Colectivo artístico mantenido con devoción y talento

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Blasón de Cienfuegos, la Banda Provincial de Conciertos es carta de presentación ante visitantes del exterior, quienes asisten de forma asidua a sus recitales; así como señal de idiosincrasia de receptores locales, también habituales en sus peñas, contándose incluso estos en varias generaciones ya.

Dirigida desde justo la apertura del nuevo siglo, con maestría, disciplina y conocimiento del arte musical, por Publio Víctor Calderón Feliú —personalidad de la Cultura nominada al Premio Jagua en su más reciente edición—, la actual batería es seguidora de aquel team primigenio fundado en 1901 por el entonces concejal del Ayuntamiento, Agustín Sánchez Planas, además reputado clarinetista de su membresía.

Incluyente en su staff hoy de más de medio centenar de músicos, la Banda puede vanagloriarse de contar con gente de verdadero talento, todoterrenos en la creación sonora. Como me compartió su director, ellos poseen gran dominio, son extraordinariamente dúctiles, pues están preparados y entrenados para ello a base de llevar a la práctica en su repertorio activo una cantidad de géneros y ritmos impensables para otro tipo de agrupación de perfil diferente.

En sus presentaciones dominicales en el Prado —tres décadas en el espacio— más las de los jueves y los últimos sábados (noche) del mes en el parque Martí, tocan lo mismo a la trinidad nacional sagrada Lecuona/Roig/Pratts que un bembé, una rumba, sones, guarachas, danzones, oberturas, sonoridades chinas o hasta del Medio Oriente. Por ende, sus músicos se desarrollan y aumenta su nivel interpretativo.

Cuatro generaciones cohabitan hoy día en la legendaria formación donde integrase filas el desaparecido maestro Efraín Loyola, cuyo centenario conmemoraremos en diciembre. Por la congregación musical de mayor antigüedad en Cienfuegos —colectivo emérito de la Empresa Comercializadora de la Música Rafael Lay—, han pasado diversos talentos jóvenes, quienes agradecen su tránsito por este centro formador de creadores. Además inserta entre sus objetivos cardinales contribuir a cerrar en un plazo futuro el circuito municipal completo de dichas unidades, propósito de la Empresa Rafael Lay.

Reporta regocijo para el espíritu y el sentido del audio escuchar uno de los conciertos de los integrantes de la Banda, en los cuales de manera regular regalan al público entre siete y nueve piezas.

Ellos se han mantenido, sobre todo, por amor a su trabajo, por devoción al arte y sentido de responsabilidad; no porque de su quehacer perciban pingües dividendos ni nada parecido.

En justa reciprocidad a cuanto representan, Perlavisión filmó un documental de 26 minutos titulado Un legado para mi ciudad, bajo la dirección de la realizadora Tania Rivera Llanes, cuya premier acaeció en la sala de conciertos Edgardo Martín, de la sede de la “Rafael Lay”. Entre los opinantes sobre el significado cultural de la Banda figuran no solo miembros del público o de su nómina, y de las instituciones afines a su quehacer, sino además el doctor Alfredo Espinosa, el locutor e investigador musical Humberto Albanés -Premio Jagua 2016- y el cantautor fundador del Movimiento de la Nueva Trova Lázaro García, cuyo Estudio de Grabaciones Eusebio Delfín por cierto también cumple aniversario cerrado y del cual en breve publicaremos un reportaje.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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