Cajeros automáticos en Cienfuegos: Entre el colapso y las alternativas en desuso

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De cómo el aparente progreso se transformó en dificultad va esta historia. Una década atrás, las autoridades bancarias de Cienfuegos ponderaban, a través de la prensa local, los innegables beneficios de los cajeros automáticos. Por aquel entonces, el director del Banco Popular de Ahorro (BPA) afirmó: “Funcionan las 24 horas del día y son serviciados cuantas veces necesiten aprovisionarse del efectivo, con vistas a que la población realice operaciones ágiles y de la calidad merecida”.

Tales provechos comenzaron a difuminarse poco tiempo después, cuando a la altura de 2018 aparecieron los primeros reportes de problemas técnicos en los equipos, y así, hasta hoy, un pañuelo de lágrimas siempre húmedo. Luego ―junto a la agudización del bloqueo estadounidense―, irrumpieron la pandemia de Covid-19, el Ordenamiento Monetario, la crisis inflacionaria; y las facilidades de una tecnología moderna devinieron, de la noche a la mañana, obstáculos.

“Si ya era complicado ir a extraer el salario en los primeros días del mes, ahora resulta imposible en cualquier momento. No lo digo únicamente por las colas kilométricas, sino porque vas el martes, miércoles, jueves, o el sábado y domingo, y casi nunca tienen dinero. Incluso, me he levantado temprano para hacer la gestión, y la mayoría de las veces, de los cuatro cajeros instalados próximos al Bulevar, solo uno funciona. Y lo cierto es que no puedo darme el lujo de seguir con el sueldo en la tarjeta magnética sin utilizarlo”, sostuvo una trabajadora.

Otro usuario compartió sus experiencias más recientes en el mismo sitio. “Amanecí aquí y fue por gusto. Después vine en horas de la noche y no había efectivo en ninguno de los cajeros; tampoco en los de la Calzada y la calle Gacel. Esto ―dijo― parece un problema general y nos inquieta que nadie salga a explicarlo, cuando poseer una tarjeta, lejos de suponer alguna ventaja, constituye hoy un dolor de cabeza”.

Para constatar la dimensión de las circunstancias narradas, 5 de Septiembre visitó en reiteradas oportunidades los trece emplazamientos de cajeros automáticos de la ciudad cabecera, de los 17 que existen en el territorio. La indisponibilidad de varios equipos, las largas filas y la espera prolongada por horas de las personas ―mientras aguardaban de pie, al sol, o sentadas en el borde de la acera―, se antojaron escenas del colapso.

En busca de los necesarios argumentos, solicitamos entrevistas a las direcciones del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) y del BPA en la provincia, pero este último declinó la petición realizada, bajo la excusa de no recibir la autorización correspondiente para ofrecer información pública.

En días recientes, así lucía la fila frente a los cajeros automáticos de una de las sucursales de Bandec, sita en la intersección de las calles Argüelles y De Clouet, de la Perla del Sur.

Cuellos de botella

Hace cinco años, en un primer acercamiento periodístico al tema (Dinero plástico, ¿dinero en el aire?) se describían como habituales los problemas técnicos en los cajeros automáticos. Al indagar sobre las causas del escenario actual, Mónica Sánchez Rojas, directora provincial de Bandec, mencionó que son varias y debemos iniciar ―dijo― por la obsolescencia tecnológica.

“Llevan muchos años en explotación, más de quince, y realmente no contamos con las piezas para solucionar las roturas y dependemos de las innovaciones en aras de resolverlas. Por otro lado, afecta también la mala calidad del efectivo. Hoy no se les está poniendo dinero nuevo, sino clasificado, el cual tampoco reúne las condiciones requeridas.

“Para aliviar las molestias a la población ―agregó―, un mismo día efectuamos el cargado de los cajeros en repetidas ocasiones, pues al operar con billetes de baja denominación, la disponibilidad es menor y se agota más rápido frente a la creciente demanda. Además, ocurren fallos en la conectividad y hechos de indisciplina social (como la introducción de otro tipo de objetos por las ranuras del equipo) que paralizan el servicio”.

La conjunción entre el empleo de dinero viejo, de denominaciones que ni siquiera rebasan los 20 y 50 pesos, y los elevados niveles de extracción en los últimos meses ―así reconocido por los especialistas de Bandec, aunque sin brindar datos para sustentar tal afirmación―, conducen a una realidad tangible y en boca de todos: la carencia de efectivo en el sistema bancario.

Alexander Brito Brito, presidente de la filial de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) en Cienfuegos, explicó que la situación pasa por dos puntos de vista: el financiero y el de la economía doméstica. “Los procesos inflacionarios generan un aumento del caudal monetario en los bolsillos de las personas, a partir de la escasez en ofertas de productos y servicios. Por tanto, existe demasiado dinero en la calle que no vuelve a los bancos, lo cual origina cuellos de botella y entorpece su retroalimentación”.

