Botes al agua: los deportes náuticos, folclor, cultura e identidad cienfuegueras

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 24 segundos

A la memoria de Atilio Ramón Caballero Castillo

La carrera de embarcaciones es una práctica deportiva que se remonta a la antigüedad. Los chinos, por ejemplo, marcaron su propia tradición antes de nuestra era. Su aparición la despertó según sus historias populares, el suicidio del poeta Qu Yuan. Querido y admirado por los pobladores, Yuan se lanzó a las aguas del Miluo, tras la conquista de Quin, la capital de Chu, donde el bardo se encontraba exiliado por razones políticas. Sus pobladores al ver a Qu Yuan precipitarse hacia el rio, tomaron sus embarcaciones en una desesperada carrera infructuosa por salvar su cuerpo de aquellas aguas tormentosas. A su paso los remeros arrojaban bolas de arroz cocinado para impedir que los peces devoraran el cuerpo sin vida de Yuan.

La ancestral tragedia, según sus leyendas, trajo consigo a la par dos manifestaciones presentes en la cultura china. Las hoy conocidas carreras de los botes dragón y la elaboración de uno de sus platos típicos el arroz glutinoso (Zongzi). Las carreras de los mencionados botes se iniciaron como festividad según el calendario lunisolar chino en honor a Qu Yuan. Como dicho calendario no coincide con el gregoriano, las carreras de botes dragón varían cada año.

En nuestro país la bahía de Jagua en Cienfuegos acogió en sus aguas las carreras de embarcaciones. Aunque la comarca fue fundada al sur de la Isla, su posición geográfica no constituyó impedimento para que a ella arribaran naves europeas y norteamericanas. Tal realidad hizo de la otrora Fernandina de Jagua una ciudad moderna, poseedora de atributos únicos, distintivos del resto de las urbes del país. El trasiego económico-financiero-comercial, motivado por el próspero desarrollo que mostraba la región sureña, trajo consigo el flujo de pasajeros. Su arribo a tierra propició la llegada de nuevas concepciones, mentalidades que acarrearon a su vez disímiles prácticas modernas para la época, dentro de las cuales hallaron en el espacio deportivo las carreras de botes en sus diversas modalidades.

Según la historiografía cienfueguera fue en 1880 que se conformó de manera oficial el primer club de regatas. Estas se hicieron muy populares en Cienfuegos, junto a otras modalidades de los deportes náuticos. Durante casi todo el decenio de los años ochenta del siglo XIX se realizaron regatas. La comunidad del Castillo de Jagua y el enclave interior costero de la bahía a orillas del litoral fueron espacios habituales para echar los botes al agua. Su práctica se hizo distintiva en la bahía, la cual tomó el mote de “Bahía Revienta Cordeles”, seudónimo dado por los seguidores de los deportes náuticos al convertir a Cienfuegos en una de sus plazas habituales por la tranquilidad de sus aguas. Característica ideal en una bahía de bolsa para instaurar las regatas. Sobre la fundación de aquel primer club de regatas los historiadores Rousseau y Díaz de Villegas apuntaron:

“Con el nombre de La Perla del Sur, se organizó en esta ciudad en el mes de septiembre, un club de regatas en el que figuraba las personas siguientes:

Madrina, señorita Inés Arcay y Terry. Presidente, Don Isidro Castiñeira y Cintra; Vice, Don Joaquín Sarría; Secretario, Don Emilio D. de Villegas; Vocales: Sres. Don Ángel Martínez, José M. de Lanz, Tomás Arcay (Padre), Rafael Cabrera; Capitán, Don Juan Morel (Hijo); Piloto, Don Hilario Cabrera.

Durante la tarde del día 12 de septiembre se efectuó una regata en las inmediaciones del Castillo de Jagua, por varias señoritas de esta sociedad que tripulaban los botes en los cuales lucían la insignia rosada y escocesa, triunfando el que llevaba la insignia rosada. Entre los concurrentes a esta fiesta se hallaba el cónsul del imperio chino Chun Shen Yin”.

Lo expresado por Rousseau y Díaz de Villegas dejó con claridad la participación activa de nuestras féminas en las regatas. Incluso si esa hubiese sido la primera efectuada de manera oficial, —lo que hasta ahora demuestran las fuentes consultadas— es un ejemplo de la mentalidad moderna a la cual ya se había hecho referencia. Por supuesto la poseedora de tales conceptos no fue otra que la élite social sureña. A lo anterior se suma el legado histórico dejado por aquellas mujeres cienfuegueras convertidas en las primeras atletas náuticas del centro sur de la Isla.

A muchos podría causarle asombro, incluso risa, la presencia del cónsul chino en el evento. Tal vez preguntándose si el invitado hubiese sido capaz de comprender o explicarse lo que veía más allá de una simple competencia establecida entre dos botes. No obstante, perfectamente el diplomático asiático podía entender lo que acontecía en materia deportiva, por ser las carreras de botes una práctica milenaria de aquella cultura (como antes se expuso). Quizás los organizadores del evento poseían conocimiento de las carreras de botes dragón en China, motivo suficiente para realizar la regata como agasajo a tan distinguida personalidad.

La comunidad del Castillo de Jagua y sus inmediaciones fueron las primeras zonas geográficas costeras donde las regatas hallaron asidero. Interesante resultó la narrada por el diario El Fénix en 1885. En ella participaron los botes Flecha, de bandera azul, e Invencible, de insignia blanca. De nuevo hicieron presencia señoritas de la alta élite sureña. Cada bote contaba con un grupo de madrinas, una especie de comité organizador —algo usual en la vida deportiva decimonónica nacional—, ellas los exhortaban, animaban y respaldaban en la contienda.

Al parecer los botes se colocaban y arrancaban desde las inmediaciones del canal de entrada a la bahía. Ubicados en el mar casi paralelo a la fortificación. Desde allí partían internándose hacia la bahía, pero solo hasta Cayo Carenas, porción de tierra a la cual debían darle la vuelta para incorporarse de nuevo al canal,hasta llegar al punto de partida convertido en meta. En aquella ocasión el Flecha venció al Invencible, al cual según el periódico lo rindió el cansancio de sus remeros y timonel. Aquella regata fue contemplada por nuestros patricios desde el mar abordo del vapor Colibrí. Otros, desde las orillas de ambas costas, debieron haberla apreciado hasta donde su colocación y sus pupilas le permitieron.

Visitas: 10

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *