Carlos Julio Trujillo: un constructor de pies a cabeza

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Cuando se habla del desarrollo socio-económico de la provincia de Cienfuegos, de las obras industriales más renombradas, nacidas del talento y el esfuerzo de los constructores, no se puede obviar a Carlos Julio Trujillo, uno de sus artífices, el hombre que al frente de otros miles las hizo realidad.

Quien conozca su trayectoria, de los más de 60 años dedicados a este sector, no puede menos que concluir que su historia laboral se asemeja más a una leyenda.

De este hombre podría decirse que nació para construir. Si no, que lo digan quienes lo conocen, los actuales y antiguos testigos de las obras donde grabó su impronta.

¿Qué sería de Cienfuegos sin su molino de trigo, su fábrica de pienso y planta de torula; sin la base de apoyo de la Refinería Camilo Cienfuegos, los hoteles Unión, el Jagua o la restauración del Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua?

Cada una de ellas las dirigió Julio Trujillo.

Pero hay una por la que siente algo entrañable: la Central Electronuclear de Juraguá, malograda tras el derrumbe del campo socialista.

Saludable como un roble, cabría pensar que a Carlos Julio Trujillo no le es dado recibir un mérito más. Esta especie de leyenda viviente es fundador del Ministerio de la Construcción y por su brillante ejecutoria fue elegido para integrar el Comité Central durante el Segundo y Tercer Congresos del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Tomó parte en tres de esos eventos, en casi todos los del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción (SNTC) -que le concedió la medalla de Cincuentenario-, en los de la Unión Nacional de Ingenieros y Arquitectos de la Construcción de Cuba (UNAICC), que hace unos años lo nombró Presidente de Honor.

Jubilado desde el 2003 lo encontramos ahora, a sus 78 años, como asesor de los directivos del Grupo Empresarial del MICONS en Cienfuegos, entidad que tendrá el peso de la ejecución del polo petroquímico de la Refinería de Petróleo Camilo Cienfuegos.

Vanguardia Nacional del SNTC, Trujillo pudo haber acumulado riquezas cuando la firma ecuatoriana INTACO, para la cual trabajaba antes del triunfo de la Revolución, le propuso irse con ellos cuando canceló sus negocios en Cuba. Para entonces esa entidad sabía de su talento y extraordinaria capacidad para dirigir con eficiencia obras importantes.

Mas ese hombre no olvidó su origen. Prefirió ponerse al servicio de su pueblo.

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