A esto se suman ―apuntó―, los probables inconvenientes en la transportación para garantizar el flujo constante de efectivo, así como en la impresión de billetes de denominaciones altas.

En este contexto no pueden olvidarse otros elementos de peso en la comprensión del fenómeno. La compra y venta de moneda libremente convertible sigue operando, en gran medida, al margen de las vías estatales, mientras la satisfacción hoy del conjunto de necesidades básicas tira a muchos al mercado informal, donde el dinero en mano lleva la voz cantante.

Según las autoridades bancarias de Cienfuegos, en los últimos meses es elevado el nivel de extracción de efectivo a través de los cajeros automáticos.

Otras agonías en cola

“La utilización de tarjetas magnéticas para el cobro de los trabajadores es muy buena idea; ahora, las condiciones no estaban creadas para que funcionara de forma masiva. Disponemos de pocos cajeros, siempre hubo colas, y nunca fue como en estos momentos. Llegas y están rotos, o no pueden dispensar los billetes porque son viejos, y para colmo, existen demoras a la hora de poner el efectivo”, expresó una cliente.

Similares opiniones refirieron otros usuarios: “Se ha vuelto algo desagradable, porque no puedes realizar la extracción con la urgencia que necesitas. Por otra parte, como dispensan billetes de montos pequeños, tienes que ejecutar varias operaciones para obtener la cantidad deseada, y esto ralentiza la fila”.

“Mucha gente ―comentó un trabajador ―, en lugar de ir al mediodía, cuando más personas se aglomeran, espera a la tarde o la noche, y por lo general en esos horarios están fuera de servicio, porque supuestamente se les agotó el dinero. Desconozco cómo es el mecanismo para proveerlos, pero en medio de esta crisis resulta chocante”.

Salvo dos cajeros automáticos administrados por Bandec en el municipio de Aguada de Pasajeros, el resto, quince, se localiza en áreas céntricas y populosas de la ciudad de Cienfuegos, y de ellos once pertenecen al BPA.

Mónica Sánchez aclaró, en primera instancia, la imposibilidad de “mantener a alguien constantemente revisando tales asuntos, por las medidas de control interno para la manipulación de efectivo. No se trata de una dinámica tan sencilla como ‘voy al banco, saco el dinero y lo pongo en los cajeros’. No obstante, la última operación que efectuamos antes de salir es cargarlos, lo que ya después suceden otras dificultades técnicas.

“A veces ha ocurrido que amanecemos con problemas en nuestras dos sucursales, y son los mismos especialistas para darles solución a ambas. Deben entonces priorizar una, para luego ir a la otra, y ello provoca tardanza. La disponibilidad ―añadió― depende igualmente de la demanda: hay días que dura más o menos, según el nivel de extracciones”.

La directora provincial de Bandec ―cuyas declaraciones al periódico solo aluden a los cuatro cajeros automáticos de dicha institución en la Perla del Sur―, explicó también que estos equipos dispensan hasta 40 billetes y al operar en la actualidad con bajas denominaciones, el importe a sacar por los usuarios se hace menor. A fin de atenuar el panorama, el sistema bancario de Cienfuegos ofrece otros caminos, todavía vírgenes.

Ante las largas y prolongadas colas en los cajeros, algunas personas optan por extraer su dinero en las Casas de Cambio (Cadeca), algo que también pueden hacer en otras unidades de comercio y de prestación de servicios.

¿Soluciones ociosas?

Hoy, más de 300 establecimientos de la provincia poseen el servicio activado de Caja Extra, entre ellos, farmacias, bodegas, puntos de gas licuado y numerosas unidades del Comercio Interior. La opción permite a las personas solicitar la extracción de hasta 5 mil pesos, de existir esa posibilidad, acorde con las operaciones de venta de estos lugares. Sin embargo, por mucho que se ha promocionado, el empleo de la alternativa es casi irrelevante.

“Basta con tener configuradas en el celular las aplicaciones Transfermóvil y EnZona, asociadas a la tarjeta magnética y a la matriz del banco correspondiente, para acceder a la mencionada prestación. Pronto ―informó Mónica Sánchez― sumaremos otras 400 unidades y trabajamos con el interés de capacitar, pues algunos no la usan por desconocimiento”.

Una situación bastante parecida atañe a los pagos electrónicos a través de códigos QR, implementados en restaurantes y mercados, en función de facilitar la compra de bienes y servicios en línea. Proliferan en nombre de la informatización y la transformación digital de la sociedad, aún carentes de perspectivas más cercanas y atemperadas a la vida en el país.

Al decir de Alexander Brito, “constituyen potencialidades que no se explotan, debido a la falta de cultura bancaria. Tampoco los comercios e instituciones utilizan estas vías a plenitud, a pesar que el pago por transferencia implica que el proceso sea más confiable y existan menos brechas para el desvío de recursos.

