Cienfuegos, un pueblo que disfruta el derecho a la seguridad ciudadana y la paz
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Hoy jueves, 10 de diciembre, es un día fresco de diciembre; de esos que te invitan a un recorrido sosegado, como para apreciar —en detalles—lo que nos circunda. Y no lo dudo: desde el Prado, por cierto el más largo de Cuba, hasta el parque Martí, un sitio encentador de la ciudad de Cienfuegos.
Es un día fresco reitero, pero el sol también nos acompaña para que no perdamos el calorcito que nos hace seres amables, familiares, amantes de la tranquilidad y de la paz, esa que se respira por doquier y me hace sentir cada vez más orgullosa de esta tierra que habito y amo tanto.
Y en esa paz, los sentidos todos se me llenan de azul y verde, de los variados colores de las flores, el revolotear de las palomas y los ruidos propios de una ciudad que palpita, cuyas gentes aman y trabajan con denuedo para avanzar mucho más, por nosotros mismos.
Cada quien en su propia dinámica. Algunos andan en sus “mandados”, o sencillamente aprovechan el tiempo y comparten una conversación; otros, parecen encontrarse luego de un tiempo sin verse; la muchachada de la secundaria básica 5 de Septiembre, aledaña a donde se marca el sitio fundacional de la otrora colonia Fernandina de Jagua, se toma un receso y comparten entre ellos “sus cosas de muchachos”.
Otros muchos, en sus trabajos, ubicados en el centro mismo de la Perla del Sur, con sus 201 años a cuesta, pero que sigue transpirando la paz y la belleza que sus fundadores un día encontraron.
Un día fresco de diciembre; de esos que te invitan a un recorrido sosegado, como para apreciar —en detalles— lo que nos circunda, en medio de nuestro derecho conquistado de la seguridad ciudadana. Y no tengo duda ninguna: la paz anida en Cienfuegos y a su convite disfrutamos.
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