El cartero llama… ¿para cobrar?

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Por favor señor cartero, mire y vea (oh, sí)

Si hay una carta (o algún periódico)

en su bolso para mí

Please, Mister Postman

The Beatles

 

El anciano aguarda como un melómano aferrado a un tango pasado de moda. Vive ajeno al vértigo de la tecnología. Poco le dicen las palabras celular, móvil, tableta o Internet, ni sus infinitas facilidades. Continúa fiel a la vieja costumbre que lo hace feliz: leer diarios a la hora de la siesta, pero el cartero no llama a la puerta.

Cada día se le hace más difícil alimentar el hábito. La figura de esa persona que reparte correspondencia, avisos, periódicos, ya no resulta tan habitual en los barrios, y por tal motivo, en ocasiones, el anciano se ve obligado a aplazar su lectura. Al parecer, los nuevos tiempos se empeñan en borrar del panorama cotidiano la imagen del cartero.

No sorprende, entonces, la afluencia de quejas a la Redacción de nuestro periódico con respecto a las fallas en la distribución de la prensa a domicilio en el municipio de Cienfuegos; si bien esta realidad se palpa en otros territorios de la provincia y del país.

“Resulta increíble que hace más de una semana no llega el periódico al Centro Histórico, al menos a la calle 23. Dice ‘Correos’ que no hay personal, y que nadie acepta ser cartero. ¿Será posible?”.

“En Junco Sur no hay cartero y por eso no recibimos el periódico. ¿Qué pasará ahora, pues ya el servicio está pagado?”, inquieren algunos lectores vía SMS.

UN PLATO NO SIEMPRE BIEN SERVIDO

Entre los servicios postales básicos (universal, por añadidura) de la Empresa de Correos está la entrega a domicilio de prensa y publicaciones al sector estatal y particular. Sin embargo, muchos clientes muestran descontento con dicha prestación, ya que no les entregan los rotativos y revistas con la puntualidad esperada.

“Soy suscriptor del ‘Granma’ desde hace más de 40 años, porque me gusta recibir la prensa en mi casa y leerla a diario. Esta no es la primera vez que ocurre tal desajuste con su llegada”, manifiesta Norberto Regidor, residente en el Centro Histórico de la ciudad.

Según arrojan las entrevistas, la escasez de carteros figura como la causa principal de tal disconformidad. De acuerdo con Odalis Martínez Vega, jefa de Recursos Humanos en la UEB Cienfuegos 1, de una plantilla de 24 están cubiertas 22 plazas. Sin embargo, Yaney Abreu González, jefa de brigada de Cartería, asegura que solo están trabajando catorce carteros. Sí coinciden en señalar que no tienen personal para cubrir vacaciones. Esas ausencias impactan en los suscriptores.

“Si se me van de vacaciones, no hay un suplente que me cubra ese puesto. Al no tenerlo, le pedimos a la población que venga a buscar el periódico aquí. Los carteros tampoco tienen la culpa de eso. Ellos, incluso, se pueden enfermar”, alega Yaney.

“Cuando llamamos a Correos para indagar sobre el por qué de la no entrega de los periódicos, nos dicen que no hay carteros y nos sugieren que vayamos a recogerlos allá. Pero cuando llegamos, nos indican: ‘Hay que esperar a las 3:00 p.m.’. Nos hacen caminar por gusto. La mayoría de los suscriptores somos personas mayores, a quienes nos agrada leer la prensa y para eso pagamos por adelantado”, revela Gilberto Hernández.

Otros disgustos surgen cuando, luego de no tener quien les lleve la prensa, aparece alguien para cobrar el servicio. “Esto es absurdo. Quince días sin recibir el periódico porque NO hay carteros, y ahora vienen dos para cobrarlo. Resulta inadmisible, porque si no lo pagas, no te lo traen. Pero cuando ellos incumplen, ¿qué pasa con esos periódicos ya pagados y que nunca recibí?”, se pregunta un suscriptor también por la vía del SMS.

Similar desazón muestra Elena Vázquez Estrada. “No soy de las que acostumbra a maltratar verbalmente a nadie, pero me disgustó mucho que después de quince días sin recibir el periódico, se aparecieran a cobrar el de abril. Yo sé que la culpa no la tienen los carteros, pero molesta que te digan ‘no hay’ y de pronto aparezcan. ¿Qué pasa con los periódicos de marzo que no recibí; a dónde fueron a parar; quién los vendió; en qué lugar; qué ocurre con mi dinero?”.

Contrastan esa afirmación las palabras de la jefa de brigada de Cartería. “Cuando nos faltan carteros, tampoco hay quien vaya a cobrar. Vienen los suscriptores a pagar aquí, como pasó con los de la Zona 2, de Punta Gorda. El cartero se enfermó y ellos vinieron a pagarlo. También les hemos dicho: ‘no tenemos quien les reparta el periódico. Si ustedes lo desean, lo pagan y vienen a buscarlo. Como no quieren perderlo, lo hacen. Luego reclaman, pero nadie los obligó, se les dijo la situación”, asevera.

“Los clientes preguntan cuando uno deja de llevarles el periódico. La respuesta mía es que si estoy de vacaciones, no soy responsable de que pongan uno a cubrir mi puesto o no; eso es asunto de la Administración. Pero quienes tienen que dar la cara al cliente somos nosotros. A veces, hasta te ofenden y dicen cosas, con razón, pero nosotros no tenemos porqué recibir esa mala respuesta. Hay mucha falta de respeto en eso, pues no hay quien nos sustituya”, afirma el cartero William Soriano Calvo.

SIN SALARIO NO HAY PARAÍSO

“Aquí hay gran fluctuación de la fuerza laboral. Vienen, trabajan dos o tres días, se van. A veces firman los papeles y ni siquiera llegan a empezar. Ahora tienen mejores condiciones de trabajo: les dieron uniforme, botas, bicicletas nuevas, pero los sigue golpeando el salario. Es mucho esfuerzo para tan poco dinero. El solazo y el pedal que tienen que dar resulta demasiado, y al final lo que cobran es muy poco. Permanecen los viejos, los que llevan años, pero quienes empiezan nuevos, no duran nada”, manifiesta Odalis Martínez Vega.

Concuerda Yaney Abreu González, quien acentúa que “nadie quiere venir a hacer un contrato para esas plazas porque el cartero tiene mucho trabajo para muy poco salario”.

Las palabras del cartero Arturo Héctor Rivero respaldan tal afirmación. “Muchos se van porque ven el poco dinero. Yo me he mantenido porque ya llevo tiempo. Cuando nos vayamos los viejos, habrá que cerrar la oficina, pues la juventud prefiere hacer otras cosas para ganarse la vida.

“Tenemos malas condiciones de trabajo. Nos dieron bicicletas hace poco, pero la mía está parada en la casa, rota, y no nos dan piezas. Hace meses no nos entregan lapiceros y los necesitamos para la correspondencia certificada”, agrega.

En la opinión de William, el sacrificio de los carteros es incompensable. “Y que uno asuma el trabajo de dos es imposible. A veces el periódico llega un poco tarde, tienes que salir a distribuirlo al resistero del sol. Yo si tiro una zona, no puedo tirar ni medio de la otra. Luego, si haces el trabajo de otro, tampoco te lo pagan”, expresa.

De domingo a domingo, bajo lluvia, frío y sol transcurre la jornada del cartero. Un anciano fiel lo aguarda. También él conoce de precariedades laborales, de salarios que no satisfacen, de mil y un problemas. Pero insiste. No renuncia a leer su diario a la hora de la siesta.

*En coautoría con la periodista Mercedes Caro Nodarse.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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