Crímenes del bandidismo en el Escambray

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La Televisión Cubana transmite la serie dedicada a recoger la epopeya de la Lucha Contra Bandidos. Son relatos contados fielmente –sólo cambian los nombres de las figuras protagónicas–, por eso algunas personas consideran que es muy “cruda” para ser proyectada tan dramáticamente. Pero es que si contamos los hechos tal cual fueron, así debe ser mostrada para ajustarse a la realidad histórica, que no debe ser olvidada. Hoy recordamos uno de los hechos que comportan tal dramatismo: el asesinato de la familia Romero, en el Escambray villareño, ocurrido el 2 de junio de 1962.

Esa noche aciaga llegó al domicilio del campesino revolucionario Pío Romero, en San José de Caña Brava, en el Escambray adentro, la banda de bandidos contrarrevolucionarios de Julio Emilio Carretero. Rodearon aquel hogar humilde y sacaron a empellones a toda la familia: a Pío, a su esposa, a sus hijos, a otros familiares, a todos los cuales martirizaron antes. Sus cuerpos sin vida presentaban todos las huellas del sadismo bárbaro: balazos múltiples, cuchilladas, bayonetazos, huesos rotos a culatazos, cortes de órganos genitales… En esas bandas se apoyaba la CIA para provocar temor en las zonas montañosas, un macabro inventario de atrocidades que incluía el asesinato de alfabetizadores adolescentes…

Como Julio Emilio Carretero apenas sabía escribir, comisionaba a subordinados para que dejaran la firma en los lugares de sus crímenes: un cartel que decía: “A estos los cogió la rueda de la carreta…”.  Por sus “brillantes operaciones” la CIA ascendió a Carretero a “Comandante en Jefe del Ejército de Liberación del Escambray”.

Los crímenes del bandidismo no pueden ser olvidados, fueron 549 vidas de campesinos laboriosos, que incluye a niños de 22 meses de nacidos hasta adolescentes de 13 años, violación de mujeres, ahorcamientos, quema de hogares… entre 1960 y 1965 cuando fueron liquidadas todas esas bandas en el país. Queda la válida sentencia de Fidel: “La lucha guerrillera es un arma formidable, pero sólo como arma revolucionaria, no contra el pueblo…”.

También este día, 2 de junio, se recuerda cuando en 1964 aviones procedentes de La Florida lanzaron sustancias desconocidas sobre el territorio nacional. Este ataque bacteriológico (de bacterias y virus) no fue el primero, ni el último de su tipo, organizado por la CIA norteamericana como denunció el Comandante en Jefe, Fidel Castro. Tal agresión terrorista fue autorizada por el gobierno norteamericano para provocar enfermedad y muerte en seres humanos, en animales y en plantas.

Ha sido enorme el sufrimiento de nuestro pueblo por tales aberraciones provocadas por el odio. En mayo de 1981, en el municipio habanero de Boyeros, comenzó la epidemia de dengue hemorrágico que se extendió rápidamente a otras provincias, entre ellas a Cienfuegos.

Investigaciones posteriores determinaron que esos virus no existían en ningún país con los que Cuba mantenía relaciones en esas fechas. Se conoció que los únicos biólogos cercanos que obtuvieron una variedad de mosquitos Aedes aegypti capaces de transmitir esa enfermedad, fueron los del polígono militar de Fuerte Derrick, en La Florida. Y por un documento desclasificado luego se comprobó que fue el gobierno de Washington quien en 1956 proyectó utilizarlo contra la antigua URSS.

Poco después, durante el juicio que se celebraba contra el cabecilla contrarrevolucionario Ricardo Arocena, de la organización terrorista Omega-7, éste confesó haber introducido gérmenes patógenos en Cuba. Los lanzados para provocar el dengue hemorrágico, ocasionaron un total de 344 mil 200 personas infectadas, de las que fallecieron 158 personas, entre ellos 101 niños. El gobierno norteamericano impidió que países cercanos a Cuba vendieran medicamentos y equipos para combatir la epidemia. ¿Puede olvidarse este asesinato masivo?

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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