Centro Dramático de Cienfuegos casi seis décadas de teatro clásico y cubano sobre las tablas

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Fermento para el desarrollo definitivo del Teatro en la provincia, significó la creación del Centro Dramático de Cienfuegos en enero de 1963. Consecuente con su política cultural, el joven Gobierno Revolucionario extendía a toda la Isla el acceso a la manifestación que, hasta entonces, solo en La Habana mantenía sus espacios. Asegura Gabriel López Duarte, uno de los fundadores del colectivo que “fue a mediados de 1962 cuando se decidió descentralizar la práctica teatral”.

“El teatro, antes de la Revolución, solo se hacía en La Habana”, confirma el actor, “la idea, desde el Gobierno, fue que en cada provincia existiera un grupo profesional”. Recuerda que su creación contaron con el apoyo “de un matrimonio argentino, procedente del Teatro Fray Mocho, que todavía existe en Buenos Aires”.

La idea era formar la agrupación en Santa Clara, capital de la provincia de las Villas. “Todavía no se había efectuado la división político-administrativa”, acota López Duarte. Pero la tradición escénica que encontró en esta ciudad el duo Los Panelos, captó enseguida el interés de los teatristas suramericanos.

“Aquí existía, anteriormente al Centro Dramático, el grupo de teatro Ateno que desempeñaba sus actividades en el Ateneo de Cienfuegos. Era aficionado, pero muy sólido, con mucho rigor de trabajo y varios de quehacer”, cuenta quien dio vida al personaje, entre tantos a lo largo de su carrera, al Polillón del programa televisivo Mostachón y sus amigos en la televisión local.

Tras el debut con la obra Aquel Barrio nuestro, que el dramaturgo cubano José Ramon Brene escribió para los cienfuegueros, los fundadores emprendieron un teatro de guerrilla en comunidades rurales y en ciudades de todo el país.

Las grandes representaciones de los años 60 marcaron para siempre a protagonistas y espectadores. Aún se recuerdan El médico a palos, la comedia de las equivocaciones, Frank V, El muchacho de oro y El sombrero de paja de Italia.

El director teatral José Manuel Urquiza confiesa que era muy pequeño la primera vez que acudió al teatro. “Todavía no sé cómo me dejaron pasar”, confiesa, “vi Don Centén y los cheverones y no se me olvida el final de la obra. Como mismo marcó para mí, marcó para la extinta provincia de Las Villas.

El Centro siempre fue marcando una pauta con aquel comienzo, aquellas obras de una escenografía, de un montaje… después fueron haciendo cosas más pequeñas. Ahí todavía estuvo durante mucho tiempo Camino de las lomas, los clásicos de Onelio Jorge Cardoso que no pasan nunca, que se podían mover a cualquier lugar. Por eso digo que el Centro Dramático es algo que es trascendente y que debemos defender. Yo creo que es un ícono de la Cultura cienfueguera. Por aquí han pasado personas a las que siempre hay que volver. Nosotros tenemos una idea; queremos nombrar el salón del segundo piso Sala Juan Antonio Marín…” y José Manuel se emociona hasta las lágrimas ante el recuerdo de actor, desaparecido físicamente. “Fueron la gente que yo vi, la gente que me hizo decir yo voy a ser actor…”

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