Bautizo de Mayo

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El aroma del café prende el sol en mi casa. Es poco más de la cinco de la mañana y desde fuera llegan los murmullos del ajetreo madrugador de la gente. –Oye vamos, apúrate, le gritan a alguien. Me asomo, curioso, por la ventana y pareciera el calco de una fotografía.

Por la avenida 5 de Septiembre, de la ciudad de Cienfuegos, descienden en grupos cientos de personas. Son médicos, maestros, ingenieros, constructores, choferes, cuentapropistas; pero son también sus hijos, sus parejas, sus socios del barrio, sus familias.

El primer día de mayo los convoca en la misma ruta: la celebración del Día Internacional de los Trabajadores. Sus semblantes no desconocen los apremios cotidianos que en horas tan difíciles vivimos; sin embargo, la alegría y el optimismo se sobrecogen en la sonrisa que rompe al ritmo de una conga.

Son escenas tan espontáneas que difícilmente quien las vive pueda asirse al absurdo de aquellos que solo tienen ojos para películas de ficción. No se acostumbran ni entienden el júbilo mayoritario del pueblo; tampoco la suma de banderas erguidas por Cuba. Los aturde el gesto hermoso del padre que desfila con su pequeño sobre los hombros.

La complicidad de mis pasos en la marcha es deudora de una tradición cultivada en miles de hogares de este archipiélago cuando, en tiempos todavía mucho más álgidos, acompañábamos a nuestros padres. Mis pasos peregrinan por las causas mayores del país, pero también por aquellas que se resienten en cada una de las estaciones.

Es el desfile por Cuba, contra el Bloqueo, en apoyo a Venezuela. Y, a la vez, por la construcción de una sociedad aún perfectible, por la reivindicación del trabajo como la principal fuente de riqueza, por la esperanza de que los caminos recorridos ayer y hoy no sean en vano. Es, en primera instancia, el desfile evocador de un crimen: la ejecución de cuatro obreros que, en 1886, fueron condenados a muerte en Chicago (Estados Unidos), por el reclamo de una jornada laboral de ocho horas.

Cuando el café se esfuma en la taza, tales sensaciones refuerzan, en el dejo de su aroma, las razones para despertar temprano y volver a donde los otros, con la ilusión de que el primer aguacero de mayo nos bautice.

Es el desfile por Cuba, contra el Bloqueo, en apoyo a Venezuela. Y, a la vez, por la construcción de una sociedad aún perfectible./Foto: Karla Colarte
Es el desfile por Cuba, contra el Bloqueo, en apoyo a Venezuela. Y, a la vez, por la construcción de una sociedad aún perfectible./Foto: Karla Colarte

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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