Cienfuegos y la Matria de Gabriel Dávalos: “Esta ciudad es inagotable”

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La fotografía de danza de Gabriel Dávalos invade desde hace algún tiempo los espacios más íntimos y sensoriales de Cuba. Tras recorrer casi todo el país con Matria ―su pedazo de tierra, la búsqueda y regreso a sí mismo―, el creador, graduado de Periodismo en la Universidad de La Habana, llegó finalmente a Cienfuegos, un anhelo carísimo de cumplir.

Desde comienzos del proyecto, en la Perla del Sur se reclamó su presencia. ¿Cómo se sintió arribar a la ciudad con el peso de tanta expectativa?

“Por razones de la vida, era una de las pocas urbes cubanas en la que no había tenido la posibilidad de realizar estancia. Apenas la conocía de pasada, de estar aquí por algunas horas. Cuando niño sí vine por varios días acompañando a mi padre, quien entonces ejercía como periodista del diario Granma. Recuerdo que en aquel momento dentro del equipo de prensa estaba Humberto Mayol, hoy uno de los grandes fotógrafos de la nación, con una obra tremenda y reconocida.

“Ahora, si soy sincero, fue complicado volver a Cienfuegos. Nunca encontré las combinaciones con las personas indicadas, ni con las compañías de danza. Tampoco tenía un enlace directo que facilitara la coordinación, y se hizo muy difícil. Llegar, como lo hicimos, resultó un atrevimiento y un acto de valentía, gracias al Fondo Cubano de Bienes Culturales, a través del cual empezamos a presionar, a contactar a los bailarines, y logramos una sesión de trabajo, a contracorriente y de resistencia”.

Matria inició su andar cuando Dávalos ya acumulaba una década de labor en el mundo de la danza y decidió hurgar más allá de La Habana, en las cabeceras de provincia, con el fin de visibilizar el excelente movimiento de baile que existe fuera de la capital de la Isla.

El multipremiado artista del lente realizó sesiones de fotos con la compañía de danza Eclipse en lugares emblemáticos de la Perla del Sur.

Así perfiló un itinerario que lo ha llevado a Guantánamo, Santiago de Cuba, Camagüey, Las Tunas, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Santa Clara, Matanzas… En estos territorios, el artista del lente ―galardonado en 2016 con el premio de fotografía Ana Pavlova International Photography Contest y autor de unos seis libros―, se apoya siempre en las compañías de danza locales, y en estudiantes y profesores de las Escuelas de Arte. Tal sucedió en Cienfuegos, donde sumó al proyecto Eclipse, conformado por egresados, alumnos y docentes de la “Benny Moré”.

La excepcionalidad arquitectónica y urbana de Cienfuegos, así reconocida por la Unesco en la lista del patrimonio mundial, la convierte en una de las ciudades preferidas por los fotógrafos. ¿Bajo qué presupuestos decidiste retratarla?

“Esta urbe tiene una gran carga simbólica y ejerce mucha presión, pues su Centro Histórico ostenta el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, y sabemos que los cienfuegueros defienden esa condición con el alma. Además, en cualquier lugar de Cuba hablar de Cienfuegos es hacer referencia a una ciudad hermosa, emotiva, y uno siente la alegría de visitarla, pero también de corresponder a su altura. Frente a ello, me propuse ir a la esencia, a lo que deseo expresar: tratar de desentrañarla por medio de historias cotidianas, de la verdad, la bondad y la belleza de la gente”.

¿Por qué se fusionan en tu obra la danza, los espacios urbanos y la fotografía? ¿Qué aporta ese diálogo?

“La danza nos acompaña desde nuestro origen como seres humanos. Posee el don de reunir a personas que piensan diferente; de culturas, etnias, ideologías y religiones distintas. Por tanto, al mezclar el lenguaje danzario con el de la fotografía, crecen las posibilidades de conectar con los públicos a través del mensaje que nos une, del arte; de tender puentes de afectos y sensaciones encontradas”.

¿Hasta qué punto necesitamos en Cuba otra imagen fotográfica de nuestras ciudades?

“En la época de la posverdad y las manipulaciones, creo que todas necesitan de la sinceridad de la imagen. Fotografiarlas desde sus singularidades y subjetividades, pero de manera honesta y responsable, nos daría una visión diversa y, a la vez, genuina y auténtica de lo que somos. Esto contribuiría a defender las expresiones de identidad frente a los ataques a nuestra cultura, imaginario, idiosincrasia y forma de entender la vida”.

Gabriel Dávalos junto a parte del equipo que participó de sus sesiones de fotos en Cienfuegos.

Las instantáneas de Dávalos son, como él alega, partes de disímiles Matrias y, en su conjunto, la Patria. Han corrido con la suerte de volar por el mundo y de penetrar en intrincados parajes de la geografía cubana, a partir de la fuerte conexión que logran en las plataformas de redes sociales. Al término de este renovado periplo por las regiones del occidente del país, el autor pretende efectuar una exposición y publicar otro volumen fotográfico.

Cienfuegos cumplirá próximamente 204 años de fundada, y en ocasiones parece que ya aquí no queda mucho por fotografiar. Háblanos un poco desde la experiencia de trabajo que recién viviste en la urbe.

“Esta ciudad es inagotable cuando la descubres, la desentrañas y empiezas a pertenecer a ella. Ahora fue, para mí, la ocasión del descubrimiento, luego vendrán las otras, y en cada uno de esos instantes habrá motivaciones, historias y emociones nuevas. A Cienfuegos debo regresar obligatoriamente para romper la inercia de los desencuentros que nos alejaron por algunos años”.

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