Carmita Ignarra, de la ascensión al olvido

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Esta deslumbrante beldad, rubicunda y de ojeadas azules, no tuvo una carrera profusa como hubiese merecido, pero dejó un legado casi mítico en la historia de la radio, la televisión y el cine latinoamericanos. Su belleza era comparable a otras divas, como Miroslava o María Félix, aunque no le agradaba ser nombrada de ese modo; empero, la vida no le ofrece las oportunidades de aquellas y acaba prematuramente en el olvido.

Carmen Ignarra Güell nace en Cienfuegos el 30 de marzo de 1927, en medio de una familia acaudalada y culta, siendo hija de José Ignarra Petriccione y Ana María Güell, al tiempo que tataranieta del I Conde de Güell, Eusebio Güell y Bacigalupi. Sus estudios primarios se inician en la Perla del Sur y los concluye en los Colegios de las Dominicanas y del Apostolado de La Habana.

Desde la infancia Carmita devela su interés por el arte de la representación; primero como cantante, próxima a cumplir dos años, con una considerable afinación y melismática (aunque no actúa ante un público hasta 1933), luego como “actriz” aficionada, narrando La Caperucita Roja y declamando poesías en la barriada y las fiestas familiares.

En 1935, durante una visita a la capital cubana, se entusiasma y participa en el popular programa radial La Corte Suprema del Arte, conducido por José Antonio Alonso, donde conquista el primer lugar recitando Los Flamencos. La maestra Julia de Montalvo le hace debutar en el Liceo de Cienfuegos, el martes 2 de febrero de 1937. Tras este recital, la pequeña comienza a ser invitada a casi todas las instituciones y clubes de la ciudad y otras plazas de Matanzas, Santa Clara y Sancti Spíritus. A los 16 años la hermosa actriz consuma su último concierto, caracterizando a la Doña Inés de Don Juan Tenorio de José Zorrilla, y protagoniza obras teatrales como Las Flores y Canción de cuna, de Gregorio Sánchez Sierra.

Justo, en 1943 ofrece un recital de poesías en el Círculo de Bellas Artes de La Habana y contiguo debuta en la radio, actuando en novelas radiales como Kid Chocolate, usualmente en roles protagónicos. En esta producción es encomiada por su labor como el exitoso boxeador en su adolescencia, lo que produjo el asombro de los oyentes al descubrir que la voz masculina y su acento afrocubano eran suyos. Por esa época igual destaca en la biografía novelada La vida de Rodolfo Valentino en CMQ-Radio, junto a Juan Lado, y graba un disco de narraciones (único de su tipo en el país) para la Compañía Panart, en la que encarna a todos los personajes. También recibe la invitación del gerente de la Ibero-América Films Eladio Novo para participar en el proyecto fílmico Gardel no ha muerto, que no se llega a acometer.

Entre 1944 y hasta 1947 la Crónica Radial Impresa le entrega el lauro como “La más destacada actriz del año”, en calidad de damita joven, entregado por la cadena CMQ. En esta travesía radiofónica emociona en los dramatizados Lo que pasa en el mundo, Las aventuras del señor Chang, Lo que el río arrastra, Historia de una mujer, Peor que las víboras, la Novela del Aire, las aventuras Tamakún, Los tres Villalobos y El corsario negro, Flor de insidio y Lorenza Rojas.

Actuando en el filme Cecilia Valdés (1948).

Su debut en el cine acontece en el malogrado cortometraje Ecce Homo (1948), de Aurelio Lagunas, suerte de escenificaciones de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Ese año emerge en el filme Cecilia Valdés, del español Jaime Saint-Andreu Grimalt, en el que interpreta a la aristócrata Isabel Ilincheta y poco después en Ángel caído (1949), del mexicano Juan J. Ortega, donde acomete el rol de Carmen, la vecina que ayuda a Alicia a mantenerse, a la que sigue el policíaco Siete muertos a Plazo Fijo (1950), de Manuel Alonso, recreando a Margarita, la novia del detective, uno de los mejores filmes del cine nacional pre-revolucionario. Esta triada signa sus escasas producciones en la Isla.

