicas, período especial y huracanes.

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Marian Cabrera Ruiz

Periodista graduada en la UCLV Marta Abreu, de Las Villas. Capitana del Ministerio del Interior.

5 Comentarios en “De la especulación al vampirismo

  • el 22 noviembre, 2019 a las 11:28 am
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    Eso lo permiten porque le dan la gana, porque eso lo sabe todo el mundo…

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  • el 3 enero, 2017 a las 2:21 pm
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    jajja botamos el sofa y ya, esto se resuelve solo surtiendo bien las tiendas con estos artículos que se conocen son de alta demanda, es inconcevible que exista mercancía en las tiendas que no rote, que se haya invertido dinero en ellas por gusto y de las que hacen falta se carezca y además sean acaparadas por los revendedores, esta mas que probado que cuando una mercancía aunque sea de alta demanda se mantiene en las tiendas con un buen surtido no hay revendedores que puedan acapararlas, saludos

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  • el 26 octubre, 2016 a las 9:51 am
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    Realmente no hay quién entienda que frente a la Casa Mimbre hayan personajes que lleven años ahí de revendedores y que no pase nada. ¿La policía no lo sabe? Pero si hasta yo ya los conozco. La opinión popular es que no los cogen porque no quieren. No sé cuales de estos “almacenes” ha desarticulado el MININT, porque dicha labor no se nota ni frente a la Casa Mimbre ni a la Eureka, ni frente a Cadeca, aunque ya sea otro tema…

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  • el 25 octubre, 2016 a las 10:42 am
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    Bueno, esto es muy interesante, por qué se permite todo este desorden, dónde esta la policía, dónde esta la policía económica, todos estos son vagos y conocidos por todo el gobierno, pero no se combate, no sé por qué, y como ud. dice que no es por los que traen mercancías de fuera del país,, pues estos son tan especuladores como los que estan en Cuba. Compran en tiendas que venden bien barato y luego van a Cuba a revender; y le explico: en Canada tenemos tiendas que solo un blumer vale un dolar y ¿cómo lo venden en Cuba? Pero cuando pasamos por la Aduana nos juzgan a todos por igual, y pregunto: ¿en la Aduana no saben quiénes son, no pueden hacer la diferencia?
    Es verdad que la justicia es ciega, pero en esta aún más ciega y sorda.

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  • el 24 octubre, 2016 a las 12:01 pm
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    De acuerdo, pero hasta cuándo la justicia se va a ser de oídos sordos o de la vista gorda. Me atrevo a decir que eso se fue de la mano, como se está yendo la indiciplina social, y soy de la opinión que ya la conciencia social no existe; ahora se deben tomar otras medidas más drásticas.

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