Clásico (+Fotos)

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En el mediotiempo del partido ponen un resumen de los mejores goles de los clásicos. Los mejores goles del Barça, los mejores del Madrid. Los mejores goles de Messi, los mejores de Karim Benzema. El público que grita y grita. Los narradores emocionadísimos ante la epopeya.

Qué nostalgia sentimos los televidentes. Qué recuerdos. Qué desilusión cuando recordamos que el clásico de hoy no es ni la sombra de lo que en algún momento fue. Primero, porque no hay rivalidad Messi-Ronaldo. Segundo, porque tampoco hay rivalidad Barça-Madrid: ninguno de los dos es el mejor equipo del mundo actualmente. Y, tercero, porque ni público tenemos.

Pero eso fue en el mediotiempo. En el principio fue el gol. Contra todo pronóstico, el Real Madrid anota en el minuto 5. Fede Valverde culmina una jugada vertiginosa con un disparo fortísimo al segundo palo.

Minuto ocho y un niñito de 17 años empata el juego 1 a 1. Con el empate, podemos entender el juego que no entendimos en los primeros minutos.

Ansu Fati (en el centro) es felicitado por Jordi Alba (a la izquierda) y Philippe Coutinho por el su gol del empate./Foto: LLUÍS GENÉ (AFP)

El Real Madrid sigue con los mismos problemas para generar jugadas claras de gol. Apenas tienen chispazos por la banda izquierda, pero todos sabemos qué pasa cada vez que Vinni Jr. tiene que enfrentar el arco.

Pienso que el Barcelona puede perder contra el Real Madrid, pero no creo que el Madrid pueda derrotar a este Barcelona o a cualquier otro equipo mediano-grande de Europa. Y, finalmente, lo que ocurre es más o menos eso, lo de siempre: el arbitraje interviene (correctamente) y Sergio Ramos pone el juego 2 a 1. El Barcelona genera mucho peligro, juega mejor (no juega bien, sino mejor), pero los clásicos no se juegan: se ganan.

Al Barcelona le pasa otra cosa: cuando el partido está a su favor, se mueven por el terreno con mucha seguridad y soltura. En cuanto les cae el primero, el segundo… los blaugranas se empiezan a encoger, frustrar, irritar. Messi deja de ser Messi para volverse una copia menos sorprendente.
Por el Real Madrid, comentario aparte merece Vinnicius. El brasileño es un maestro en la conducción del balón, pero cuando se acerca al área rival, se queda a medio camino entre el pase y el remate y termina por no hacer ni lo uno ni lo otro.

El tridente del Madrid no combina, ni avanza de manera conjunta. Siempre llega uno o dos, pero casi siempre la jugada se enfría antes de agarrar el puntito de calor que necesita para cocinarse bien.

Al final del partido, Modric anota el tercero y sentencia el clásico a favor de los merengues. Supongo que algunos se ofendan un poco; otros, se alegren bastante con el resultado. Sin embargo, lo que sí podemos decir con seguridad (y nostalgia, repito) es que los clásicos no son lo que en algún momento fueron.

Vista general del estadio Camp Nou, sin público, durante el clásico./Foto: Joan Monfort (AP)

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Miguel Ángel Castiñeira García

Estudiante de Periodismo de la UCLV

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