Cuba: Símbolos e identidad

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Desde la comunidad primitiva, el hombre fue asociando el pensamiento a elementos gráficos relacionados con la vida cotidiana. La fuerza de la costumbre sirvió para que esas imágenes adquirieran en la mente de las personas una connotación específica, de modo tal que con solo percibirla, surgía la idea de determinado concepto. Así, desde los orígenes de la humanidad, estos elementos en forma de signos o símbolos se hicieron imprescindibles para la comunicación humana


Los símbolos fueron la base del lenguaje, sobre todo de la escritura con la transmisión de la perspectiva visual a través de figuras y los pictogramas a las señales abstractas. Desde el punto de vista etimológico, el símbolo es la representación de una idea convencionalmente aceptada por una comunidad. Aunque está vinculado a todas las esferas de la vida, fue tal vez la religión la que se apropió de un mayor número de iconos. Solo por citar el más trascendental, la cruz es para la cristiandad el más universal de ellos.

A propósito del nuevo proyecto de ley sobre los símbolos de la República de Cuba, resulta oportuno señalar que la adopción de los símbolos nacionales es una práctica desde que surgieron las naciones estado. Ellos representan sus valores más relevantes, la historia de cada país y sirven para identificarse del resto del concierto de repúblicas.

Precisamente, para los cubanos los símbolos nacionales asumen, en lo fundamental, la esencia por su connotación de aunar en torno a ellos a los ciudadanos y fomentar, desde edades tempranas, un sentimiento de pertenencia e identidad.

Y es que, la bandera de la estrella solitaria (adoptada en la Asamblea de Guáimaro, el 11 de abril de 1869), el Himno de Bayamo (compuesto por Perucho Figueredo y entonado por los bayameses el 20 de octubre de 1868) y el escudo de la palma real nacieron en el fragor de las guerras por la independencia de Cuba contra el colonialismo español. Ellos acompañaron a los mambises durante toda la gesta en la manigua redentora y, para honrarlos debidamente, los patriotas pagaron un alto precio de sacrificio y entrega a la causa; incluso, en defensa de esos emblemas se anegó el suelo patrio con su sangre generosa.

Luego, por esa historia de heroísmo, “todos los cubanos tienen el deber de respetar y rendir honores a los símbolos nacionales. Del mismo modo les deben respeto los extranjeros que se encuentren en el territorio nacional”, tal y como lo plantea el artículo 3, del Título I, del citado proyecto.

Si bien en los años de la República Mediatizada, y ya con el estado revolucionario en el poder, se ha regulado el uso de los símbolos patrios, la nueva Ley es más completa y abarcadora, en cuanto al alcance presente y futuro.

En la legislación se detalla, de forma minuciosa, el origen y las características notables de cada uno de los atributos, su alegoría, al tiempo de precisar muy bien el material que se debe utilizar en la confección de la bandera y el escudo; pero sobre todo, la norma en el uso, oficial o no, según la ocasión y el motivo.

En la letra del documento se establecen normativas novedosas, en especial en cuanto al empleo. De tal suerte, se especifica: “Los símbolos nacionales cuando se usen en prendas de vestir, objetos, obras de arte y escritos se utilizan con el mayor respeto y decoro, lo que se precisa en la actitud de consideración y deferencia que debemos tener hacia ellos por representar en sí mismos a toda la nación cubana y su historia.

“En tal sentido, corresponde tener en cuenta el contexto en que se utilicen y el objeto en que pueden estar representados. En prendas de vestir, deben ir situados al frente de las mismas, y no formar parte de pantalones, sayas, pañuelos de bolsillo, ropa interior o de baño”.

En tanto, el artículo 76 regula: “Se pueden usar los símbolos nacionales como medio de publicidad tan solo cuando los mensajes que se trasladen contribuyan a fomentar y desarrollar en las personas valores patrios y a formar una conciencia patriótica de respeto y veneración a ellos y a la tradición histórica de la nación”.

En estos tiempos en que la Patria está nuevamente amenazada por la prepotencia imperialista, la unidad nos convoca, y cual brújula para enrumbar nuestros actos, debemos cerrar filas en torno a los más sagrados paradigmas de nuestra historia. Esgrimir con respeto y devoción los símbolos patrios constituye, en “la hora del recuento y de la marcha unida”, como lo proclamara José Martí, un poderoso arsenal ideológico.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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