Cuba: Tiempo de consecuencia y apoyo a la Revolución

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Un imperio en fase de extinción pero todavía con notable poder como el estadounidense, causante de todos los males históricos de nuestro pueblo desde que se nos metió entre la Nuez de Adán y el perineo allá por 1898, nos quiere anular, nos quiere conducir a la agonía que redirija al desánimo, a la reubicación de un camino elegido por la propia historia.

Pero no lo va a conseguir, y va a volver a darse el portazo acostumbrado en sus narices entrometidas.

Ya sin el criminal de guerra Bolton, pero aún con una pandilla de asesinos terrorífica en su nómina del primer círculo de poder, van con todas, por enésima vez, contra nosotros los cubanos.

También atacan a ese sector privado que dicen privilegiar, pero al cual de forma en extremo paradójica le cortan sus suministros; e igual contra esos pobres ignorantes, quienes viendo como están tratando de ahogar a sus hijos y hermanos, todavía llevan banderitas yanquis en ropas, autos. ¡Qué ingenuidad tan pavorosa la de tales seres humanos¡

Hay tiempo para todo en la vida. Lo dice el Eclesiastés y se confirma cada día que transcurre. Y este es el de comprender, reciprocar, ayudar, acompañar a cuanto pide la dirección del país al pueblo para sortear, de la mejor manera posible, la contingencia energética atravesada, fruto del recrudecimiento a grado extremo de la política genocida de bloqueo del gobierno de los Estados Unidos.

El actual momento coyuntural, explicado a los cubanos por su Presidente de forma meridianamente clara, demanda acciones ya adoptadas a todos los niveles, pero sobre todo precisa de concientización popular y de la cooperación absoluta de muchas personas que están en posición de respaldar.

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Entre tales figuran los choferes de vehículos, quienes bajo ningún concepto pueden circular vacíos o semivacíos e ignorar a pasajeros que en los puntos habilitados o en cualquier otro sitio precisen de su servicio.

En tanto el transporte es uno de los blancos más golpeados, lo anterior resulta vital. Un ciudadano que transportemos de un sitio a otro es una labor mediante la cual estaremos siendo consecuentes con lo pedido.

Aunque por regla las personas no realizan viajes intermunicipales o interprovinciales por gusto, siempre es posible eliminar de la agenda individual cuantos no sean estrictamente necesarios.

Arreciar las medidas de ahorro en los colectivos obreros constituye otro de los frentes en que más potencialidades poseemos. Salvo el personal y los equipos imprescindibles, nada que contribuya a incrementar el empleo de combustible ha de permanecer activo en los centros.

Todo quien pueda seguir produciendo desde otros escenarios lo hará y así también propenderá a minimizar tensiones.

Cada uno de los integrantes del núcleo hogareño adquirimos desde el minuto mismo que habló el Presidente el deber moral y patriótico de ahorrar. Un solo foco que apaguemos es vida para la nación.

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Los horarios de cocción del alimento (siempre que sea posible y ello lo es en centenares de miles de hogares donde existen amas de casa que no trabajan o abuelitas encargadas de la cocina), han de ser adelantados para que logre existir algo más de distensión en el momento más complicado de la jornada: de seis de la tarde a diez de la noche, el horario pico de máxima demanda de generación, y ahora sin el respaldo de los grupos electrógenos dada la falta de diesel.

El pueblo tampoco puede permitir el acaparamiento, de nadie. Ni permitir que nada funcione mal. Va a existir un nivel de aseguramientos y productos para todos, pero la ocasión no puede ser propicia para que medren ni para que unos pocos, pudientes, pretendan arrasar con todo. En ponerle freno a dicho posible escenario la fuerza colectiva resulta esencial.

Entre todos, con resiliencia y resistencia, seremos perfectamente capaces de capear el temporal y salir más fuertes, más preparados para resistir todas las embestidas futuras que la camarilla criminal de la Casa Blanca pretenda dirigir a nuestra heroica Isla, a nuestro heroico pueblo, que no come miedo ni amenazas de un sistema que más temprano que tarde desaparecerá de la faz de la tierra.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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