De cómo luchar y ganar: entre la academia y la vida

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La academia, simbólicamente, es una escalera infinita. Quien sube el primer peldaño —a no ser que intente lanzarse al vacío— jamás terminará el trayecto. Siempre habrá algo nuevo que investigar, un proceso relevante por descubrir, tesis que socializar, problemas o pensamientos que discutir. En Cuba entre la academia y la realidad hay una distancia constante. De la academia, muchas veces, han surgido las estrategias más concretas, las soluciones más competentes, pero, muchas veces también, esa dañina distancia ha impedido una implementación a tiempo y se han desaprovechado viables caminos para salvar el desarrollo económico, social, político o cultural del país.

Marianela es una de esas mujeres de academia. Ha luchado contra los vientos más fuertes. Su escalera se ha bandeado, pero ella ha seguido subiendo. Graduada de Historia de la Filosofía no dejó de superarse hasta hacerse Doctora en Ciencias, a la par combinó los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Suman ya 36 los años que ha dedicado como docente e investigadora en la Universidad de Cienfuegos.

Recientemente obtuvo la Orden Carlos J. Finlay que otorga el Consejo de Estado a personalidades por sus méritos y aportes científicos al desarrollo socio – económico del país, “creo que disímiles compañeros míos o múltiples personas que en el país trabajan en este campo investigativo, también pudieran ser merecedores de este reconocimiento —fue lo primero que atinó a decir Marianela Morales Calatayud, luego agregó—, siento que este reconociendo es también para la Universidad en materia de Ciencias Sociales y Humanidades, no solo para mí, pues se trata de una trayectoria que no he recorrido sola, sino acompañada de muchas personas. Es una distinción que ahora comparto con otros profesores de la UCf, también en esta área, como es la Dra. C. Lilia Martín Brito. Me siento honrada y humildemente feliz por el reconocimiento que constituye también para mi Cátedra de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, la segunda más activa en la generación de desarrollo de investigaciones sobre estos asuntos, después de la Universidad de La Habana (UH)”.

La trayectoria de la Dra. C. Marianela Morales es amplísima, intentando resumirla, ella misma cuenta:

“Realmente me he desempeñado siempre en la docencia en esta universidad, que, por cierto, es el único centro laboral que conozco. Y por supuesto, la docencia universitaria se acompaña siempre de la investigación. Personalmente he transitado en la investigación desde el pensamiento filosófico, que es mi formación de origen. Comencé estudiando el pensamiento cubano, considerando siempre la dignidad que tiene nuestra cultura. Encontré dentro de la historia del pensamiento, una matriz de pensamiento científico. Y a partir de ahí, en la década del 80 me conecté con el profesor Jorge Núñez Jover, de la UH, para transitar hacia lo que es la interpretación social de la ciencia y la tecnología, muy particularmente de los procesos tecnológicos y de industrialización temprana que había tenido ya la región de Cienfuegos.

“Lo que he hecho, básicamente, ha sido intentar comprender, como contribución, la trayectoria del pensamiento cubano en relación con la ciencia, las expresiones y las variables sociales que tiene el desarrollo de la ciencia y la tecnología en Cuba. Luego, extendí esta visión hacia la historia del pensamiento latinoamericano con el estudio de varias figuras o de la dirección de varios proyectos de investigación.

“De alguna manera, he colaborado, además, con la interpretación de un problema social de la ciencia más cercano a nosotros, que es el nexo universidad-ciencia-tecnología. Desde el año 2004 he trabajado muy de cerca este tema, que tiene que ver con el papel de la universidad en los procesos de desarrollo, y particularmente con el espacio que le corresponde de generación y articulación del desarrollo científico y tecnológico. Ahí también hemos contribuido al entendimiento en Cuba a través de la red de Gestión Universitaria del Conocimiento y la Innovación para el Desarrollo (GUCID), de la cual he sido parte de su grupo de expertos desde el año 2006”.

Es difícil, en la mayoría de los casos, dedicar el tiempo necesario al trabajo cuando en casa se tienen problemas, ya sean mínimos o mayores. La competencia es descarnada y uno tiene que encontrar la mejor manera para seguir avanzando en ambos aspectos. No todos lo logran. Otros transcurren por períodos estresantes de manera cíclica y triunfan, pero es muy complicado el proceso.

El caso de Marianela es de los arduos:

“Mi vida profesional le he hecho sorteando un hogar que he compartido con mis dos hijos, con mi esposo y con mi madre, quien vivió ciega durante sus últimos 21 años. Sin embargo, me he sentido muy tranquila, sobre todo por el apoyo incondicional de Jorge (esposo) -también profesor de esta universidad por 18 años-, de mis hijos varones, que son muy buenas personas, con un pensamiento flexible y educados en cánones de honestidad, de dignidad y virtud.

“Es difícil, pero no imposible. Hay que ir creando los espacios para todo y tener un nivel de organización que te permita tener tiempo para la casa, para el trabajo. Yo he sido Decana, Jefa de Colectivo de año, de Departamento, y ahora bueno, me desempeño como Directora de Ciencia, Técnica e Innovación en esta universidad. Pero, más que todo, ha sido una opción por la vida, solo eso”.

En coautoría con Leslie Corrales Rosell.

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Melissa Cordero Novo

(Cienfuegos, 1987). Licenciada en Periodismo. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso en 2012.

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