Caracol gigante africano: Otro villano nos acecha

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¿Se acuerdan del Caracol Gigante Africano? … Porque yo casi me olvido de su existencia, después de que el nuevo coronavirus lo desterró hace ya más de un año de los escenarios mediáticos y comunicacionales, donde alguna vez alcanzó una relevante notoriedad.

¿Pero solo relevante? Yo diría más: desmesurada, al extremo de que no había espacio informativo escrito, radiado o televisado en que faltara una referencia al famoso molusco, amén de los mensajes de bien público que constantemente nos alertaban de su letal condición de plaga de cultivos y vector de enfermedades.

Claro, no era para menos. El Achatina fulica, introducido en Cuba en 2014 y dotado de una impresionante capacidad de adaptación, figura entre las cien especies exóticas invasoras más perjudiciales del orbe.

Hoy su presencia se reporta en más de medio mundo, pero en el clima húmedo de Cuba, el indeseado visitante pareció hallarse de plácemes. Se multiplicó y se extendió a casi todas las provincias.

De ahí que podría pensarse que la saturación de menciones sobre el animalito en nuestros medios, aunque machacona a veces, se correspondía con las peligrosas credenciales que exhibía esa babosa gigante.

Eso está bien. Lo que no acabo de entender es cómo hemos llegado al otro extremo: al de una “desaturación” tan rotunda, que se hace imposible encontrar en la prensa nacional datos actualizados sobre su incidencia en campos y ciudades de Cuba, para no hablar de cómo han desaparecido de nuestras pantallas aquellas menciones y mensajes que constantemente nos alertaban del peligroso vector y nos orientaban sobre cómo combatirlo.

Para explicármelo he acudido incluso a la Teoría de la Comunicación y a una de sus proposiciones: la Agenda Setting, que pretende demostrar cómo los medios de comunicación masiva ejercen una gran influencia sobre sus receptores, al punto de establecer cuáles temas poseen un interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da.

Según esa hipótesis, los medios de comunicación pueden graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener un mayor impacto y una determinada expectativa.

De esta manera la agenda mediática — conformada por las noticias que difunden los medios informativos cotidianamente y a las que se les confiere mayor o menor relevancia—influye en la agenda pública.

Esto quiere decir, aterrizando la teoría en nuestras circunstancias, que la emergencia epidemiológica mundial provocada por la Covid-19 y su repercusión en Cuba, desplazó de los medios al malvado personaje de vistosa concha y lo sustituyó por otro, para nada visible, pero mucho más mortífero.

Aquí cabría otra razón  —parecida a la que justificó en su momento la abrumadora presencia mediática del caracol— y es que la percepción de riesgo necesita ser constantemente sustentada desde la información y el análisis.

Pero lo paradójico radica en que, aunque la amenaza del Caracol Gigante Africano —al menos en lo inmediato— es incomparablemente menor a la que para la vida y la economía representa el SarsCoV-2, no deja de ser aquel un peligro a mediano plazo si se baja el perfil de las advertencias sobre su impacto.

¿Por dónde andarán ahora las estadísticas sobre su incidencia? A falta de una información disponible en nuestros medios de prensa, me remití a fuentes del Ministerio de la Agricultura a través de especialistas del área de Sanidad Vegetal en Cienfuegos, que valga la salvedad, era una de las provincias menos afectadas por el invasor antes de que su rastro prácticamente se invisibilizara en nuestros espacios mediáticos.

Constatar que al menos esa excepcionalidad se mantiene, fue una de las revelaciones hechas por Juan Carlos Casín, especialista de Cuarentena de la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal del MINAG.

En efecto, excepto en Cienfuegos y en Guantánamo, según el experto, el Caracol Gigante Africano se encuentra en el resto de las provincias del país, en 59 de sus municipios. Se le ha localizado principalmente en asentamientos poblacionales, patios de viviendas, áreas verdes y basureros, aunque hasta la fecha no se han reportado afectaciones en áreas agrícolas.

“Desde que Cuba declaró el estado de alerta ante esa amenaza –—explica por su parte Delvis Subit Lamí, director de Sanidad Vegetal en Cienfuegos, en nuestra provincia se creó un Grupo Temporal de Trabajo integrado por representantes de la Agricultura, Salud, la Defensa Civil, las organizaciones de masas y todos aquellos sectores que de una forma u otra podían contribuir a la vigilancia y el control de la plaga”.

Y Delvis ilustra con dos ejemplos cómo el accionar del Grupo ha evitado que Cienfuegos pase a integrar la lista de las provincias preferidas por el caracol: sendas operaciones realizadas por ese equipo, una en la montaña, en áreas del Nicho, en la cual se interceptó a algunos individuos que lo transportaban con fines religiosos y otra en la Planta de Molinado de Plástico, en la Zona Industrial, a donde un camión con materias primas procedente del municipio matancero de Cárdenas había arribado con algunos ejemplares. En ambos casos, las personas avisaron, se tomaron las medidas y se evitó la instauración y propagación del Achatina fulica en predios sureños.

La percepción de riesgo ante esta plaga debe continuar promoviéndose, más ahora cuando comienza el periodo lluvioso en nuestro país, propiciatorio de condiciones ideales para el establecimiento, la propagación y el desarrollo de la especie. Porque aunque hasta la fecha no ha causado afectaciones en la agricultura, su reproducción excesiva y su forma voraz de alimentarse, pudieran impactar negativamente en ese sector, por demás estratégico para el país.

En una coyuntura en la que una combinación de pandemia, bloqueo y crisis económica hace que Cuba apueste por sus propias reservas de resiliencia para sobreponerse y que parte importante de ese potencial se promueva desde nuestros campos — uno de los hábitat preferidos por el caracol de marras— constituyen razones suficientes para reclamar su regreso a nuestros medios de comunicación.

Quizás con la debida mesura que implica el rol de actor secundario en un melodrama donde, lamentablemente, el nuevo coronavirus seguirá siendo el protagonista quién sabe por qué tiempo más, los peligros del Caracol Gigante Africano y la mejor manera de combatirlo, no deben ser olvidados.

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Omar George Carpi

Periodista del Telecentro Perlavisión.

2 Comentarios en “Caracol gigante africano: Otro villano nos acecha

  • el 27 mayo, 2021 a las 10:42 am
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    Muy preocupante la reaparicion del caracol gigante africano y si esta provincia esta libre de esa plaga que se redoblen las medidas y controles y al que se le ocupen estos con fines religiosos que sean sancionados por trasmisores de plagas,enfermedades o la causa que se le pueda imputar.

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    • el 27 mayo, 2021 a las 9:26 pm
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      Gracias por comentar, Eddy. Y tiene usted mucha razón: el no reportar la presencia del Caracol en nuestra provincia no puede llevar a desmovilizarnos. Al contrario, es el momento de aprovechar esa ventaja para extremar las medidas que impidan su aparición.

      Respuesta

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