Bahía de Cienfuegos expulsa de su vientre la indolencia

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Paradoja. A escasos 100 metros del cartel promocional Cienfuegos encanta, y a mucho menos distancia del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, la bahía de Jagua ha creado una especie de vertedero (léase basurero) cuando el oleaje expulsa a tierra buena parte de lo que personas inescrupulosas vierten a sus aguas, sin detenerse a pensar cuánto daño ocasionan al medio ambiente.

Las fotos que acompañan el texto, de por sí, son harto elocuentes. Justo donde comienza el Malecón, postal icónica de la ciudad que se precia de su afinidad con el mar, un cúmulo de desperdicios desluce la vista.

Desafortunada primera impresión para quienes visitan la Perla del Sur, la urbe cuyos encantos rindió al Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, con aquella declaración de fe hecha canción: “Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mí”.

Quienes agreden de esta forma las tranquilas aguas de una de las bahías más hermosas de Cuba y del mundo, tal vez no tengan conciencia de que el vidrio de botellas, o cualquier otro recipiente de ese compuesto, demora más de 4 mil años en degradarse; en tanto, bolsas plásticas, vasos y envases del mismo material tardan no menos de 150 años en descomponerse.

Las latas de refrescos, por su parte, pueden estar en el medio intectas durante años, y lo que pareciera mucho más fácil de “digerir”, como los filtros de cigarrillos, permanecen sin desintegrarse hasta poco más de una década.

Para su conocimiento, comentarles que cada año se vierten en los océanos unos 8 millones de toneladas de plásticos de todo tipo, mientras se estima que para para el 2050 podrían cohabitar en el medio acuático más objetos de ese material que peces. Asombroso, ¿verdad?

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Tal situación es producto también del uso excesivo que muchas veces se hace de los envases plásticos por parte del mercado. Solo de bolsas de polietileno, polipropilenos u otros similares se consumen alrededor de 2 millones de unidades por minuto.

Existen países, como Alemania, que hacen intentos por, al menos, frenar ese nocivo fenómeno. Los germanos han ideado un componente biodegradable para esos auxiliares medios, que además de descomponerse con más facilidad, pueden reciclarse en su uso.

Sobre el estercolero marino de la bahía de Jagua, al margen de los responsables, valga el llamado para las instituciones y organismos encargados de eliminarlo, y con ello desaparezcan, aunque sea por el tiempo que demore un nuevo regurgitar de la rada, los contrastes de un eslogan que prestigia a la bella Ciudad del Mar y tan indeseado vertedero de inmundicias.

Poco valen las limpiezas momentáneas, como la ocurrida hace quince días, si después no se preserva y sistematiza la acción, profiláctica, y de recogida. Ya los sitios donde se limpió están iguales.

Primera impresión para el visitante que llega deseoso de conocer el célebre Malecón de Cienfuegos. /Foto: Yuliet Sáez
Primera impresión para el visitante que llega deseoso de conocer el célebre Malecón de Cienfuegos. /Foto: Yuliet Sáez

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

Un Comentario en “Bahía de Cienfuegos expulsa de su vientre la indolencia

  • el 21 septiembre, 2020 a las 2:19 pm
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    No hay quién pueda solo con este problema. Tienen que ser ocupacion y tarea nuestras consingnas

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