Celedonia, los frijoles y la TV en casa

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A Celedonia nunca se le habían “pegado” los frijoles del almuerzo, hasta que tuvo ese aparato con nombre de oso en la sala de su casa y en el que ahora puede ver la novela de las 11 de la mañana por Cubavisión. Vive en El Naranjo, y va al cafetal tempranito, para aprovechar la jornada en la recogida, y a media mañana, mientras prepara el almuerzo, “no suelto el control remoto”, dice.

Ubicado geográficamente en las montañas de Trinidad, pertenecientes al macizo de Guamuhaya, el asentamiento de apenas 0,24 kilómetros cuadrados —a 620 metros sobre nivel del mar—, dista unos 60 kilómetros de Cienfuegos y se sitúa a 47 km al sudeste de Cumanayagua, la cabecera municipal. De 121 habitantes según censo poblacional de 1981, hoy son 301, de modo que la población casi se triplica, con lo cual se puede deducir que allí no ha hecho mella el fenómeno social de la emigración del campo a la ciudad.

A la intricada comunidad montañosa de El Naranjo, le ha “nacido” una antena para la TV digital estándar. /Foto: Dorado

Hasta hace muy poco la comunidad clasificaba en el grupo de las llamadas zonas de silencio de la señal televisiva. Pero desde mediados de agosto pasado El Naranjo salió del “limbo”, cuando tramo a tramo comenzó a “crecer” allí una enorme antena de recepción que le dio vida a los “pandas”, hasta entonces en mute en las humildes viviendas del batey. La comunidad fue enlazada hace ya poco más de un año al Sistema Electroenergético Nacional, otro beneficio que desterró los sobresaltos con la vital energía, pues aquella dependía de una mini hidroeléctrica que en tiempos de sequía los dejaba a oscuras.

Y lo uno dio paso al otro adelanto: el centro trasmisor para la televisión digital, instalado por especialistas de RadioCuba, cuenta incluso con el respaldo de un grupo electrógeno para asegurar la permanencia de la señal, lo que les permite ahora a los pobladores ver la programación televisiva, que antes disfrutaban de manera pública en una sala de TV comunitaria con tecnología satelital, analógica y muy mala calidad de recepción.

El asentamiento actual de El Naranjo no hace honores a su nombre, bautizado antaño así por la abundante presencia de cítricos en aquellos contornos. “Aquí no había un patio donde no florecieran los azahares de al menos un naranjo. Hoy es difícil encontrarlos por estas lomas, ni en el bajío; eso sí, muchos cafetos crecen y se multiplican con la repoblación a cargo de los muchachos del ejotaté*, que han venido a llenar de risas la zona y se hacen hombres a la sombra de los cafetales; ellos también tienen ahora televisión en sus campamentos”, apunta la campesina.

Ya Celedonia Salinas Machado y los más de 300 habitantes del asentamiento tienen cómo entretenerse, conocer e informarse en sus propias casas, a través de la televisión digital, allí en El Naranjo, intrincada comunidad serrana donde se cultiva y produce el café. Ya también a cada rato se le escucha soltar un improperio, cuando a mitad de novela los frijoles comienzan a oler a quemado. ¡Pero qué bueno que así sea!

(*) Se refiere a los soldados del Ejército Juvenil del Trabajo, fuerza popularmente conocida por su sigla, EJT.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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