Como una guitarra afinada y muy cubana

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En la Casa de la Cultura de Caunao tuvo lugar el XX Festival Cubano de la Tonada Campesina Luis Gómez in Memoriam, en tributo este autor de cientos de décimas,pilares de nuestra identidad. En medio de este acontecimiento se produjo la inauguración de la muestra personal Como si fuera una guitarra, una colección de grabados sobre papel kraft, manipulados con plumilla y grafito blanco, lo cual constata otra variedad de soluciones expresivas en la obra del artista visual Vladimir Rodríguez Sánchez, quien se ha mantenido en activo durante los últimos años, pese a la inmanencia de la pandemia.

El tema de los símbolos ha sido recurrente en los laboreos de este artista local, aunque nace en Perico, Matanzas, obsesionado con esas figuras o signos que portan una relación arbitraria entre significado y significante, al decir de Peirce, y le permiten compartir sus ideas en torno a la insularidad, la familia, el estado de poder, lo que nos hace mortales y eternos… En su caso, no se trata de aportar símbolos inéditos, sino de resemantizar o recrear viejas figuras, proporcionarles una nueva vida a través de sus fabulaciones, que intentan, sobre los entibos de cierta cultura hojaldrada y abierta a la polisemia, precisar quiénes somos y qué nos hace inalienables. En el trono de sus entelequias (para la ocasión) irrumpe la palma, uno de nuestros más preciados iconos; empero, además de su contenido usual, ligado a la cubanidad, el artista establece conexiones con textos poéticos (acaso sutiles, sugeridos por los intitulados) y narrativos (recreaciones de pasajes emblemáticos, como sus apuntes de El Principito), al tiempo que desborda sus significancias con las mutaciones visuales, en la que la palma real, el preciado árbol nacional de Cuba, se sumerge lo mismo en el pensamiento martiano que en la cultura popular (Como la palma de mi mano).

De la serie Como si fuera una guitarra.

Rodríguez Sánchez prescinde de los entornos, focalizando el símbolo como posible contingencia humana, asimilando bien los principios del diseño y la ilustración. En su “palmaria” visión de la realidad (claramente, hay mucho de autobiográfico en estos fabulados), se toma lo autorreferencial como bajel de los pensares y sentires, asideros de sus lecturas de cabecera, pasiones, tradiciones formativas (no olvidemos su condición de arquitecto) y quimeras. Elocuentemente, el entramado minimalista permite la direccionalidad de los sentidos, que los públicos alcancen a identificarse con los contenidos sin que la poesía nuble la cognición y las asociaciones culturales.

A diferencia de sus creaciones escultóricas, mucho más herméticas a fuerza de      entramados históricos, numerológicos, alegórico-simbólicos, filosóficos, antropológicos, etc., las 16 obras presentadas en esta muestra personal se erigen en suerte de registros musicalesque procuran embelesarnos con los acordes de una guitarra muy afinada y presta a defender la irrenunciable cubanía.

De la serie Como si fuera una guitarra.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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