Bergman es eterno y HBO lo sabe

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A diferencia de Groucho Marx, quien la aborrecía, Ingmar Bergman era amante confeso de la televisión, uno de sus pasatiempos preferidos en la isla de Farö, donde vivía, casi a la ermitaña, el genio sueco. Así, incluso probó suerte en la caja catódica y tres de las que serían películas claves de las etapas intermedia/postrera del autor antes fueron miniseries.

Una de estas es Secretos de un matrimonio (Scener ur ett ärtenskap, 1973), minuciosa indagación de procesos de la vida marital de una pareja, su desgaste, ruptura y esa zona indefinida que prosigue luego, entre la tristeza, la decepción y el miedo a saber si lo desconocido será mejor o peor de lo ya establecido por las certezas que confieren la costumbre.

En aquella pieza, Bergman se hundía sin batiscafo en las llanuras abisales de la relación matrimonial, mediante un nivel de observación que llegaba a descolocar y de paso apabullar, por la maestría del creador para reconocer/exponer conflictos generales, pero además detalles, gradaciones, modulaciones de la metamorfosis interna de la comunión y la desunión.

Por lo anterior, mucho temía que el acercamiento a dicho clásico planteado por HBO rayase el despropósito. Mas, nuevamente la teleficción demostraría que los prejuicios son solo eso, pues el Secretos de un matrimonio (Scenes From a Marriage), de 2021, no es la obra maestra de hace medio siglo, pero tampoco constituye un trabajo menor. Al contrario, forma parte de los más notorios títulos del año de marras de dicha cadena televisiva estadounidense, la principal todavía allí, al menos en términos cualitativos.

La miniserie de cinco episodios -estrenada en Cuba- adecua a los nuevos tiempos el material genésico del escandinavo, si bien sus creadores están conscientes que, no importa el avance de las décadas, la modificación de las costumbres, el cambio de los roles tradicionales en el hogar, las mujeres empoderadas o el impulso tecnológico tan vinculado a la existencia hoy día, existen muchos elementos de la vida conyugal expuestos por el eterno Bergman que nunca cambiarán.

Mira (Jessica Chastain) y Jonathan (Oscar Isaac), ejecutiva de un consorcio tecnológico y profesor de filosofía respectivamente, son ahora los dos seres humanos cuya unión marital es explorada mediante una mirada incisiva, honesta y desprovista de las manipulaciones ideológicas inherentes a la corrección política que tanto lastra a las producciones estadounidenses del medio en la actualidad.

La construcción de personajes del trabajo de Hagai Levi permite que irrumpan en pantalla seres reconocibles en sus cuitas, dilemas, temores, pasiones. Chastain e Isaac son tan identificables y fidedignos como Liv Ullmann y Erland Josephson en el material de 1973, y entablan un duelo interpretativo que contribuye sobremanera a resaltar cada uno de los esbozos, apuntes o señalamientos del guion. No hay ninguno, por perfecto que fuere, que levante sin buenos actores; ambos lo son y lo confirman aquí.

La Chastain, entre las actrices norteamericanas significativas del siglo, e Isaac se meten en el alma de sus dos personajes y nos los incorporan, tan reales, tan verosímiles, tan nítidos en este tú a tú ontológico, muy hábil en bojear por las complejidades, grandezas y debilidades humanas.

El showrunner, guionista y director Hagai Levi posee experiencia en el tema. Su serie The Affair (comentada en esta sección, también exhibida en Cuba) demostraría de forma previa la capacidad del creador para escrutar en la pareja, fundamentalmente en sus quiebres. A través de esta disección del amor y el desamor que es Secretos de un matrimonio, el israelí alcanza un grado de agudeza mayor; no obstante complacerse en demasía con cuanto cuenta y, en consecuencia, alargar bastante escenas y diálogos, pese a tener la miniserie un episodio menos que la de Bergman.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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