Botero, ¿quién tiene la llave?

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Mucho se ha hablado acerca del tope de precios a los transportistas en varias provincias del país; no tanto sobre la procedencia ilícita del combustible empleado. Este espacio expone, desde Cienfuegos, las verdades de un problema, que tropieza con la indiferencia.

El carro de Lino es un viejo Chevrolet del ’55 que traga petróleo como si fuera agua, aunque para hacerlo no necesite “llenar el tanque” en la red de gasolineras habilitada por el Estado cubano. El carro de Lino, una aberración, con motor de Lada y sistema automático, resuelve con el combustible que “produce” el mercado negro, aprovechando, incluso, el respaldo legal de su licencia operativa y pago de impuestos. Pero eso lo sabe Lino, el carro, y lo sabemos todos. Estadísticamente está probado.

Según Geovel Leonard González, comercial de la Sucursal Cimex en Cienfuegos, “al cierre de julio yo vendía, diario, 0.31 litros de diesel con alrededor de 370 vehículos inscritos en el cuentapropismo y, a finales de agosto, 0.48 litros. Eso alcanza para encender el carro y nada más.

“La venta es ínfima, al considerar que la cifra de boteros con autos de diesel supera a los de gasolina. Nosotros sacamos la cuenta: si la mayoría comprara cinco litros diarios en los Servi-Cupet, hablaríamos de casi mil 500 por jornada, y multiplicado en el mes, ya sería un número aceptable, el que ahora representa la suma de tres años”.

Aun cuando en esos datos impacta también el resto de los carros particulares e, incluso, los arrendados a extranjeros, la evidencia de que en la provincia se vende a diario menos de medio litro de petróleo por vehículo, no deja dudas sobre la absoluta corrupción existente en el asunto. Lo reconoce hasta el botero cuando irónicamente nos pregunta: “¿Quién le pone el cascabel al gato?”.

VIENE DE ARRIBA

“El combustible aquí está perdido, la mitad de los carros no pueden trabajar, dan una vueltecita y ya, porque no hay petróleo, a veces consigues para dos días, y en ocasiones nada”, relata un taxista por cuenta propia.

¿Usted habla del petróleo que compra en el mercado negro?

“El único. Quienes echan en el mercado blanco son los jefes para mantener sus carros, porque yo no echo en ningún Cupet, ni me lo robo de ningún lugar”, contestó.

En realidad, el déficit de combustible se complicó por la reducción de la asignación estatal desde el mes de julio, con una repercusión directa en los precios informales del hidrocarburo: de cinco a ocho pesos (CUP) por litro, hoy oscilan entre diez y quince. Tan “perdido” ha estado en los últimos tres meses en la calle, que el promedio de su venta en los servicentros se ha triplicado desde entonces y todavía es limitado respecto al potencial de clientes.

“Depende de dónde tú vivas; hay personas que lo consiguen en un lugar determinado: ‘por la izquierda’, como mismo se compra el picadillo o la carne, a veces te lo venden en la casa; en el Cupet sí no se puede comprar”, afirma otro transportista.

Los motivos económicos siempre subyacen en estas conductas a modo de justifi cación. Así lo ven ellos: “Claro, si al chofer el sueldo no le alcanza, el petróleo que le sobra lo vende para poder vivir, desgraciadamente sucede; aunque sea tienes que vender un chicle. ¿Ustedes no venden nada?”.

En el año suman ya siete las ilegalidades detectadas en las pistas de Cimex, la mayoría con sus propios trabajadores implicados; otras basadas en la relación entre estos y los poseedores de una tarjeta de combustible. Sin embargo, los propios boteros le restan importancia a dichos casos.

“El pistero es lo mínimo, pero la tarjeta ¿de quién es? El combustible del país lo tienen los jefes, el que diga lo contrario, miente. Yo no voy a ningún lugar, ¿quién me lo da?: el amigo del chofer, del no sé qué…, del jefe; al final quien firma es el jefe”, advierte otro botero.

Las circunstancias apuntan a que algunos directivos y choferes estatales utilizan sus estrategias para burlar los mecanismos de control del petróleo, como el llamado Reporte de Combustible Habilitado y Kilómetros Recorridos. Al parecer resulta habitual informar un rendimiento por litro inferior al real para recibir mayor asignación.

NI SIENTEN NI PADECEN

Desatender situaciones difíciles, es una práctica más común de lo que parece. “Quien no debe dejarse robar el combustible son los estatales, que lo roban. (…) Nosotros velamos por los requisitos para transportar pasajeros desde el punto de vista de la seguridad vial, el reconocimiento médico a los choferes y otro grupo de cosas por mediación de la Unidad Estatal de Tráfico (UET), órgano de relación con los transportistas. Ya sobre el combustible no tengo respuesta, ni conozco si el país se va a proyectar o no”, sostiene Florencio Piovet Moreira, vicepresidente del Consejo de Administración Provincial (CAP).

“Nosotros al botero le aplicamos el Decreto Ley 315, afín al trabajador por cuenta propia, además de otras normativas específicas, explica Isis Yuliet Brunet Sánchez, subdirectora de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC) en la región centro sur de Cuba. Usted lo para, le pide la documentación, confirma que tiene patente y le solicita un justificante de la materia prima del día. Él presenta, entonces, un chip de Cupet, supuestamente anterior a la inspección. En ese momento, yo no tengo cómo probar si lo gastó o no, porque carece de una hoja de ruta para mí”.

