Cienfuegueros en Cangamba: Con la huella de la metralla

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Félix Maya Almaguea y Jorge Sánchez Planes hoy llevan una vida normal, sin embargo este 7 de diciembre, instituido desde 1989 como Día de Tributo a los caídos en misiones internacionalistas, tiene para ellos connotación especial, pues guardan muchos recuerdos de su participación como combatientes en la Guerra de Angola, uno del Servicio Militar Activo, el otro de la Reserva, respectivamente.

En 1983 poco antes del ecuador de la contienda (1975-1990), ambos fueron asignados a la Compañía de Destino Especial enviada a socorrer a una fuerza de poco menos de mil hombres (la mayoría combatientes poco fogueados de las Fuerzas Populares de Liberación de Angola -FAPLA-, asistidos por 82 asesores cubanos) cercados en la defensa de una pequeña aldea de nombre apenas conocido en los mapas: Cangamba, provincia de Moxico, para entonces el lugar más alejado y de difícil acceso en la región centro oriental de Angola en el que se encontraban unidades de las FAPLA y combatientes internacionalistas de esta isla antillana.

Hoy sus miradas traslucen los recuerdos de aquellos aciagos días 33 agostos atrás. Durante más de una semana debieron afrontar la falta de agua, el frío, el olor a cadáveres insepultos, el fragor del combate y aún conservan la huella de la metralla.

Jorge Sánchez Planes fue a Angola como reservista y formó parte de la fuerza de destino especial enviada a socorrer a las tropas cubano-angolanas cercadas en Cangamba. /Foto: Dagmara
Jorge Sánchez Planes fue a Angola como reservista y formó parte de la fuerza de destino especial enviada a socorrer a las tropas cubano-angolanas cercadas en Cangamba. /Foto: Dagmara

La exposición de los recuerdos de Jorge Sánchez Planes es vehemente: “La situación era desesperante. Se agotó hasta el agua de los radiadores de los vehículos, utilizada en la curación de los heridos mientras la sed y el hambre nos agobiaban, y en medio de eso tuvimos que resistir. El médico estuvo día y medio para avanzar diez metros y socorrer compañeros heridos en una trinchera, después murieron todos víctima del estallido de un misil que por casualidad acertó a entrar por la estrecha ventilación del túnel donde los asistía. Añádale a todo el clima, totalmente adverso, pues aquel suelo arenoso que todavía me parece palpar, ardía de calor durante el día y de noche se enfriaba rápidamente hasta hacernos castañear los dientes”.

Ambos rememoran la crudeza de los combates, la caída de proyectiles cuyo estallido, como bolas de fuego, no dejaba nada a la redonda en un radio de 400 metros, con consecuentes aniquilamientos de oxígeno en atmósfera, algo infernal.

Pero a los del cerco les llegó la carta de Fidel, transmitida en voz del general de división Antonio Enrique Lussón Batlle: “Hemos adoptado todas las medidas para apoyar las tropas sitiadas. El envío de refuerzos cubanos por helicópteros a ese punto es prueba de nuestra determinación de librar y ganar esa batalla junto a los angolanos.

Poderosas columnas blindadas avanzan ya rápidamente en dirección a Cangamba.

Todo depende ahora de la capacidad de ustedes para resistir el mínimo de tiempo, indispensable para que esas tropas lleguen a su objetivo” (…).

RESISTENCIA SOBREHUMANA

A Félix Maya le tocó pasar el Servicio Militar Activo cerca de su natal Remedios. Tenía apenas 18 años pero no lo dudó un instante cuando le ofrecieron ir como soldado a cumplir misión internacionalista en la República Popular de Angola.

Félix Maya Almaguea se fue a Angola con solo 18 años de edad y formó parte de la fuerza de destino especial enviada a socorrer a las tropas cubano-angolanas cercadas en Cangamba. /Foto: Dagmara
Félix Maya Almaguea se fue a Angola con solo 18 años de edad y formó parte de la fuerza de destino especial enviada a socorrer a las tropas cubano-angolanas cercadas en Cangamba. /Foto: Dagmara

Igual que a Sánchez Planes, a Félix le cupo el honor de integrar la fuerza de destino especial que acudió en auxilio de los compañeros cercados, compañía cuya actuación combinada con la certera precisión del ataque de nuestra aviación de combate y helicópteros, varió el curso de los acontecimientos y permitió partirle el espinazo a los agresores.