Luego del inicio radial, la actriz se glorifica como dama joven en notorias radionovelas cubanas e iniciada la década de 1950 interviene en múltiples espacios televisivos, como El humo del recuerdo, Ciclorama, Una luz en el camino, Conflictos humanos, Teatro Revlon, Teatro Sherwin Williams y Cándida, basada en el texto de Bernard Shaw. En este medio es que llama la atención por su belleza y personalidad, siendo alabada como una de las mujeres más bellas de Cuba. Asimismo, logra emplazar ese garbo y esa sensibilidad en la escena, en puestas de la compañía de la mexicana Magda Haller y su compatriota Otto Sirgo. En 1950 es encomiada como Dama Principal de la Radio Cubana, suceso que repite a inicios de los años 60, y en 1958 logra una gran popularidad con el programa Teatro Santa Isabela, junto al galán Jorge Félix.

Para esa fecha, Carmen tenía algo muy claro: No le interesaba su carrera artística, aunque siempre se mostró como una actriz disciplinada y perfeccionista. La meta era encontrar el hombre de su vida.

Durante una puesta teatral de Mama, escrita por Sánchez Sierra, es cortejada por el empresario cinematográfico Santiago Reachi Fayad, quien había lanzado a Mario Moreno y le convidó a hacer carrera en México; pero en aquel y otros momentos renunció a la experiencia. No obstante, acepta su invitación y viaja a la capital azteca para incorporarse al proyecto El Fantasma y Doña Juanita, que debía dirigir el español Luis Buñuel. Poco tiempo después la cubanita descubre que el multimillonario mexicano-libanés le había mentido para seducirle.

Con el propósito de no regresar a la Isla sin haber probado suerte en el cine, para evitar el ridículo ante la prensa cubana, se instala momentáneamente en México y termina casándose con él en 1954 y concibiendo su única hija, Ana Reachi Ignarra, cuyo padrino fuera el propio Cantinflas. En este nuevo periplo alcanza a codearse con no pocas celebridades del cine, la escena azteca y el arte en general. De hecho, Diego Rivera, quien le obsequiara un intenso retrato, dos pinturas y varios murales, vivió durante algún tiempo en su casa poco después de la boda.

Celada por Reachi, quien aspiraba a que no progresara en la industria y se convirtiera en una notoriedad, sus desempeños en el cine se vieron reducidos a pequeños roles. En una entrevista concedida al investigador Luis Roberto, la actriz expresa: “Santiago no me dejaba trabajar, para entretenerme como al niño que se le da un dulcecito, me dejó trabajar en algunas películas, pero la consigna era que yo no figurara y que estuviera mal iluminada para que mis papeles no destacaran. Cuando un productor en Hollywood le dijo a Santiago: -Voy a hacer de tu mujer una gran estrella, Santiago contestó: -Jamás permitiré que me señalen diciendo ahí va el esposo de Carmen Ignarra”.

En su etapa de esplendor, junto a Libertad Lamarque.

En consecuencia, el presidente de la Metro Goldwyn Mayer le llega a ofrecer varias propuestas para la gran pantalla, pero su esposo puso todas las trabas.

Se le aprecia en el filme Los solterones (1953), de Miguel M. Delgado, junto a Luis Aguilar y Rosita Arenas, recreando a Magda. Asimismo,encarnando a Virginia en Y mañana serán mujeres (1955), de Alejandro Galindo; junto a Rosita Quintana, Roberto Cañedo y Dalia Iñiguez, laborando en El monstruo de la sombra (1955), de Zacarías Gómez Urquiza,en el que recibe su personaje más anchuroso, e Historia de un marido infiel (1956), de Alejandro Galindo, al lado de Francisco Petrone.

