Colegio en la ciudad y la trampa

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Será un monumento a don Perogrullo, uno más, pero la vida en los años 60 tenía otro tempo, que a cada rato me asalta los recuerdos a punta de remembranza. Por ejemplo, el niño rural que yo era, aparte de respirar la primera bocanada de aire en el macizo y desaparecido Hospital Civil, contaba con los dedos y le sobraban, las visitas a Cienfuegos. A algún laboratorio clínico o a la consulta del doctor Manolo Romero, en Santa Elena, entre Tacón y Cristina.

En las vacaciones del verano de 1969 sucedieron dos acontecimientos que se me amalgaman entre un amasijo de neuronas en distinto grado de conservación: El alunizaje del Apolo XI, el 20 de julio, y la conquista por la novena nacional del Campeonato Mundial de Béisbol en Santo Domingo, el 26 de agosto.

El pequeño-gran paso de Neil Armstrong sobre la superficie que adorna las mejores noches, y el hit de oro de Rigoberto Rosique en Quisqueya, confundidos en los recuerdos de un chiquillo que contaba los días para venir “a la ciudad y la trampa”, como luego poetizara El Trovador.

El edificio, macizo también, del antiguo Colegio de los Padres Jesuitas, una escuadra de carpintero con su ángulo en San Fernando y O’Donell, nos recibió al fin en la mañana medio nublada de 20 de septiembre.

Los padres nos trajeron casi de la mano, y nos dejaron en aquella mole de mampostería incrustada ante nuestro azoramiento guajiro, tres pisos y ventanas festoneadas por lo mejor de la herrería cienfueguera. En el interior pasillos tan anchos como una carretera y un espejo en modo Gulliver, enmarcado en maderas preciosas.

El colegio religioso nacionalizado en 1961 y rebautizado en honor al mártir rodense Raúl Suárez Martínez, era entonces más conocido como El Concentrado. Vaya usted a saber a qué burócrata se le ocurrió el nombrecillo que aludía a la concentración de los estudiantes de sexto grado provenientes de algunas zonas rurales de la regional Cienfuegos. Aunque a la par también funcionaba un concentrado de décimo grado, pues las secundarias básicas de los municipios solo abarcaban hasta noveno. Aquel mejunje de edades y aprendizajes lo completaban los aspirantes a bachilleres en el Instituto Preuniversitario que no residían en la ciudad y se alojaban y alimentaban en los “Jesuitas”.

Interior de la institución.

Nereida Acea fue el nombre que de seguro primero aprendimos al llegar al plantel que redondearía nuestra enseñanza elemental. Una mujer de piel negra y baja estatura que imponía respeto sin vara. Sería que ya habían pasado los años de la letra con sangre entra.

De los maestros, así se les decía en primaria, recuerdo a Gallardo, de Matemáticas; Rafael Fernández Gelpi, varias asignaturas de Ciencias; Omar Alfonso, de Lengua Española, y Pedro Juan, de Educación Física. Y por ahí me quedo. En cincuenta y cuatro años mucha agua ha corrido bajo los puentes de cualquier arroyo del mundo.

Los ventanales de las aulas, que daban a la calle de San Fernando, eran un mirador de lujo desde donde explorar la ciudad hacia el sur, escenario visual cerrado a la derecha por la bahía y la izquierda por las primeras elevaciones del lomerío. La brisa marina, un valor añadido al acto feliz del aprendizaje.

La socialización con muchachos y muchachas venidos a la ciudad desde sus otras pequeñas geografías agrarias era una expansión de la vida en ciernes que rebasaba por primera vez las fronteras de la comarca natal.

En el Concentrado uno se encontraba con una matrícula de sexto grado que iba escalonando por edades; los de once años en el Grupo 1, los de doce en el 2, los de trece en el 3 y así seguía esa simple lógica aritmética hasta llegar al 6, por lo general ellos candidatos a reclutas en el venidero llamado a filas y ellas próximas a debutar en el club de las mujeres casadera y amas de casa. Designios de una época aún marcada por el retraso escolar.

Pasillo interior del centro.

En aquel desconcierto de edades dispares el amor, el romance o el simple enamorar por andar alegre tenían mucha tela por donde cortar. El mundo vivía los años de la revolución sexual que vino en el mismo combo de Los Beatles y el Mayo francés. Súmele el coctel de hormonas que escondían los uniformes carmelita y crema. Pero comparado con la actual batalla genital aquellas escaramuzas eróticas concitarían la risa. Para algunos robarse un beso en la mejilla lo candidateaba a héroe de la semana en su clase.

De todas esas cosas, incluidas las guerrillas de futbol, las formaciones al filo de la medianoche en el patio rectangular, el pelado cuasi militar y las visitas de los padres el domingo que no había pase, me volví a acordar hace un par de días mientras caminaba San Fernando arriba como quien busca la Gloria.

Los muros añejos del colegio, que fuera de citadinos niños bien, antes de dar espacio a los hijos del sudor y el surco, enamoraron la cámara del celular, que coqueteó a la vez con las rejas de siempre, los ventanales huérfanos de madera en las plantas superiores, y la restauración que muestra sus conquistas iniciales en el primer piso. Y de fondo la música de algún martillo bienhechor y una sierra laboriosa.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

5 Comentarios en “Colegio en la ciudad y la trampa

  • el 11 junio, 2023 a las 4:04 am
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    Excelso cronista,v gracias por permitirme disfrutar de tan sabrosos escritos sobre en retroexpectivas de la Perla del Sur. Me gustaría conocer algo sobre el Palatino, ese antiguo bar frente al Parque José Martí. Pasé gratos momentos allí en ocasión de mi visita a Cienfuegos en enero de 2013. Abrazo grande desde la isla de Margarita, Venezuela

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  • el 26 marzo, 2023 a las 7:00 am
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    Cualquier cronica de Pancho son pinceladas en el mejor lienzo, revive tiempos pasados con maestria y mucha sinceridad creeme q todas las leo y disfruto. Un abrazo.

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    • el 27 marzo, 2023 a las 3:57 pm
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      Gracias, por el Pancho infiero que eres Agustín Suárez, de Palmira y por el mundo. Siempre que haya lectores como tú habrá que seguir escribiendo. Un abrazo.

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  • el 25 marzo, 2023 a las 2:03 pm
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    Que memoria, bendiciones para esas habilidades de revivir el pasado y recrear el devenir de nuestra patria chica

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    • el 27 marzo, 2023 a las 3:59 pm
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      Gracias colega, no creas que a estas altura del juego la memoria nos hace alguna que otra trastada

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