Bailando en Cuba: “reality” criollo

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Recuerdo cuando era una adolescente el programa Para bailar, pero más que la parálisis ciudadana a las dos de la tarde dominical en todo el país, aún a temprana edad valoré el rol de aquel espectáculo televisivo en el realce de la música cubana. Posteriormente encumbré la figura de Eduardo Cáceres Manso, su director, como merecedor de un lugar cimero en la cultura nacional.

Y es que allá por la década de los ’70, el estigma de diversionismo ideológico, hacía inclinar el gusto juvenil a la manzana prohibida de sonoridades foráneas, entonces la competencia bailable de marras obligaba a ejecutar aquella especie de cosmopolitismo auditivo, donde lo autóctono fulguró en su justo valor, en espacio que sus nueve conductores proclamaban “de bailadores, no de bailarines”.

En este siglo XXI, un nuevo contexto de realidad mediática reclamaba otro Bailando en Cuba, porque amén de debilidades, este reality show danzario criollo ha hecho refulgir los ritmos auténticamente cubanos.

La era digital posibilitó a la audiencia quejarse de inmediato de las diferencias entre los dos programas aquí citados, dado el consolidado paradigma de competidores no profesionales que resaltó Para bailar, y no faltaron en los foros digitales actuales señalamientos a la devenida competencia de coreografías, no de bailadores.

Son nuevos tiempos y faltó en la última entrega televisiva la contraparte del eslogan del espectáculo pionero, pues esta vez el tope sí era de bailarines.

Subsanada hubiera quedado la inquietud si el guion hubiera concebido explicaciones como las expuestas a los foristas de Cubadebate, por parte de doctor Noel Bonilla Chongo, teatrólogo de formación pregradual, luego máster en Arte y en Investigación Coreográfica por la Universidad de París, Francia.

El letrado alude a que Bailando en Cuba ha tratado de amplificar la noción espectacular del baile y de la danza escénica y especifica: “…desde la irrupción de la timba, hasta la noción de ‘pareja de baile’ se fractura, ahora importará estar de cara frontal a la orquesta (a sus cantantes que guían, conminan, ‘imponen’, el modo de seguir el ritmo musical, lo que dice la letra, de donde emergen gestualidades, códigos corporales, fraseos coreográficos”.

Tales renovaciones de conceptos pudieron aclararse al espectador, desde los conductores o declaraciones del jurado.

Santiago Alfonso, brillante evaluador, junto a Lizt Alfonso y Susana Pous, develó precisamente a los coreógrafos del patio participantes en el programa, como reservorio vivo de áreas escurridizas que estructuran nuestro palpitar como identidad nacional.

Voces autorizadas no desdeñan el entretenimiento en su vertiente inteligente, por eso es válido el intento de enrumbar los dos últimos espacios nocturnos dominicales de la canción y el baile, hacia el reality show criollo, en pos de universalizarnos en la contemporaneidad y a traer los públicos juveniles, hoy amantes del reguetón y kec tonics.

La danza no se momifica, muta, se enaltece, también las emisiones televisivas. Los realities preponderan las historias de vida, eluden la ficción y esas facetas llegan a los audiovisuales.

Bailando en Cuba escaló la alta parada de su predecesor Sonando… . Ambos han permitido la recuperación de la memoria identitaria de esta: “Isla de la música”, a la vez que llenaron un espacio estelar de fin de semana, que el público demanda y merece.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

4 Comentarios en “Bailando en Cuba: “reality” criollo

  • el 22 marzo, 2017 a las 8:55 am
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    Un saludo para todos.
    Claro que el programa “Para Bailar” se transmitió en otra época, y si recurrimos al ya acostumbrado “paquete de la semana” encontraremos algunos fragmentos de ese popular programa, en él veremos el reducido espacio en que se filmaba en video tape, y nos daremos cuenta que no tiene nada que ver con la propuesta televisiva de Bailando en Cuba” a no ser el tema competitivo entre los bailadores y los aportes a la cultura de la TV en Cuba , recordemos Rebeca y Miguel Angel, los Hermanos Santos y otros. Y si tenemos en cuenta la tecnologia de esa época nos daremos cuenta de la falta de calidad de la propuesta, pero el empeño de sus realizadores ,creo que se logró, casi toda Cuba vivia pendiente a cada una de sus salidas al aire. Hoy con más tecnología vemos un programa más agradable y mejor logrado, con sus deficiencias, recordemos que es su primera salida, pero con el mismo objetivo, y me parece que SI que logró ponernos muy atentos para ver quien llegaba a la final y se llevaba el trofeo de los mejores bailadores de Cuba, lástima que no teniamos ningún cienfueguero en la competencia.
    Saludos a Dagmara de Roque desde el Comité Provincial de la UJC, saludos a Julito

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  • el 21 marzo, 2017 a las 7:20 am
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    Gracias por sus comentartios. Claro que el programa tuvo algunas debilidades, pero sin dudas es válido el esfuerzo de la tv cubana, el resultado positivo en el gusto de la población lo merece, ese medio es el más costoso de todos y disponer de 13 cámaras tirando a switsher es un gran esfuerzo en la producción, que posibilitó grabar el espectáculo en el teatro Astral y publicarlo sin corte y edición, éxito en su colorido y lucidez, según su director Manolito Ortega

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  • el 20 marzo, 2017 a las 3:21 pm
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    Me gustó mucho su trabajo. Sin embargo, creo que el programa se hubiera merecido unos mejores presentadores.

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  • el 20 marzo, 2017 a las 2:32 pm
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    A mi me encanto el programa Bailando en Cuba y la pareja q ganó, la mejor, desde el primer día q salió a bailar. Felicidades para todo los trabajadores de la Editora 5 de Septiembre por tener este sitio web tan bueno. Besitos!!!!!

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