Camilo Salaya y la restaurada “Capilla Sixtina” del Museo Provincial de Cienfuegos (+Galería)

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Un hecho despunta en medio de la agitación constructiva que envuelve al Museo Histórico Provincial de Cienfuegos. Las diez obras murales que el pintor filipino-español Camilo Salaya creara para el viejo inmueble, sumaron más años de vida a su existencia, tras someterlas a labores de restauración durante ocho meses.

El Grupo 200, integrado por los artistas Yeiler Ramos Chávez, José Abel González Cuéllar y José Ernesto Saborido Martín —miembros del Fondo Cubano de Bienes Culturales— asumió el rescate de los lienzos, con el aval del trabajo realizado antes en el Teatro Tomás Terry, donde lograron salvar piezas monumentales del mismo autor.

Alina Russo Reyes, directora del Museo, explicó que “como parte de la reparación del edificio y del cambio de la cubierta, fue necesario retirar las pinturas de Salaya que decoraban el falso techo original. Estas, aunque habían sido objeto de intervenciones precedentes, se encontraban bastante deterioradas, por el paso del tiempo y los materiales inadecuados que utilizaron para su montaje”.

El diagnóstico sobre el estado de las obras reveló daños importantes, relacionados con las prolongadas filtraciones que padeció la construcción, los nidos de murciélagos y golondrinas, el polvo, la incidencia del aerosol marino por la cercanía a la bahía y el propio devenir de los años.

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El Grupo 200, compuesto por artistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales, llevó a cabo la restauración de las diez obras del pintor filipino español Camilo Salaya, quien llegara a Cuba en 1876. /Foto: Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos

José Ernesto dijo que “algunas presentaban peor condición que las del ‘Terry’. Tuvimos el temor que al desmontarlas sufrieran mucho más, porque se trataba de bajarlas, desarmarlas, varias de ellas con puntillas, y al ser acciones tan invasivas podían ocasionarles rajaduras. Por suerte, la parte pictórica conservaba las formas y las ausencias no eran totales, sino parciales, y tampoco comprometían ninguna figura humana.

“Fue una labor intuitiva, sacamos fotos e hicimos el reintegro total de áreas de color específicas, así como el reentelado de cada uno de los lienzos, incluidos los de mayor tamaño. Nos enfrentamos, además, al bastidor más grande con el que hemos trabajado. Solo para moverlo precisábamos de tres y hasta cuatro personas en aras de poder remontar las piezas; aquello parecía una maniobra casi ingeniera”, agregó.

No menos difíciles fueron las circunstancias en las que se llevó a cabo la restauración de las pinturas. A falta de un lugar idóneo, transcurrió en el mismo Museo, junto a las brigadas constructoras y la consiguiente afectación de los desechos que generaban. Ello demandó un considerable esfuerzo de los artistas del Grupo 200 al ejecutar sus intervenciones.

Yeiler Ramos declaró a Bitácora de Jagua —revista cultural de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos— que “el proceso fue como armar un rompecabezas” con piezas deshechas, pese a las restauraciones que constan de los años 60 y 90 del pasado siglo. En esta oportunidad, dijo, “se aplicaron diferentes test y pruebas para determinar los pigmentos y colores originales”.

Al decir de Russo Reyes, “primó la calidad requerida y el compromiso no solo con la rehabilitación del inmueble, sino también con otras obras significativas de nuestros fondos que fueron igualmente trabajadas: Fundación, de Juan Roldán; Marina, de Miguel Ángel Melero; y La Esclava, de Adolfo Meana. Son cuadros notables, de los que el pueblo cienfueguero y los visitantes foráneos podrán disfrutar en todo su esplendor”.

Sujetas al techo del segundo nivel del Museo Histórico Provincial y calificadas como obras de arte de primera línea, las pinturas de Camilo Salaya superan los 125 años y no pueden desligarse de la edificación que las alberga: el antiguo Casino Español de Cienfuegos, erigido en las postrimerías del siglo XIX.

Para José Ernesto, “expresan una belleza incalculable y, a mi juicio, de la mano de un pintor de altos quilates, con un conocimiento serio de la academia. Esto —dijo— no es de menospreciar y ha sido bueno restaurarlas; salvar un pedazo único dentro de la ciudad. Así, las personas podrán deleitarse luego con esa maravilla que es como nuestra pequeña ‘Capilla Sixtina’; no por Miguel Ángel, sino por Salaya”.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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