Camino a la vida

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Cuando ya se encendían las primeras luces de la tarde-noche y caía una fina llovizna, Carlos salía al patio de la casa de unos amigos, sin imaginar que ese día marcaría su existencia para siempre. El piso de cemento estaba húmedo y un leve resbalón le provocó una caída, a consecuencia de la cual sufrió una fractura de cadera. De inmediato lo trasladaron al hospital y allí le fue practicada una operación. Pero ahí no termina la historia de Carlos Silva Suárez, un holguinero de 48 años.

Dos meses después de la intervención quirúrgica, y todavía en proceso de recuperación, perdió el equilibrio y esta vez se fracturó el fémur, lo que vendría a complicar su ya delicado estado de salud. No lo supo hasta que su familia cienfueguera lo trajo al Hospital Universitario Gustavo Aldereguía Lima (GAL), en vistas de que sus parientes aquí eran mayoría. En un inicio pensó que se trataba sólo de una molestia de su anterior dolencia y no acudió al médico.

Han transcurrido más de tres semanas desde el accidente, cuando su caso es valorado en la consulta de Cirugía Ortopédica y Traumatología del GAL. De inmediato deciden intervenirlo, es necesario recuperar el tiempo perdido. En la mañana de un día cualquiera, el team encabezado por el profesor Eduardo Sarmiento, prestigioso cirujano ortopédico; e integrado por los doctores Hugo Jiménez, primer ayudante; José Enrique Beltrán, instrumentista; las anestesiólogas Carmen y María; y los enfermeros Ernesto y Miguelito, se aprestan a “reparar” el fémur de Carlos, literalmente “partido” de forma transversal.

En la mesa de operaciones yace Carlos, con los ojos fijos en el techo. Quizá su pensamiento vuele hasta aquellos días en los que su vida transcurría de modo normal, cuando su estructura ósea estaba intacta. Gustaba de tomar copas, más de las normales, y sus pasos se hacían inseguros. Ahora permanece sedado, tranquilo, a sabiendas de que quienes le rodean lucharán por su vida incondicionalmente. Alrededor de la mesa se mueve Migue, como cariñosamente le llaman al enfermero circulante, la persona encargada del orden y el aseguramiento en el salón de operaciones. Dispone el instrumental y todo lo necesario para comenzar. Son las 10:45 a.m.

Al paciente se le suministró, previamente, anestesia regional o raquídea, como comúnmente se le conoce, lo que hace que permanezca consciente. La Dra. Carmen y la técnico María Palacios chequean constantemente los signos vitales y la tensión arterial de Carlos, 110 con 80 al comenzar, todo marcha bien. Ya hecha la incisión, se abre el camino hasta el fémur, hueso del muslo, el más largo del cuerpo. Pero el trayecto se torna difícil…

“Las reintervenciones son más trabajosas, por cuanto se forman adherencias y tejidos nuevos que dificultan el proceso. El hueso debe quedar al descubierto para el implante de la prótesis parcial. En este caso emplearemos una del sistema Richard, que es muy efectiva”, comenta en un “alto” el Dr. Sarmiento. El sudor corre por su frente y los espejuelos se le empañan.

Se suceden unas tras otras las preguntas de las anestesistas al paciente: “¿cómo te sientes Carlos?, ¿estás bien?, ¿tienes sueño?”; el objetivo es conocer su estado, también chequeado por un monitor. La operación se prolonga; Migue da rotación interna a la pierna del intervenido, el que no siente nada porque su cuerpo, por un tiempo, está indefenso, en manos del equipo de cirujanos. La tensión arterial disminuye, ha perdido mucha sangre. Son las 11:20 a.m., las anestesistas determinan que deben transfundir, la presión continúa bajando -80 con 60-. Le suministran oxígeno, el ambiente se torna tenso… Momentáneamente se detiene el trabajo de los cirujanos hasta tanto se estabilice el paciente. Se debate allí la vida de un ser humano.

Sobre las 12:00 m. ya la tensión del enfermo ha comenzado a normalizarse. Se reanuda la faena. Media hora más tarde le hacen exámenes de rayos X para ver el camino que recorrerán en lo adelante. Aprovechamos el instante para dialogar con los galenos acerca del material que se emplea para el implante de dispositivos de ortopedia. “Se utilizan elementos no ferrosos y biocompatibles, que sean flexibles, como por ejemplo el titanio, acero inoxidable, una aleación de níquel y cobalto, en fin, una amplia gama de elementos. Este método fue descubierto en 1911 y mereció un premio Nóbel”, abunda el Dr. Hugo Jiménez.

Cerca de la 1:00 de la tarde comienza el implante de prótesis parcial. El instrumental puede ser confundido con el de un carpintero, y es que de cierto modo lo son los cirujanos, porque ellos “reparan” nuestra armazón ósea. El ruidillo de un taladro anuncia que todo ha quedado listo para colocar un tornillo en la ruptura del fémur, método que asegura el próximo paso: la colocación definitiva de la lámina. El sistema Richard no es el comúnmente empleado en Cuba; sucede que estas piezas fueron traídas desde Sudáfrica por un médico cienfueguero, un hombre que dejó espacio en su equipaje para que personas como Carlos anden nuevamente por la vida.

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