Por sobre todas las cosas, recuerda un detalle: la manera en que sus compañeros les recibieron entre vítores, enarbolando aquella carta de Fidel, conductor genial de la estrategia, en la que el Comandante en Jefe les pedía resistencia a toda costa y confianza en las tropas encargadas del rescate. Aún escucha las viriles palabras del Comandante Juan Almeida en Alegría de Pío en boca de aquellos combatientes, mismas que respondían en las noches de asedio, combinadas con alguna que otra palabrota, cuando el enemigo bien emplazado y a menos de 20 metros los conminaba a la rendición.

Desembarcamos el 5 de agosto en terreno muy agreste; el 6 hubo bombardeo mientras nuestro batallón conjunto de cubanos y angolanos trabajaba en la retaguardia enemiga en el minado del terreno. Ya el día 7 avanzamos hacia las trincheras, justo a tiempo, cuando la UNITA estaba a punto de romper la defensa. Pero arribamos como apoyo, cumplimos lo prometido en la carta de Fidel y hay que ver ese efecto, como sube la moral de las tropas la misiva, el hecho de saber que desde afuera respaldan las máximas direcciones, la angolana y la cubana”.

Félix ahora vive en Cienfuegos, trabaja en un punto de venta de Gastronomía ubicado en avenida 60 entre 69 y 71, en La Juanita, y cuando ve pasar a los jóvenes piensa en la necesidad de contar aquellas, también sus historias, y sobreponerse al suplicio síquico de aquellos ocho días infernales para hablar de la conjugación del sacrificio de los mejores hijos de la república angolana y los fuertes lazos solidarios de Cuba, mixtura que impidió la toma de Cangamba.

Como hijo adoptivo de esta ciudad y miembro aquí de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) vive orgulloso de su gloria moral, y mediante la participación en actividades con las nuevas generaciones puede trasmitir experiencias, plantar semillas de humanismo.

MONUMENTO MORAL A LA RESISTENCIA

Cangamba puede sonar como lugar remoto y exótico, Rogelio París, director de la película cubana homónima significó que su objetivo en el filme fue resaltar un drama no de militares u “hombres de guerra” sino de “hombres en guerra”, o sea, quienes asisten en circunstancias dadas a la contienda.

En recuerdos narrados hace tres años al periodista Dilbert Reyes Rodríguez, el Héroe de la República de Cuba coronel (r) Fidencio González Peraza, jefe de las tropas cubano-angolanas en aquella pequeña aldea africana dijo entonces: “De Cangamba nunca es posible decirlo todo (…) La guerra es dura y difícil, eso se sabe; pero para mí, que estuve en Angola 29 meses, en Cangamba las pruebas de resistencia se nos presentaron de muchas maneras trágicas, más allá de la dinámica del combate (…) Por ejemplo, tomar la decisión de rebasar la trinchera, apoyado sobre el cuerpo mutilado de un amigo; (…) o soportar un repentino bombardeo encerrado solo en el refugio destinado a los cadáveres de mis jóvenes compañeros, mientras en mi conciencia martillaba la idea: ‘¡Carajo, son mis muertos!’, y no era por temor a la muerte, sino porque aquellos eran mis soldados”.

La saña del enemigo por tomar aquel punto se explica en el hecho de que el poblado quedaba justo en territorio considerado como importante vía para el paso hacia la parte central del país de unidades y medios de la autodenominada Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA), dirigida por Jonas Savimbi. Las fuerzas de esta organización sediciosa ingresaban al país por el este, a través de la frontera con Zambia, y por el sur desde la provincia de Kuando Kubango, fronteriza con Namibia. Por eso el encono, que extralimita los ocho días de clímax de aquella épica, pues por si fuera poco, en una gran parte de esa zona, desde hacía meses actuaban en el asedio artillero tropas del segregacionista gobierno de Sudáfrica.

