Confieso, disfruté a los Alazanes

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Confieso que no me asombró la barrida de Granma en la final de la Serie Nacional de Béisbol. Y no es que la vaticiné ni mucho menos menospreciara al campeón defensor Ciego de Ávila. Pero de verdad estaba confiado (en contra de los pronósticos, lo sé) en el éxito de los Alazanes del profesor Carlos Martí.

Los primeros indicios de confianza comenzaron a aparecer luego de la última ronda de refuerzos, cuando el veteranísimo manager (con dosis de suerte incluida, claro está) logró redondear a las mil maravillas su conjunto, con dos holguineros que le sellaron la defensa del cuadro y la parte de arriba de su alineación, y un cienfueguero-industrialista que apuntaló el ya potente staff de pitcheo de los granmenses.

Para nada los pronostiqué campeones entonces. En primer lugar porque soy y seré villaclareño por siempre, aunque la tropa de Vladimir Hernández se pintaba como la menos exigente. Matanzas, al margen de su historial tambaleante en postemporada y la maldición que parece arrastrar Víctor Mesa, se mostraba imponente luego de una temporada de récord. Y los Tigres de Roger también acaparaban vaticinios alentadores, pues a la condición de monarcas agregaban un sólido conjunto.

Pero las dudas comenzaron a despejarse con la semifinal y el primer triunfo de los Alazanes en el “Victoria de Girón” matancero. Ya allí demostraban que serían un rival de consideración y venían con serias pretensiones. En sus predios cayeron par de veces y parecía que se cumplía lo pronosticado, pero protagonizaron una impensable hombrada y, en el mismísimo Palacio de los Cocodrilos, ganaron dos juegos para dejar en el camino a los matanceros y llegar por primera vez en la historia a una final de la pelota cubana.

Final donde para casi todos, volvían a salir sin la papeleta de favoritos. Pero para mí, todo estaba claro. Y es que pocas veces antes vi a un equipo disfrutar tanto sobre el terreno. Mientras en sus rivales era apreciable la presión, los Alazanes en conjunto disertaban tranquilidad (característica de Martí), sangre fría, aplomo, y sobre todo entusiasmo, unidad y alegría. Jamás se vieron vencidos, nunca mostraron signos de debilidad o derrota. Y lo hicieron todo a la perfección, gozando cada instante de cada juego y haciendo delirar a una afición que traspasó los muros del estadio Mártires de Barbados y se multiplicó por toda la Isla, pues es sabido que casi toda Cuba se parcializó con la causa granmense.

Solo de la manera en que jugaron podían llevar a cabo la proeza de “matar al Tigre de cuatro patadas”, barrida que ni el más optimista hubiera imaginado. Pero mostrando fortaleza en todos los renglones y aprovechando al máximo el más mínimo desliz de su oponente (muestra fehaciente resultó el cuarto y definitivo choque), los Alazanes completaron la tarea y levantaron la corona más preciada en el deporte nacional.

Del otro lado, Machado lo intentó todo para revertir la situación, desde cambios constantes en su alineación hasta tres intentos de sacrificio en los inicios del último desafío. Pero de nada valieron sus estrategias, pues ante cada una de ellas los granmenses encontraron antídotos y salieron victoriosos.

Párrafo aparte para el tema de los refuerzos, algo que por fortuna llegó para quedarse. Y en este caso, difícil era señalar quiénes eran o no naturales de Granma. Pues los escogidos por Martí se integraron a las mil maravillas con el grupo y derrocharon entrega, compromiso y coraje sobre la grama. Difícil será olvidar las actuaciones de NoelvisEntenza y Miguel Lahera, este último aquejado de molestias pero inmenso sobre el box, por citar par de ejemplos. Vale destacar el protagónico rol de Alfredo Despaigne, no sólo con su presencia en el plato, sino como el líder indiscutible de un conjunto que juega a su alrededor.

A manera de resumen, Granma ganó un título más que merecido, en lo fundamental, gracias a un sistema de juego donde siempre primó el objetivo colectivo. Y para Carlos Martí, un premio a toda una vida dedicada a la pelota, ejemplo de humildad, trabajo y dedicación. De más está decir que levanto las dos manos por él para llevar las riendas del equipo nacional que tomará parte en el próximo Clásico Mundial, aunque antes, apenas en unos días, volverá a dirigir a sus Alazanes en la Serie del Caribe, la cual dará inicio en las primeras jornadas de febrero.

Que prosiga la fiesta en Bayamo, Granma y todo el país. La celebración es justa y yo, vuelvo a confesar, aunque seguiré siendo naranja hasta la muerte, disfruté como pocas veces la victoria de estos muchachos.

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Carlos E. Chaviano Hernández

Periodista y Director de programas de televisión.

2 Comentarios en “Confieso, disfruté a los Alazanes

  • el 25 enero, 2017 a las 2:50 pm
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    Me encantó la labor del receptor industrialista, pero aclaro en el comentario que solo mencionaba par de ejemplos. Para mí, Frank Camilo es hoy el titular en cualquier selección cubana, a pesar de que te recuerdo que soy fan a Villa Clara y Yulexis la Rosa, pero para nada soy un simple fanático y no tengo ningún problema con los colores, ni así sean azules, pues Industriales es precisamente uno de los equipos que siempre he admirado y respetado, por toda la gloria que ha pasado por ese plantel.

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  • el 24 enero, 2017 a las 11:43 am
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    Mi amigo, ¿no te gustó la actuación de Frank Camilo?, porque es el único fuera de Granma del que no dices nada. ¿Será porque es 100% habanero?

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