Cándido(s)

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Cándido era un discapacitado mental, el término políticamente correcto para designar a lo que en tiempos antiguos le llamaban loco, quien vivía en Isla de Pinos durante la época de esa neocolonia americana que Trump, el rey de los dementes, pretende perpetuar en Cuba gracias a los orgasmos auditivos que Marquitos Rubio le provoca en sus orejas de payaso de American Horror Story.

Al parecer, en algún momento el pinero de nacimiento cuerdo, perdió la cordura y le dio por algo inaudito; nada malo por cierto. Su misión en el mundo a partir de la “transformación” consistió en ayudar a las personas.

Tomás Gutiérrez Alea, uno de los dos únicos maestros de la historia del cine cubano, tenía entre sus planes truncados por la temprana muerte la filmación de la historia de dicho “insano” habitante de la actual Isla de la Juventud.

En la conferencia dictada por Titón en la undécima reunión anual de la Asociación de Estudios del Tercer Mundo, celebrada en 1993 en Tacoma, Washington, el creador de Memorias del subdesarrollo recordaba que la primera obsesión de Cándido fueron los baches. “Tan pronto como descubría un hueco en la vía pública, corría a buscar una carretilla, la llenaba de grava y arena, y él solo sin encomendarse ni a Dios ni al diablo se dedicaba afanosamente a rellenar el bache con una pala.

Cándido tenía las virtudes propias del benefactor o, por lo menos, del activista de la comunidad: era generoso, diligente y esforzado, una réplica criolla del Quijote (…) Un buen día, al advertir que la gente se aburría por falta de distracciones dominicales en el pequeño pueblo, Cándido concibió dos proyectos: uno, instalar en la glorieta del parque un viejo piano, para amenizar las veladas, y dos, construir un largo paseo o malecón junto al río. Lo primero lo ejecutó sin demora; lo segundo –que por su envergadura requería una fuerte inversión inicial lo afrontó organizando un one man show para recaudar fondos. Por cierto, todos los instrumentos musicales fueron construidos por sus propias manos. Hay que aclarar que sus energías no siempre se orientaban hacia la solución de problemas colectivos. Al cojo del pueblo, Cándido le construyó una prótesis con los restos de una mesa, y con las teclas de un piano de otro piano se fabricó a sí mismo una dentadura postiza. En fin, que se trataba de un caballero andante consumido por el afán de servir, resuelto a no dejarse vencer por los obstáculos. Era el tipo más antiburocrático que he conocido en mi vida. Aun hoy no vacilaría en incluirlo entre mis personajes inolvidables”, confesaba Gutiérrez Alea.

Ha habido una multiplicación de Cándidos durante el período de recuperación del huracán Irma en Cuba, cual siempre ocurre luego de tales devastaciones naturales. Como nuestro país no es el ignorado Puerto Rico, de cuyo dolor Washington se olvidó por completo y prohibió la ayuda de otras naciones a su pequeña colonia caribeña, primero que todo existió una clara voluntad política que permitió la expansión solidaria propiciadora de la restauración general del territorio en un plazo muy breve. Electricistas, técnicos de telecomunicaciones, constructores, trabajadores de Comunales, efectivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, vecinos…, la colectividad sumó su fuerza conjunta para afrontar el duro golpe y levantarnos, una vez más.

No me arriesgaría a ser tan tajante como el Papa Francisco: “Quien no viva para servir, no sirve para vivir”, pero sí es importante hacerlo si se vive dentro de una sociedad. Se sirve a un proyecto de muchas maneras, e incluso desde la más simple de todas, así no hagas nada más: no perjudicar al prójimo.

Sin embargo, por el contrario, también han asomado con fuerza su rostro en este escenario post-ciclón la otra Cuba, los otros cubanos. Estos, en vez de servir a lo Cándido, proceden de forma del todo diferente.

Duelen las expresiones de abuso manifiestas en precios extraordinariamente elevados por parte de vendedores particulares, legales e ilegales, de diversos productos; la insensatez; la falta de respeto a los congéneres; el desamor colectivo; la violencia emocional explícita en algunos de quienes deben prestar servicios y no entorpecer el trabajo colectivo de un país por restañarse y seguir.

Más allá de las carencias o de la crisis económica de cuyo cuerpo son recidiva, la nación debe enfrentar a futuro una impostergable epopeya alfabetizadora ético cultural con estas personas que no podemos taparnos los ojos, no resultan el sector social predominante, pero sí ocupan cada día mayores espacios. Si ese, el reverso de Cándido, continúa empoderándose en Cuba, muchos y peores males sociales caerán sobre nosotros.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

5 Comentarios en “Cándido(s)

  • el 2 octubre, 2017 a las 8:02 pm
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    Me parece muy bien el articulo, solo quiero decir que hay alguna impresicion en el tema de la ayuda del gobierno americano a Puerto Rico, si es real que hubo una demora inicial, debido quizas a que no se calcularon los daños y la maginitud del huracan y dada la lejania de la isla del territorio continental, Puerto Rico ha recibido y esta recibiendo del gobierno federal y de varias agencias miles de millones de dolares en ayuda, suficiente para hacer la isla nueva, que quedo practicamente arrazada luego del huracan categoria 5 que la azotara, la ayuda esta llegando de FEMA, del ejercito, la marina, las orgaizaciones privadas, estoy seguro que el pueblo boricua pronto estara nuevamente en pie..

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  • el 2 octubre, 2017 a las 11:34 am
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    Mariana: si a usted, a quien le tipifica su constante ejercicio de análisis de nuestros escenarios sociales, le pareció bien el texto, en algo entonces pienso pueda contribuir el mismo a esta batalla de pensamiento y ética en la cual debemos introducirnos todos, so pena que, de caso contrario, nos pase la aplanadora por arriba, y no justamente la de las labores de la recuperación. Abrazos de colega y seguimos en combate.

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  • el 2 octubre, 2017 a las 10:49 am
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    Excelente comentario Julio, que no prosperen los Cándidos en reversa en esta sociedad, los que se sientan a la puerta de casa a esperar cómo les recogen su basuran, los árloles caídos en su patio…; o los que se aprovechan del ciclón para saquear al vecino, como le sucedió a mis padres en su finquita. Los cubanos nos hemos caracterizads por ser solidarios con nosotros mismos, que ese espíritu no muera y que la desidia no anide aquí; recuerdo que en otros eventos mi teléfono reventaba por vivir en un piso alto y peligroso, y esta vez no fue así, quizá hasta yo fui poco solidaria, gracias por tratar este tema, cuando te sé estás supercomplicado. tu “locura” te y nos salva

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