Bill Hill, “El cubano”

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Por su nombre, Bill Hill, podría ser uno de aquellos justicieros que se dedicaban, pistola en mano, a ir de pueblo en pueblo desfaciendo entuertos en el viejo y lejano oeste. Mas la mirada profunda e inquieta tras las gafas, en contraste con la luenga y rala cabellera y barba blanca, descubren al joven irreverente que fue en la época de rebeldía de los Beatles y en tiempos de los hippies.

Y es natural que la auténtica estampa del norteamericano que hay en Bill Hill trasunte las secuelas de aquella generación, cuyas inquietudes políticas y sociales le llevaron a protestar contra el orden establecido, el mismo que embarcó a miles de jóvenes como él a vivir los horrores de una guerra genocida contra Vietnam.

Mas, los avatares de su destino le llevaron a enrumbar caminos impensados desde que conoció al reverendo Lucius Walker y se involucró en un proyecto esencialmente humanista: Pastores por la Paz.

Bill Hill, el más cubano de los integrantes de la Caravana Pastores por la Paz. Desde 1993 ha venido 28 veces a Cuba. /Foto: Modesto Gutiérrez Cabo (ACN)
Bill Hill, el “más cubano” de los integrantes de la Caravana Pastores por la Paz. Desde 1993 ha venido 28 veces a Cuba con el proyecto fundado por su amigo, el reverendo Lucius Walker. /Foto: Modesto Gutiérrez Cabo (ACN)

Mi primer viaje a Cuba fue en 1993. Antes de esa fecha nos habíamos reunido con algunos pastores cubanos, entre ellos el reverendo Raúl Suárez, del Centro Martin Luter King Jr., de Marianao. Fue él quien le propuso a Lucius la posibililidad de traer la Caravana Pastores por la Paz acá.

Sabíamos desde el primer momento que iba a ser una tarea difícil, porque no se podía venir en un autobús hasta aquí, así que hicimos amistades en México y ellos nos proporcionaron llegar desde la frontera con Estados Unidos hasta Tampico”.

Según Bill, en esa Caravana del 93 lograron traer 96 vehículos escolares, además de medicinas, computadoras, sillas de ruedas, muletas, máquinas para rayos X. Entre ese año y el 2011 superan las 400 toneladas de ayuda a Cuba.

Sin embargo, ese aporte material no era lo más importante, porque resultaba apenas una ínfima gota frente a las necesidades del país; lo verdaderamente importante era llamar la atención al mundo y a los norteamericanos de la causa cubana y a través del proyecto traer a cientos de personas a conocer de cerca la realidad de esta sociedad y de su gente”, insiste quien ha estado en 28 de las 30 visitas efectuadas a la Isla.

En 2010 perdimos a Lucius, rememora con pesar, y llegamos a pensar: ‘tal vez IFCO (Plataforma interreligiosa para la cooperación) no sobreviva’, pero por suerte su hija Gail Walker asumió tan alta responsabilidad al frente del Proyecto Pastores por la Paz, con el compromiso de algunos de los más viejos de mantener vivo el pensamiento del fundador y no renunciar jamás a estos viajes a Cuba, y seguir trayendo personas, entre ellos jóvenes, y que luego trasmitan allá que este país no es nuestro enemigo”.

Bill Hill recuerda que es un veterano de la guerra de Vietnam. “A mi me mandaron a matar gente indefensa allí, reflexiona, y ahora me dicen que no puedo viajar a Cuba. Les digo una vez más a mis gobernantes que seguiré viniendo sin permiso, y si ellos quieren me pueden poner la multa que deseen o enviarme a prisión el tiempo que sea, aunque le digo que la unidad del grupo es fundamental, y si actúan contra nosotros habrá repercusión dentro y fuera de los Estados Unidos. Ya otras veces pasó cuando intentaron confiscarnos computadoras.

Continuamos viniendo porque este es también nuestro país, esta es mi casa, ustedes son mis gente, son mis hermanos y mis hermanas para siempre. Así que asumo con orgullo el sobrenombre de Bill Hill “El cubano”. Cada vez me convenzo más que no hay otra misión para mí que no sea traer personas aquí para que abran sus ojos y luego transmitan sus experiencias. No puede olvidarse que mientras Norteamérica manda armas a otros países, Cuba envía doctores”.

¿Cómo se produjo el tránsito hacia una posición pacifista?

Debo decirle que crié a mis hijas July y Janet prácticamente solo. El trauma de Vietnam me llevó a consumir drogas, alcohol, y eso condujo a tener muchos problemas con ellas. La más pequeña, con solo ocho años entonces, me dijo: ‘papá, si tu no dejas esos vicios, ¿quién me va a criar? Mi reacción fue llevármelas a las dos a una cabaña lejos de la ciudad. Allí estuve tres meses y jamás consumí ni drogas ni alcohol.

Fue una gran lección para mi vida y a partir de entonces la asumí con otra visión, otra filosofía: no podía dejar que mis hijas sufrieran lo que yo. Luego, mi vínculo con Pastores por la Paz y Lucius Walker me llevaron a ser un hombre más solidario, más íntegro…”.

Y entonces el intenso azul de sus ojos se torna con un brillo diferente, al tiempo que infinidad de emociones y sentimientos pujan por salir por el mismo lugar, y brotan en forma de diminutas gotas húmedas y salobres.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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