“Pero teníamos la convicción irrevocable de resistir a toda costa, en correspondencia con las enseñanzas del Comandante en Jefe Fidel. Nunca fue una opción rendirnos. Lo habíamos aprendido de nuestras mejores tradiciones patrióticas, rememora el coronel (r) González Peraza.

“Por eso en los minutos más difíciles, sembrados en las trincheras, los recuerdos más alentadores fueron los de Maceo en el combate, los del Comandante Almeida en Alegría de Pío. Por muy menguadas que estuvieran las fuerzas, siempre alcanzaron para gritarle al enemigo varias veces cada noche: ¡Aquí no se rinde nadie!” y unas cuantas malas palabras más”, recuerda.

SIETE TIGRES CIENFUEGUEROS EN CANGAMBA

El mayor José Francisco Arce Masó, jefe de la Secretaría de Trabajo Patriótico de la ACRC, participante en seis combates en la República Popular de Angola, recuerda que Cangamba es una de las páginas más gloriosas de la epopeya, por la notable resistencia de un grupo reducido de combatientes cubanos y angolanos a la UNITA. Allí también estuvieron los cienfuegueros René Omar Presno Torres, Amado Díaz Terry, Osvaldo Pérez González, Ciro Vargas Guerra y Pedro Iglesias Yanes”.

El objetivo estratégico de la UNITA era aislar la provincia de Moxico, impedir la llegada de refuerzos, para posteriormente apoderarse de Luena, ciudad que pretendían proclamar capital de una llamada ‘República Negra’ escindida de Angola, en busca de reconocimiento internacional.

“El plan de ellos es tomar aquello, hacer prisioneros a los 82 cubanos que hay allí y llevárselos para hacer el intento de obligar a Cuba a negociar directamente con la UNITA, sin la participación del gobierno angolano”, dijo sobre la situación en Cangamba el general de división Leopoldo Cintra Frías.

La acción concertada de medios de combate y fuerzas cubanas y angolanas, obligó a que el 9 de agosto de 1983, las unidades de la UNITA se retiraran en completo desorden del teatro de operaciones. Antes destruyeron los almacenes de municiones y se llevaron consigo las bajas que pudieron rescatar.

Dentro del pequeño poblado fueron contabilizados 493 cadáveres de las Fuerzas Armadas de Liberación de Angola (FALA), brazo armado de la UNITA, aunque se estimó que las bajas podían haber sido superiores, teniendo en cuenta que era una práctica habitual de los mercenarios borrar las huellas de sus muertos. La tesis se sustentó además en el hecho de que uno de los camiones emboscados por las tropas que actuaron en la retaguardia de la UNITA estaba atiborrado de soldados sin vida.

Cayeron en combate 18 cubanos y 27 resultaron heridos. Por su parte las FAPLA tuvieron 60 muertos y 177 heridos. Se desconoce la suerte de unos trescientos integrantes de la Organización de Defensa Popular, algunos de ellos sorprendidos al inicio del ataque, mientras dormían en sus humildes hogares y asesinados posteriormente.

Una revisión del escenario permitió apreciar que el 85 por ciento de los refugios fueron dañados o destruidos. Se colectaron 401 coletas de granadas de mortero dispersas por la posición defendida (no mayor de las dimensiones de un campo de fútbol), a las que se sumaron unos mil 300 fragmentos de proyectiles antitanque y de cohetes GRAD-1P. Se calcula que deben haber hecho impacto no menos de mil 500 proyectiles de artillería en las posiciones defendidas por los cubanos.

Estos recuentos respaldan la necesidad de negarnos a olvidar la historia cuando otros conminan a la amnesia del pasado. Hay riquezas que no pueden dejarse escapar, pues constituyen el quid, portento irreemplazable de nuestra obra.

Este 7 de diciembre, efeméride simbólica con muchos significados de continuidad histórica, sirvan estos testimonios para honrar a estos combatientes y dedicar el homenaje a quienes congratula el General de Ejército Raúl Castro Ruz en el prólogo del libro Tigres de Cangamba, de Rafael Ángel Ramos Fajardo: A la juventud cubana de hoy y mañana, protagonista de todos los tiempos, generaciones que merecen conocer el coraje y disciplina de sus iguales en la historia”.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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