En cualquier caso, dicho procedimiento institucional (la comprobación de la licitud de las materias primas) no tiene fundamento en lo legislativo, pese a que la DISC haya recurrido a ese método en más de cien ocasiones en el transcurso de 2016.

Así lo corrobora Raúl González Quintana, secretario del CAP, quien atiende aquí el desarrollo del sector no estatal.

“Ellos deben utilizar combustible de procedencia lícita, está reglamentado; de probar lo contrario, se puede actuar en su contra. Ahora bien, no existe ninguna norma que lo obligue a conservar el chip para presentarlo ante el inspector. No hay ninguna norma donde diga que eso constituye una contravención”.

Las brechas legales se abrieron cuando, en octubre de 2013, el Decreto Ley 315 señaló como infracción muy grave, con multa de mil 500 CUP, “utilizar para la elaboración, producción o prestación de servicios, materias primas o materiales que estén expresamente prohibidos por disposiciones de los organismos competentes o sean de procedencia ilícita”. De este modo quedó derogado el Decreto Ley 274 de 2010, el cual sí valoraba como una contravención “no mostrar, a solicitud de la autoridad facultada, evidencias de la licitud (…)”.

Al decir de funcionarios del gobierno, se interpretó que el comprobante era una formalidad sin sentido, pues los transportistas acostumbraban a adquirirlo a través de una tercera persona o mediante acciones de soborno.

No obstante, aun sin el amparo de la ley, “una vez nos orientaron controlarles el combustible(…) Eso trajo un problema político, cuando se pusieron en huelga, porque, al final, el petróleo sabemos que lo compran robado y el justificante a veces no lo tienen”, recuerda Arnaldo González Ramos, director de la UET.

De aquel lamentable incidente —explicado a profundidad por nuestro periódico en junio de 2014— los boteros salieron airosos, imponiendo precios por encima de lo habitual, algunos de los cuales se mantienen. La sangre no llegaría al río, pero sí al bolsillo del trabajador.

¿SE ACABÓ EL ABUSO?

De acuerdo con los cálculos de los propios boteros, sus vehículos pueden consumir hasta diez litros de diesel en un viaje de ida y vuelta a municipios como Cruces y Cumanayagua; equivalente a diez pesos convertibles (CUC) al precio de Cimex, para luego recuperar una cuantía de 240 CUP por concepto de pasaje.

“Yo estoy dispuesto a pagarlo en el Servi-Cupet, pero tengo que subir el precio al doble obligatoriamente y quien va a sufrir es el pueblo. ¿Cómo te voy a cobrar 20 CUP de aquí a Cruces si voy a gastar 20 igual? Además, combustible no es lo único que gasta el carro; también piezas, porque son de los años 50 y el tornero tiene los precios altos, y lo mismo el soldador”, explica un taxista.

“Si lo ves desde adentro, te das cuenta de la cantidad de dinero que inviertes: las gomas son a 120 CUC, las baterías de 100 a 120, y todo lo tienes que comprar en el mercado negro, porque el Estado muchas veces no tiene”, añade.

¿Pero resulta el combustible un indicador determinante en la cuantía del pasaje? ¿Si lo “consiguen” más barato bajarían los precios?

Cuando realizan su Declaración Jurada al finalizar el año, ¿reportan el diesel al costo de Cupet (25 CUP) o al de la calle (10 CUP)?

Los transportistas, incluidos en el Régimen Simplificado de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (Onat), del total de ingresos tienen derecho a deducir hasta un 50 por ciento de sus gastos para la determinación del impuesto sobre los ingresos personales. De hecho, la Resolución 20 de 2016, del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), solo exige justificación documental de la mitad de los gastos. Visto así, el combustible pudiera representar una ínfima parte; posibilidad legal existe para que se pierda el rastro del petróleo.

Aunque el aprovisionamiento mayorista de las materias primas para el sector privado clasifica como una de las soluciones, ello no se avisora a corto plazo, sobre todo si ahora mismo valoramos la contingencia energética en el archipiélago y el reciente anuncio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) de reducir la extracción de crudo, con vistas a estabilizar los precios en el mercado internacional.

En la cadena de corrupción administrativa, los boteros constituyen “simples” benefi ciarios: compran el combustible robado al Estado, que a todas luces no puede o no “sabe” controlarlo. Por tanto, exigir el carácter lícito del diesel a los taxistas sería solo un alivio al verdadero problema.

Evolución de los precios del pasaje según los destinos, a partir de encuestas a la población. / Gráfi co: Arí.
Evolución de los precios del pasaje según los destinos, a partir de encuestas a la población./ Gráfico: Arí.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

2 Comentarios en “Botero, ¿quién tiene la llave?

  • el 25 diciembre, 2018 a las 12:22 am
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    el carro de Lino es un Chevrolet del 55 con motor de Lada que traga petroleo como si fuera agua jajajaja…el periodista parece que nos abe lo que vale un chevrolet 55, que un motor de lada no lo mueve y que este no es de petroleo

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  • el 30 septiembre, 2016 a las 5:59 pm
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    Excelente y esperado trabajo. En los organismos locales han sido lentos para topar precios y evitar el abuso, proteger a la población en el transporte y autorizar la implementación de camiones y motonetas, medios que abaratan la transportación. El gobierno local tiene prerrogativas para hacerlo y no lo hace, y tienen que venir los periodistas a decir lo que el pueblo piensa y siente. Qué bien, pues que hagan caso a la prensa, que habla por su pueblo.

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