Cándido (Candelario) Vives, entre maderas y charangas

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Dentro de la historia de la música sureña, varios creadores han desarrollado su vida y obra fuera de la provincia. Entre ellos Cándido Vives, conocido en Cienfuegos como Candelario, debido al día de su nacimiento, el 2 de febrero  de 1932. Su huella más significativa para la Perla del Sur, está dada por la creación de la charanga Universal de Vives, de la cual reseñamos hoy.

Cándido es de los niños y adolescentes que tuvieron la oportunidad de comenzar sus estudios de música en la Banda del Cuartel de Bomberos de Cienfuegos, situado en San Luis, entre San Fernando y Argüelles. Allí fue alumno de los músicos y pedagogos Lorenzo Lozano, quien lo introdujo en el aprendizaje del saxofón y Dulfo, en el solfeo. Por su edad, no pudo incorporarse a la Banda Juvenil de los Bomberos; pero sí a la Banda Municipal, a la que entra con 16 años ocupando el atril correspondiente al saxofón barítono.

Aunque comienza tocando el saxofón, se define luego por el contrabajo, instrumento que le va a acompañar toda su vida. Siendo integrante de la charanga Unión Fraternal, y producto de un déficit de contrabajistas, es que se ve motivado para aprender a tocarlo. Se inicia en este instrumento con la ayuda de Castellanos, un músico cienfueguero, respetado entre el gremio.

Luego continúa perfeccionándose de manera autodidacta. En la década del 60 integra la Orquesta Jagua, una Jazz Band que dirigía Pedro Julio Sánchez.

Cándido Vives con la Orquesta Jagua. Candelario en el contrabajo.

Aparejado a su formación como músico, Cándido Vives, aprende el oficio de la carpintería, el mismo de su padre. Mientras trabajaba junto a él, alternaba como músico en la Orquesta Loyola. Con el tiempo une estas habilidades y se convierte en Luthier. Oficio por el cual sería también reconocido en Santa Clara.

Con la Orquesta Loyola va de gira a Camagüey. Estando allí, decide permanecer un corto período en esta ciudad colaborando con otras agrupaciones. A su regreso a Cienfuegos, en el año 1962, funda la charanga Universal de Vives, siendo su director y contrabajista.

Orquesta Loyola y su Ritmo Propio.

La nueva agrupación tuvo un corto tiempo de duración, de aproximadamente dos años y algunos meses. Gozó de un buen momento de acogida por parte del público y se presentó en plazas de toda la antigua provincia de Las Villas y también en Camagüey.

Al evocar a la Universal de Vives, Candelario comentó: “Entre los que conformaron la nómina de esa época está Mayito (Mario Bernal), que después vino para Santa Clara también a tocar con la Aliamén y se quedó aquí; Fernando Cabrera, violinista; el niño (Pedro Aday), en la percusión; Garabito, en la tumbadora; Justo Ferrer y su hermano Roquelino, que tocaba el piano; Julio como timbalero; Luís (güiro); Franklin, René Candelario (violín) que era pelotero y su familia vivía en los altos frente al cuartel de bomberos; en las pailas Papín, de Cruces; en la flauta, Julio Elías Sánchez Pérez.

“Como cantantes estaban un muchacho que era de Manguito y le decíamos así, Manguito, Tomás Sierra, Cabrerita, José y Pipe. En nuestro repertorio teníamos chachachás, danzones, que es lo que entonces se tocaba; montamos algunos temas de Felito Molina también. Nos buscaba las fiestas un señor de apellido Valido, que era como especie de un representante.

La Universal de Vives hizo actuaciones en Ciego de Ávila, Trinidad y todo lo que era entonces la provincia de Las Villas. Ensayábamos en donde estaba la antigua emisora, en Prado entre San Carlos y San Fernando. La orquesta tuvo muy buena aceptación”.

De 1965 —que se desintegra la agrupación— a 1969, Cándido pasa a realizar otras funciones, apartándose por este tiempo de la música. En julio de 1969, parte a Santa Clara buscando otras oportunidades de trabajo. Allí integró la nómina de la orquesta charanga santaclareña Sí, Revelación y luego de la Armonía de Carlos, donde tocaba guitarra bajo. Con esta agrupación se mantuvo hasta su jubilación.

La historia de Cándido, como la de tantos músicos cienfuegueros que se han radicado en otros lugares, forma parte de los matices del patrimonio sonoro de Cienfuegos, hoy escrito gracias al aporte de cada uno de ellos.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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