Boxeo cubano: ¿La excepción de la regla?

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Para nadie es un secreto que el deporte cubano no atraviesa por su mejor momento, y en los últimos años los resultados exhibidos en eventos de primer nivel hacen parecer algo salido de la ciencia ficción aquel quinto lugar por naciones alcanzado por la Mayor de las Antillas en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992.

También son conocidas algunas de las razones del retroceso, (aunque es lógico que con identificarlas no basta), las cuales van desde la ya manida limitación de recursos, el consiguiente pésimo trabajo en la base, las dificultades para sumarnos a un universo deportivo cada día más tecnológico, hasta el ya habitual éxodo de atletas y entrenadores.

En innumerables disciplinas Cuba destacaba como potencia a nivel mundial, y solo de mencionar béisbol, boxeo, judo, lucha, atletismo y voleibol, por citar algunas, ya se hacía una obligada alusión al verde caimán antillano. Incluso en otras como la esgrima, levantamiento de pesas, taekwondo, velas, natación y tiro deportivo, contábamos con figuras que integraban la selecta vanguardia del planeta.

Lamentablemente hoy la realidad es otra, y el ejemplo más palpable es la actual imagen de nuestra pelota, pasatiempo nacional y símbolo identitario por excelencia, que ha sido testigo de un descalabro estrepitoso, tanto en el plano interno como externo.

Pero sin duda alguna, mucho más que cuestiones de recursos habrá que revisar, pues a todas luces selección de talentos, métodos de preparación, estudio de rivales y dedicación sin límites son claves que llevan al éxito en el mismo panorama.

Y si no es así, ¿cómo explicar la extraordinaria actuación de nuestros boxeadores en la justa mundial concluida hace unos días en la ciudad alemana de Hamburgo?

Al menos este redactor no recuerda otra justa de nivel a la cual el boxeo cubano haya asistido sin escuadra completa. Y esta vez, sin representante en la división superpesada y con un plantel donde se conjugaron a la perfección jóvenes con experimentados, los nuestros protagonizaron uno de los mejores desempeños del pugilismo nacional, con cosecha de cinco títulos y par de preseas de plata, para adjudicarse otra vez la primacía por países en el torneo universal. Y de manera abrumadora, pues bien distantes quedaron los representantes de Uzbekistán, dueños de la segunda plaza tras botín de 1-3-2.

Para aquellos que, en su afán de demeritar el resultado, especulan con la calidad del certamen como parte del primer año del ciclo olímpico, les recordamos que en dicha justa primó la competitividad, tanto que un total de 20 naciones alcanzaron, al menos, una medalla, y que escasas fueron las ausencias de hombres que ocuparon puestos en los más recientes podios mundiales y de citas bajo los cinco aros.

Simplemente, el boxeo cubano ratificó su calificativo de buque insigne de nuestro movimiento deportivo, y para nada el actual alegrón es obra de la casualidad. Sobraron muestras de excelente preparación física, y salvo contadas excepciones (como la de Roniel Iglesias en la final de los 69 kilogramos), los discípulos de Rolando Acebal disertaron sobre el encerado durante los tres rounds de cada pelea. Técnica y táctica características de la Escuela Cubana tuvieron en Alemania altas notas, y ello incidió en la duodécima corona de la Isla en certámenes mundiales.

Individualmente hubo de todo. Desde un Johanys Argilagos que con apenas 20 años hizo caso omiso al palmarés del uzbeko Hasanboy Dusmatov (el número uno de los 49 kilos) y consiguió su segunda corona consecutiva, hasta un Erislandy Savón que, a mi juicio, llevó a cabo la mejor pelea de su carrera para desbancar en los 91 al archifavorito ruso Evgeny Tishchenko. Andy Cruz se erigió en la revelación de la lid con su trofeo en los 64, claro mensaje de que será uno de los aspirantes de fuerza a la corona olímpica, mientras el Capitán, la Sombra, el Médico, o como usted quiera llamar a ese monstruo nombrado Julio César la Cruz, paseó (literalmente) la distancia para acceder a su cuarto pergamino, igualando al otrora estelar pinareño Juan Hernández Sierra.

Recientemente pudimos disfrutar (y sufrir) el accionar del Campeonato Mundial de Atletismo, donde la delegación cubana apenas consiguió un metal bronceado. Asimismo, hace unos días los luchadores, sumando ambos estilos, sólo accedieron a dos terceros puestos, mientras que también un solitario bronce se sacó de los tatamis del “Mundial” de judo.

Sin embargo, los boxeadores vuelven a demostrar su valía, y de paso surgen como una especie de excepción de la regla, o de oasis en medio de un panorama desértico si de faenas espectaculares se trata. ¿Tendrán Acebal y su equipo técnico una lámpara maravillosa? Pues entonces tendremos que aprender de su “magia”, no queda de otra.

 

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Carlos E. Chaviano Hernández

Periodista y Director de programas de televisión.

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