Conchita: La maestra de la montaña

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Que más de una vez sintió miedo, me dice y trato de imaginar, 60 años atrás, a la joven veinteañera, acostumbrada al calor de la madre, que dejó la seguridad del hogar para instalarse en el corazón del Macizo de Guamuhaya, en aquel entonces Escambray.

“Mi mamá me inculcó el amor por el magisterio; decía que ser maestro tenía muchos valores porque se enseñaba a los demás y que eso era muy importante en la vida de una persona”, cuenta Conchita. Ha pasado tanto tiempo respondiendo a ese sobre nombre que “muy pocos, casi nadie”, confiesa que a veces ni ella misma, recuerda que se llama María Concepción.

Pero, ¿cómo fue a parar usted a las montañas?

“Aquí (en Cienfuegos) se fundó la Escuela Normal para Maestros de Preescolar y eso era lo que me gustaba. Además  yo sabía tocar piano y se supone que al maestro de los niños más pequeños le guste jugar, cantar, tocarles un instrumento”.

“Me gradué en 1958, aunque no trabajé en ninguna escuela. Aquello era muy difícil; había que tener un político que lo apoyara”.

“Triunfó la Revolución y en la década de 1960, Fidel abre el programa de las 10 mil aulas para cubrir la zona rural.  Ahí me incorporé.Me tocó una escuela que se llamaba Casa de Tabla y estaba en el mismo centro del Escambray. Mi mamá decía que no quería eso”.

Tuvo que ser muy brusco el cambio, el comienzo de todo.

“Para llegar a la escuela fuimos hasta Trinidad y de ahí hasta la comunidad de Condado. Los caminos, malísimos. La escuela Casa de Tabla estaba en el asentamiento de Limones Cantero. Ese primer día, todavía la Finca estaba sin intervenir; a mi mamá y a mí nos recibió el latifundista que vivía en Sancti Spíritus, pero tenía allí una casa muy bonita. Me han dicho que aquí van a poner una Escuela pero yo no tengo espacio, fueron sus palabras. Yo quisiera que usted, periodista, hubiera visto la casa grandísima cómo era y nada más estaba ocupada por el mayoral”.

“Al final pusimos la casa en la caballeriza. Sin yo saberlo, mi mamá había hecho la coordinación para que yo me fuera con ella al día siguiente para Cienfuegos. ‘Yo de aquí no me voy a ir’, le dije cuando nos levantamos. Estuve como cuatro años”.

“En casa siempre estuvimos con la Revolución, pero ese sentimiento se incrementó cuando pude ver con mis ojos la explotación, la vida difícil en las montañas; lo que más me chocó fue la ignorancia de la gente. Recuerdo que cuando la vacunación contra la Poliomielitis ellos escondían a los niños para que no se vacunaran y era la falta de conocimientos, el analfabetismo”.

¿Coincidió con la Campaña de Alfabetización?

“Esa campaña fue para mí tremenda enseñanza; me permitió valorar la Revolución y las ideas de Fidel de que el pueblo tenía que estar preparado, instruido. Además de mis estudiantes, me dieron la tarea de atender a seis brigadistas”.

Fueron tiempos muy duros con las bandas contrarrevolucionarias asesinando campesinos y maestros. ¿Por eso sentía miedo?

“Ya para esa fecha la finca había sido intervenida y habíamos trasladado ña escuela a la casa grande. Teníamos un aula muy linda. Pero era la época en que algunos iban al aula durante el día y por la noche andaban con los alzados. Me dejaban notas en la pizarra “Usted es la próxima”. Sí, muchas veces tuve miedo.

“Yo daba mis clases y, después, visitaba a los brigadistas que estaban en casas intrincadas y separadas unas de otras”.

¿Fue así como conoció a Pedro Lantigua y al maestro Manuel?

“Pedro Lantigua era un campesino muy revolucionario. su casa quedaba en medio del monte. yo no atendía directamente al brigadista Manuel Ascunce, pero Pedro siempre daba vueltas por la escuela y Manuel venía con él.Conversábamos mucho. Pedro me decía: maestra, usted no puede salir sola, cuando vaya a visitar a los brigadistas llámame, que yo la acompaño.El peligro era real”.

Y cuando supo del asesinato de ambos, ¿qué sintió?

“Yo había venido a Cienfuegos y ya de regreso a las lomas, en Trinidad, se decía que habían matado a un campesino y a un brigadista.Cuando llegué a Condado me dejaron subir porque yo era la maestra y allí los vi, tendidos los dos cuerpos. Fue muy extremadamente doloroso”.

Y cuando habla de Pedro y de Manuel la bondad se le entristece por un momento.

“Pero no retrocedimos; después de aquello ningún padre vino a llevarse a su hijo de once y doce años que era la edad de los brigadistas, y ellos en todo momento me decían, Maestra yo de aquí no me voy. Y ahí permanecimos hasta que terminó la campaña”.

En las montañas del Guamuhaya, María Concepción Posada encontró el valor infinito del Magisterio y de ser Maestro y conoció entre milicianos a su compañero de toda la vida.

Cuatro años después de su llegada a la Escuela Casa de Tabla, cuando completó su misión, ejerció en escuelas urbanas. Aunque por poco tiempo. Su preparación y compromiso la llevaron a ocupar cargos de dirección durante el resto de su carrera. Sólo después de jubilada pudo retornar, por algún tiempo, al aula y volver a ser, en la ciudad, la maestra que fue en la montaña.

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4 Comentarios en “Conchita: La maestra de la montaña

  • el 25 noviembre, 2021 a las 10:19 pm
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    Tuve el honor y placer de ir con Conchita a Limones Canteto hace 3 años aproximadamente, lo hice acompañado de mi pequeño hijo y mi esposa. Ir y compartir con Conchita sus recuerdos fue verdaderamente maravilloso. En lo personal le tengo mucho cariño a Conchita. Creo que Conchita tiene mucho que enseñar todavía. Un abrazo sincero para ella.

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  • el 24 noviembre, 2021 a las 9:49 pm
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    Cuanta Alegría y Satisfacción ver tu foto y saber de tí; yo fuí uno de Los 6 Brigadistas que tuvimos el Honor de trabajar bajo tu maravilloso y responsable supervisión; parte del tiempo que estuve en esa misión dormía en Casa de Tabla

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    • el 2 diciembre, 2021 a las 10:44 am
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      Qué alegría saber de Conchita fuimos compañeras por muchos años,ella como directora del instituto de superación educacional en cienfuegos y yo en la DPE de la antigua provincia de Las Villas. Siempre he preguntado por ella ,una muchacha alegre,muy responsable,cariñosa .
      Agradecería tanto que se comunicara conmigo ,un fuerte abrazo desde la distancia María Elena Toyos

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  • el 24 noviembre, 2021 a las 8:17 am
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    Conchita, una persona excepcional. Tuve el honor de trabajar bajo su dirección cuando ella ejercía como Subdirectora del IPE Provincial. Un persona con un caracter que demuestra esa devoción por le magisterio, por el trato con sus colegas y demás personas. Siempre fiel a la Revolución y la Educación cubana. Realmente me enorgullece haber trabajado con ella y aprendido mucho sobre la formación de docentes, que era nuestra tarea fundamental en la institución. Llegue por esta vía mi saludo a Conchita y su familia.

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