Belkidia López Fundora o las olas que salvan

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Quizás es la entrevista que menos haya dormido en la cama que nombré memoria interna del Periodismo. No viajó los kilómetros que otras han viajado después de grabadas, por pura pereza o  por pura manía de dejar reposar las cosas para que crezcan como la masa del pan.

Ella lo predijo al principio de la conversación: “cuando la letra se mete en la cabeza es como una dulce tortura… no puedes parar “. Y así mismo fue, la letra de Belkidia López Fundora, directora del proyecto artístico Al Compás de las Olas, se metió en la cabeza y hubo que convertirla en luz pública, a picotazo limpio de los dedos sobre el teclado a media luz.

Sembrar la semilla del gusto por la música no es coser y cantar, la música tiene sus elegidos…, sin embargo, llevas 30 años anidando buenos intérpretes bajo tu guía. Ellos se van, tú te quedas, ellos se van, tú te quedas…

“Han pasado cientos de niños por el proyecto. De ellos una buena parte han estudiado música en las escuelas de arte. Otros han tenido una infancia feliz, se han educados en valores, han aprendido a pensar como grupo (…) Ganan en solidaridad, en amistad y de alguna manera queda la semilla del hombre o la mujer bondadosa en ellos”.

En épocas pretéritas las mujeres no tenían espacio ni voz como compositoras, eso cambió con el tiempo, pero todavía sigue siendo una labor difícil… 

“Las personas no saben que quienes nos dedicamos a componer muchas veces no dormimos, porque cuando hay una idea musical rondando en la cabeza o una idea que no vino con el texto pero te gusta la frase es como una dulce tortura que te persigue a todas partes. En mi caso no me abandona hasta que no grabo, entonces llega la existencia del tema y la paz”.

¿Y cuántas ideas han volado y sobrevolado el territorio López Fundora? 

“Nunca las he contado… también tengo canciones para adultos que nunca he sacado a la luz pública, a lo mejor un día me presento al concurso Adolfo Guzmán. Yo disfruto mucho el trabajo con los niños”.

Trabajar para la radio resulta bien complejo, te da entrenamiento, pero te exige una permanencia, un diarismo que algunos nos asusta…

“Al principio escribía y actuaba, ya solo hago lo primero. Es un medio que no termina nunca, a veces, tienes el guion de tres semanas y cuando vienes a ver estas de nuevo pegada a la fecha de entrega. En mi casa todavía no tengo todas las condiciones, por ejemplo, me falta internet que es una fuente importante de información y pudiera ahorrarme tiempo. No obstante, resulta una experiencia muy seductora”.

Detrás de un espectáculo de tu proyecto se nota una obsesión porque todo fluya perfecto, eso va desde la silla donde se sienta el público hasta los globos combinados con el vestuario de los marineros… ¿Eres obsesiva?

“Muy obsesiva, voy al detalle de las cosas y sufro lo más mínimo, incluso me desconcentro. Creo que eso es bueno, porque el público se merece lo mejor y la gente no sale de su casa a ver cualquier cosa, sino algo que deje una huella en su alma. Nosotros somos servidores y no debe pasar que hablemos de valores en las canciones y luego no respetemos al espectador”.

Hablando de las obsesiones creo que cada cual debe dejar una huella en este mundo, para algo nacimos ¿no?

Tuve la triste historia de no tener descendientes, hijos de sangre, pero si he tenido la dicha de ver crecer a muchos otros que me han asumido como su otra mamá.  El tiempo pasa y los veo por la calle hechos hombre de bien, mujeres de bien y siento que ahí también estuvo mi huella… también están las canciones”.

Tus textos musicales hablan de mar, hablan de ese amor por Cienfuegos.

“No podría vivir sin mar, sin este azul, sin este aire… Siempre digo que nuestro mar es diferente y cuando viajo lo extraño enormemente (…) Yo sé que en La Habana u otro lugar fuera de Cuba incluso hubiese tenido otras o más oportunidades, pero vivo feliz en Cienfuegos”.

Lea también: Belkidia y su proyecto Al compás de las olas: pulcras velas de Cienfuegos

Recientemente Belkidia López Fundora realizó el espectáculo Un mar de sueños en celebración a sus 30 años de vida artística en la UNEAC de esta ciudad y donde presentó su último disco Todos los niños quieren cantar, allí dio gracias porque la música la había salvado… dio gracias y nos faltó retribuirle con poemas, caracolas y arcoíris.

Nos faltó decirle que ella nos salva de tantos sustantivos comunes, de tantos procesos ajenos a la infancia feliz, de tantas sombras, de tantos miedos… ella salva y besa en la frente al niño autista que transgrede el umbral escenográfico sin que sus canciones tuerzan el camino.  Su historia no puede dormir en la cama que nombré memoria interna del Periodismo… no necesita crecer como la masa del pan.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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