Cienfuegos: por más comida desde el lomerío

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No solo de café vive el lomerío de Cienfuegos. A la gran tradición cafetalera que distingue el desarrollo de la agricultura en las zonas montañosas del municipio de Cumanayagua, se suman también la actividad ganadera y los cultivos varios, aunque en condiciones muy diferentes a las del llano.

La Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 10 de Octubre exhibe indicadores favorables en tal sentido. Este año habían previsto entregar a la industria cerca de 8 mil 835 latas de café, y superaron con creces la cifra planificada al llegar a las 11 mil 900; todas con destino a la exportación.

A la par de estos resultados, despuntan igualmente sus producciones de hortalizas y viandas (col, pepino, calabaza, plátano, boniato), a las cuales destinan ahora mismo 36 de las más de 50 hectáreas (ha) con que cuentan.

Dennis Ortiz Naranjo, presidente de la CPA 10 de Octubre, comentó que en la actualidad llevan a cabo la siembra de primavera y tienen cubiertas la mayoría de las áreas, excepto las dedicadas al boniato, que completarán luego de la primera quincena de junio.

“Nuestra agricultura es muy distinta, dijo. Las siembras dependen de la lluvia y todo el trabajo en el campo lo hacemos con tracción animal. Tenemos para eso cinco yuntas de bueyes, y tanto el café como la comida que distribuimos es sacada con mulos”. Pero no son estas las únicas esencias que definen el quehacer de la cooperativa.

LA VEGA: LOS SECRETOS DEL VALLE

En tierras de la CPA cumanayagüense afirman que se producen las mejores coles de Cuba. Alrededor de 12 ha están reservadas a dicho cultivo, específicamente en el valle de La Vega, donde las condiciones del tiempo contribuyen a su fomento.

“Aquí el secreto radica en el microclima, el cual resulta adaptable a la col. Por eso sembramos en época de primavera, algo difícil de replicar en otras regiones del país. De este modo contribuimos a la sustitución de importaciones y aportamos a los balances nacionales de Turismo y Acopio”, sostuvo Bonifacio Labrada León, campesino asociado a la “10 de Octubre”.

Similar criterio comparte Élida González Labrada, quien asegura que otra de las claves es la utilización de abono orgánico. “Se trata de una col completamente ecológica; siempre está saludable y cuidamos de que salga con buena calidad”, apuntó.

Para la presente campaña esperan vender más de 100 toneladas (t), un volumen superior a las 75 que habían pactado inicialmente. “Lo hemos hablado con los cooperativistas, a partir del reclamo que nos hacen las autoridades de incrementar la producción de alimentos para el pueblo. Por lo tanto, col habrá bastante; solo falta que la cifra contratada termine comprándose”, señaló Ortiz Naranjo.

En el valle de La Vega se cultiva la col desde el año 1993. Entonces era una ciénaga ocupada por el río Mataguá, por lo que fue preciso realizar intensas labores de dragado para poder dar vida a la agricultura en esos llanos de la montaña. Gracias a ello, hoy Bonifacio dice, orgulloso, que en apenas una cosecha de tres meses han llegado a producir más de 7 mil quintales (q).

Élida González Labrada es una de las ocho mujeres asociadas a la cooperativa 10 de Octubre./ Foto: Modesto Gutiérrez
Élida González Labrada es una de las ocho mujeres asociadas a la cooperativa 10 de Octubre./ Foto: Modesto Gutiérrez
LA HISTORIA, A PULMÓN, DE RIGOBERTO

Rigoberto Mendoza Ojeda es uno de los 54 campesinos asociados a la CPA 10 de Octubre, de Cumanayagua. Hace poco menos de un año adquirió 8 ha de tierra repletas de marabú, las cuales limpió a machete. No por gusto él sostiene que lo hizo a pulmón, chapeándolo todo.

“Después sembré plátano, maíz, boniato, calabaza, frijoles, y pretendo crecer en hectáreas para alternar la producción de cultivos varios con el café. Mi objetivo es entregar comida para el pueblo, porque lo necesita”, subrayó.

Ya en 2019, la finca de este cooperativista, “El Flamboyán” —ubicada en el asentamiento montañoso de El Sopapo— logró comercializar un nivel de boniato en las ferias agropecuarias de la ciudad de Cienfuegos, así como en las propias comunidades del lomerío. Además, aportó 300 latas de café y hoy cumple el compromiso de vender alrededor de 20 q de plátano todos los meses.

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Rigoberto Mendoza Ojeda se entrega al campo todos los días, con la motivación principal de mantener a su familia.

Se dice muy fácil, pero no debe serlo para alguien que labra la tierra prácticamente solo, con el apoyo en ocasiones de vecinos de la zona y de su esposa. “La CPA me ayuda con el tractor cuando lo requiero, con los fertilizantes, y de esa forma he podido ‘echar palante’; también por la necesidad de mantener a mi familia”, afirmó Mendoza Ojeda. De ahí que para este guajiro, “trabajar, esforzarse y ponerle corazón a las cosas” sean pilares fundamentales; los mismos con los que la “10 de Octubre” abona parte de la serranía cienfueguera.

 

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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