Combatientes con aroma de mujer

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El sonido firme y cadencioso de las botas repiquetea sobre el asfalto. Los soldados  ejecutan la marcha como si se tratara de una revista militar. De ese rigor en la marcialidad y del movimiento uniforme está pendiente la teniente Neilis Figueredo Quevedo, jefa del pelotón, quien al más imperceptible desliz para ojos neófitos en la materia, sabe corregir oportunamente este o aquel error.

“La función de mando para una mujer en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) es difícil, pero no imposible”, comenta la joven oficial del batallón (Bon) de Infantería de la Región Militar (RM) Cienfuegos.

“La rutina diaria en nuestra compañía es fuerte, agrega, porque desde que damos la diana matutina hasta el toque de silencio, debemos vencer, junto a la tropa, un amplio programa de estudio, teórico y práctico, como parte de la preparación combativa”.

Neilis confiesa que la responsabilidad de mando en las FAR, en el plano personal, tiene un significado muy especial para ella, pues fue el derrotero que eligió para su vida, dictada, además, por la vocación militar que experimentó desde niña. Luego, los estudios en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, en esta provincia, avivaron el interés por esa especialidad, la que, según sus propias palabras, se adviene muy bien a su carácter y temperamento.

“Déjeme decirle, que sin demeritar el desempeño de los jefes del sexo masculino, esta sensibilidad innata en nosotras se traduce en la forma de ver y tratar a nuestros subordinados, por supuesto, con el debido respeto y autoridad del jefe, y al mismo tiempo, jugar el papel de la compañera, amiga y hasta el sentimiento maternal de la madre ausente en muchos casos, por lo que estamos pendientes de sus necesidades afectivas y de cualquier otra índole”, precisa.

Empero, tal parece que los efluvios de feminidad están destinados a irradiar con aroma de mujer la vida cotidiana entre los integrantes del Bon de Infantería de la RM. Experiencia similar a la de Neilis, ha tenido la primer teniente Yaíma García Menéndez, jefa de compañía.

“Tenemos una alta responsabilidad con la defensa de la Patria, resalta, pues una vez concluida la preparación básica del nuevo soldado, lo recibimos aquí para completar la formación, de modo tal que cuando concluya su Servicio Militar Activo (SMA), pase a la Reserva de las FAR con todos los conocimientos y habilidades y puedan ocupar un puesto en la primera línea de combate, ante una supuesta agresión armada del enemigo”.

Reconoce la oficial que su cargo como jefa de un grupo de hombres no es para nada fácil. “Ante cualquier prejuicio —sostiene—, se impone la autoridad y el respeto. Pienso que, junto al ejemplo personal en el cumplimiento de una misión por compleja que sea, son premisas fundamentales para ejercer el mando y que tus subordinados acaten y cumplan las órdenes de manera consciente”.

Pronto hará cinco años que Yaíma egresó de la Escuela Interarmas de las FAR General José Maceo, donde ingresó tras haber concluido los estudios preuniversitarios en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Camagüey.  “Ambas instituciones —argumenta—, fueron moldeando mi vocación, la que siempre estuvo inclinada al mando militar por la influencia que ejerce en la formación de los combatientes.

“Por supuesto —aclara—, resulta difícil compartir mis obligaciones como oficial de las FAR por el cúmulo de tareas que asumo diariamente; sin embargo, como joven al fin, siempre existe el ratico para divertirnos y compartir con familiares y amistades. En mi caso particular disfruto mucho la compañía de mi pequeño hijo de dos años.

“¿Del amor? ¡Qué decir! Es un sentimiento que nos complementa y alimenta el espíritu y un motivo de vivir a plenitud el presente y el mañana. Siempre necesitamos a alguien que nos ofrezca el hombro donde apoyarnos… Si bien ahora mismo esa ilusión no tiene nombre, sigo soñando con la pareja ideal”.

Desde luego, nadie mejor que un subordinado para justipreciar ese desempeño jerárquico por parte de las féminas.

“¿Quiere que le confiese algo? Nunca imaginé que me mandara una mujer en el SMA. Y si al principio dudé, ahora estoy convencido de haber encontrado tanto en la jefa de la compañía como en la del pelotón, a dos compañeras muy exigentes en la disciplina militar, pero al mismo tiempo, de cualidades humanas excepcionales, pendientes siempre de nuestros problemas personales, inquietudes e insatisfacciones. De ello puedo dar fe por mi propia experiencia”, aseveró el soldado Lázaro Eloy Brito Pérez.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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