Tras divorciarse en 1959, luego de una historia de separaciones y quebrantos, en la década siguiente se traslada a Monterrey, donde es una de las pioneras en la televisión local y recibe el respaldo de la comunidad, logrando reiniciar sus laboreos en varias telenovelas del Canal 6.

Luego se convierte en la primera actriz cubana que filma en Europa. Trabaja, cuanto le es posible, en el cine italiano, español y rechaza muchas ofertas para poder actuar en Francia. Entonces filma en España la comedia Trío de damas (1960), de Pedro Lázaga y junto a Paco Rabal; y la comedia Don Lucio y el hermano Pío (1960), de José Antonio Nieves Conde. No logra hacer más, echar raíces en otra parte, debido a que sus padres viven en Cuba; aunque finalmente se radica en México (tiene la ciudadanía mexicana) y estabiliza su existencia.

En 1964 asoma en la telenovela San Martin de Porres, al lado del cubano René Muñoz, bajo las órdenes de Antulio Jiménez Pons para Televisa, interpretando a Francisca, esposa de Mateo, el propietario de la farmacia del pueblo. En Monterrey, Jesús Alvariño y Raúl Du Breuil erigen para su goce un teleteatro. Junto al actor Tony Carvajal protagoniza en 1965 Rutas del destino, el primer dramatizado concebido en el Canal 6 de Monterrey, en el que estelariza obras como El baile, Lecho nupcial y Del brazo y por la calle. Del mismo modo, protagoniza con este actor la primera telenovela hecha en la Sultana del Norte, Maribel, el anticipo de otras. Sus desempeños se extendieron hasta la década de 1970, en que resulta conductora de espacios semanales al estilo de La casa de Luis Demetrio.

En 1970 contrae segundas nupcias con el Dr.Mario San Miguel, que igual y paulatinamente la aleja de la creación artística. Televisa intenta reforzar su carrera televisiva, pero apenas logra participar en un programa. Esta decisión le indujo a retirarse de los medios y el teatro.

No es hasta la década de 1980, cuando vuelve a liberarse de la tortura del matrimonio y ya ha perdido a sus padres, que resuelve continuar su existencia en solitario y tímidamente asoma en varias producciones de Teatro México, en adaptaciones como Mefisto y Yerma. A inicios de los 90 se le percibe en los programas Foro, liderado por el jornalista Gilberto Marcos Handal para el Canal 2, XEFB, de Monterrey.

Carmita en dos épocas. A la derecha, con el retrato concebido por Diego Ribera en 1954.

En 2007 es recuperada a través de una sección llamada Carmita califica, del espacio televisivo Volumen 2, en la televisora de Monterrey, donde funge durante nueve meses como jurado de talentos. Ese mismo año las cineastas dominicanas Laura Amelia Guzmán e Isabel Cárdenas le reclutan para concebir el documental Carmita (2013), un relato emotivo sobre la cubana que soñara convertirse en la actriz más grandiosa del Caribe en Hollywood, que no resulta de su agrado, y el realizador A. Moreno de la Reguera le involucra en el documental Algo raro está pasando, donde encarna a una asesina serial de ancianas.

A mediados de 2010 participa en la teleserie Méteme gol, de la televisora local, donde asume a una villana sin recatos y criminal. En activo persiste hasta 2011 en la pequeña pantalla. Para entonces sobrevive en una residencia en ruinas de estilo francés, en la Colonia del Obispado, acosada por los recuerdos.

Muere a causa de un infarto el 1 de agosto de 2017 en Monterrey, Nuevo León, a los 90 años de edad. Al momento del deceso había legado tan solo nueve largometrajes, un cortometraje, cerca de 13 radionovelas y 25 producciones, entre escénicas y televisivas.

Sus restos yacen, tal como reza su última voluntad, en el Parque Funeral Guadalupe.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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