“La presente contingencia exige que pensemos en cómo gestionar rutas para garantizar un flujo constante de efectivo que asegure los principales servicios a la población, y al mismo tiempo incentivar a las entidades y actores económicos a aprovechar al máximo la banca remota. Esto precisa otra mirada, dirigida a beneficiar a los negocios (privados y estatales) que asumen los pagos electrónicos tanto como a las personas naturales”, apuntó.

En el más reciente balance del Banco Central de Cuba, celebrado con la presencia de Manuel Marrero Cruz, miembro del Buró Político y Primer Ministro, salieron a relucir varias de las cuestiones descritas en este reportaje, con énfasis en el incremento en la cantidad de operaciones, el deterioro de la infraestructura tecnológica, la demanda no cubierta de dinero y la ineficiencia de los cajeros automáticos. La salida expedita fue resumida en los siguientes términos: “rediseñar institucionalmente el sistema bancario y financiero, ajustándolo a los requerimientos actuales de la economía para su mejor funcionamiento”. Ahora solo nos preguntamos cuánto tendríamos que esperar para que eso suceda.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

3 Comentarios en “Cajeros automáticos en Cienfuegos: Entre el colapso y las alternativas en desuso

  • el 18 mayo, 2023 a las 2:51 pm
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    Las personas en los municipios también tienen muchos elementos que aportar. Muchos de ellos tienen que trasladarse hasta la cabecera provincial (mayormente en vano) para extraer dinero de esos equipos, porque en sus lugares de residencia no existen cajeros para verificar los montos y hacer otros servicios con agilidad.
    Este problema con el dinero hoy debió preverse “desde allá arriba” en el Olimpo económico cubano, cuando se decidió aumentar los salarios y dejarlo (casi) todo a merced de una tecnología obsoleta.
    Felicito a mi colega por este oportuno análisis.

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  • el 18 mayo, 2023 a las 2:24 pm
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    Siempre tienen una grandielocuente explicacion , a un problema creado por los mismos que dan las explicaciones y no resuelven absolutamente nada de nada escudados en cientos de razones y miles de argumentos. Pero la mitad de la culpa la tenemos nosotros que se lo hemos permitido. Pregunto porque no demueven del cargo al funcionario que se niega a dar explicaciones y al que se lo prohibe, acaso son los dueños del banco.

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  • el 18 mayo, 2023 a las 12:22 pm
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    No voy a andarme con rodeos; prefiero decir las cosas claras y llamarlas por su nombre. La callada ya no vale por respuesta, no creo que sean tiempos de guardar silencio, eso es una cobardía, sobre todo cuando el reclamo se hace popular.
    Desde hace muchos años los periodistas nos hemos quejado de esta situación, cartas que deben autorizar la realización de un reportaje (aunque este sea para bien), permisos con el propósito de concedernos una entrevista, en fin…. Es algo inaudito en estos momentos en que las redes sociales están un clip de cualquier dedo, en cualquier momento, situación, circunstancia.
    ¿No resulta más factible y provechoso dar las explicaciones necesarias a un fenómeno que afecta a tantos?
    El silencio es la medicina que por desgracia hemos probado muchas veces ante nuestras interrogantes. Algunos hábitos inveterados siguen ahí. Y uno de ellos es la mala costumbre de dar “la callada por respuesta”. ¿Volveremos a esa época?
    Ese “desprecio-cobardía” que parecen mostrar algunas personas que ocupan entre nosotros algún puesto de responsabilidad para con sus conciudadanos, resulta difícil de entender, sobre todo a aquellos que buscan una revelación clara, oportuna, “oficial” a un problema.
    Este reportaje debió salir la semana pasada, pero quisimos esperar por las palabras aclaratorias de quienes podían darlas. No entiendo los motivos de la “¿prudencia?” del BPA ante el reclamo de este periódico con el propósito de explicar la situación que se vive en Cienfuegos con los cajeros automáticos (también ocurre en varios sitios el país, según algunos trabajos que he podido leer por estos días). No lo hicieron: no recibieron “la autorización correspondiente para ofrecer información pública”.
    Les faltó determinación. Que gente de “arriba”, con escaso respeto al pueblo, disponga lo que debe decirse o no, a pesar de que se trata de un tema de agenda pública, de interés social y general. Digo gente porque por mucha relación laboral que exista, al final son las personas, no las empresas, las que deciden contestar con la verdad o esconderse tras el mutismo.
    Según Vicente Gar Mar, “cuesta más responder con gracia y mansedumbre, que callar con desprecio. El silencio es a veces una mala respuesta, una respuesta amarguísima”. Porque no decir nada puede significar indiferencia o despreocupación.
    Solo recuerden una cosa, el silencio es el verdadero crimen contra la humanidad.

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