Con el cuello blanco y las manos sucias

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El principio del fin de esta historia fallida inició durante un registro domiciliario efectuado por la Policía Nacional Revolucionaria, cuando los agentes del orden detectaron en la vivienda requisada alrededor de 40 neumáticos de autos ligeros.

Poco después, aunque el curso de las investigaciones involucró a las empresas comercializadoras DIVEP y SASA, se determinó que el comienzo de las acciones que ocasionaron pérdidas de miles de pesos convertibles había tenido su origen en el Grupo Empresarial de Comercio Cienfuegos (GECC).

Allí, la comisión de delitos como la Malversación, la Falsificación de documentos bancarios y de comercio, y el Incumplimiento del deber de preservar los bienes de entidades económicas, permitieron que a título del GECC -con el empleo de sus documentos acreditativos y su dinero- se adquirieran 430 neumáticos a un costo de poco más de 36 CUC cada uno. Todo ello, se reitera, sin que los implicados en el asunto gastaran ni una sola moneda propia.

DE COMPLICIDADES, FALSIFICACIONES Y GANANCIAS…

Como modus operandi el Comprador del GECC adquiría los neumáticos en DIVEP o SASA y efectuaba los pagos con los instrumentos –cheques o transferencias- de su entidad. No obstante, por común acuerdo, la mercancía se quedaba en manos de los respectivos Comerciales de las referidas empresas, quienes tenían establecidos los contactos para su venta “subterránea”.

Para lograr su propósito, el Comprador de GECC empleaba los cheques con las firmas autorizadas, pero él mismo los falsificaba al adicionarle nuevas letras. Además, contaba con la complicidad de trabajadoras del Área de la Tesorería del Departamento Económico del GECC, quienes vulneraron el sistema contable implementado allí.

Según la primer teniente Taíma Ordóñez Dorticós, instructora penal de este caso y quien labora en la Unidad Provincial de Investigaciones Criminales y Operaciones del Ministerio del Interior, los implicados del GECC debían enmascarar los números para que en las conciliaciones bancarias y en la revisión del registro de disponibilidad no se detectara el desfalco.

“El Banco emitía los estados de cuentas financieras en formato PDF, pero en GECC lo convertían en Word porque supuestamente no tenían impresora láser para imprimir el PDF, lo que les permitía alterar los números y no ser descubiertos.”

A ello adiciona que, aunque el dinero empleado en la compra de los neumáticos asciende a 22 mil CUC, las pérdidas de GECC por procedimientos inadecuados alcanzan la cifra de 47 mil CUC.

Evidente resultó durante el proceso investigativo que la mayoría de los nueve involucrados en estos delitos tenían total conocimiento de lo que ocurría y habían alcanzado un modo de vida bastante superior al que sus cargos y salarios podían proveerles, situación que los estimulaba a continuar delinquiendo.

Entre ellos resalta la actitud contemplativa y aparentemente negligente de los directivos de GECC, quienes por no cumplir con los procedimientos establecidos para el control de los recursos financieros y materiales permitieron la comisión de tales hechos, por lo que se encuentran acusados por el delito de Incumplimiento del deber de preservar los bienes de entidades económicas.

En cuanto a la Malversación -el delito más grave de los allí ocurridos- el Código Penal vigente establece que quien lo cometa incurre en una sanción de privación de libertad de tres a ocho años; y si los bienes malversados son de considerable valor, la privación de libertad puede extenderse de ocho a 20 años.

Sin embargo, ello aún resulta insuficiente, pues los abundantes beneficios de la política penal y penitenciaria aplicada en Cuba podrían reducir hasta un tercio o la mitad la sanción impuesta inicialmente por el Tribunal. Además, aunque los bienes adquiridos con el dinero malversado tengan como fin el decomiso, las grandes sumas robadas ya no podrán ser recuperadas.

ALGO PEOR QUE LA CONTRARREVOLUCIÓN

Cuando el 23 de diciembre de 2011 el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro se refirió públicamente a la corrupción y dentro de esta a los llamados delitos de “cuello blanco” que implicaban a directivos o funcionarios nacionales o extranjeros,  dijo que en la actualidad este fenómeno es “uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del Gobierno de los Estados unidos y sus aliados dentro y fuera del país.”

Por la historia sabemos que de los contrarrevolucionarios nada bueno –ni siquiera regular- pueden esperar los ciudadanos de bien de este país. Solo intrigas y ambiciones los mueven.

Menos aún podría esperarse de esos que hoy, con el cuello blanco y las manos sucias, son el principal enemigo.

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Marian Cabrera Ruiz

Periodista graduada en la UCLV Marta Abreu, de Las Villas. Capitana del Ministerio del Interior.

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