Bisoños de Cienfuegos en la Operación Carlota

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Cuando los precadetes cienfuegueros José William Estrada Aballe y Rodolfo Alarcón Soriano conocieron de la captación de voluntarios para cumplir misión militar internacionalista en la República Popular de Angola, de inmediato se presentaron ante la dirección de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, en la que estudiaron, para expresar su disposición de marchar al país africano.

Para los futuros oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) aquella era una invaluable oportunidad, no solo de colaborar en la independencia de un pueblo hermano, si no también les serviría para enriquecer los conocimientos en el arte de la guerra.

“Mi participación en esa contienda significó un viraje en mi vida. Siempre he dicho que hubo un antes y un después de Angola. Marcó el inicio de mi madurez como persona, pero también afianzó mi vocación internacionalista y de servir a mi Patria dentro de las FAR”, reconoce Alarcón Soriano.

El hoy Teniente Coronel se desempeña como Jefe de cátedra de las armas en la Escuela Provincial de Preparación para la Defensa Comandante Manuel “Piti” Fajardo, de la Región Militar Cienfuegos. Desde el aula y el polígono, de mucho le han servido para las materias que imparte, la experiencia de cuando tuvo que cumplir múltiples misiones combativas de exploración a profundidad al sur del territorio angolano, previendo un choque con el enemigo o la participación en emboscadas.

De similar provecho le sirvió la permanencia en Huambo a Estrada Aballe, quien es profesor principal de la cátedra de Defensa Territorial en el mismo centro, y cuya encomienda es la preparación militar sobre ese perfil a dirigentes políticos, gubernamentales y de las organizaciones de masas del territorio sureño.

Ambos oficiales coinciden en que la Operación Carlota, como se le denominó a la presencia de Cuba en aquella guerra y en honor a una esclava insurrecta con ese nombre en la isla antillana, significó primero la contención de las fuerzas internas y externas, y luego la aplastante derrota del enemigo, que propició además de preservar la soberanía de Angola y la independencia de Namibia, asestarle un certero golpe al odioso sistema de segregación racial allí imperante y conocido por el apartheid.

Tanto William como Rodolfo atesoran innumerables anécdotas, algunas jocosas, otras tristes, de aquellos momentos trascendentales de sus vidas. Siempre que cuentan algún retazo de sus vivencias durante los dos años que permanecieron en la contienda, salen a relucir las huellas dejadas en ellos la situación de miseria y desolación presente en ese pueblo, como secuela del colonialismo portugués por siglos de explotación.

“Jamás podré olvidar la cara de aquellos niños que, con las manos extendidas, acudían a nuestras caravanas en busca de un bocado de comida o alguna golosina que llevarse al estómago vacío. Nuestra presencia allí también sirvió para cambiar ese panorama”, rememora Estrada Aballe, con la nostalgia del recuerdo reflejado en su rostro.

A la distancia de 45 años del inicio de la Operación Carlota, además de exhibir con orgullo la medalla moral del cumplimiento de este deber elemental de internacionalismo proletario, ambos consolidaron allí su vocación militar, porque la misión internacionalista los hizo no perder jamás la brújula, desde que con solo quince años de edad dieron el paso inicial al ingresar a los “Camilitos”.

“Angola dio un giro total a mi vida, hay un antes y después del cumplimiento de la misión militar internacionalista en ese país”, asegura el Teniente Coronel Rodolfo Alarcón./ Foto: Juan Carlos Dorado
“Angola significó un giro total en mi vida, hay un antes y después del cumplimiento de la misión militar internacionalista en ese país”, asegura el Teniente Coronel Rodolfo Alarcón./ Foto: Juan Carlos Dorado

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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