Aves de litoral: un vuelo entre el mar y las arenas

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Desde hace 5 años la red internacional de científicos y entusiastas comprometidos con la conservación de las aves, festeja cada 6 de septiembre, el Día Mundial de las Aves Playeras. Ocasión ideal para conocer sobre estas hermosas criaturas que tienen al mar, los litorales y ensenadas como sus principales proveedores de refugio y alimento.

“Ya era hora de que tuviéramos un día conmemorativo para celebrar a las aves playeras (…) La idea de celebrarlo se inspiró en los desafíos de conservación que este tipo de aves está enfrentando a lo largo del mundo”, expresó en 2014 el Lic. György Szimuly, de origen húngaro, protagonista de la iniciativa a nivel global.

Mucha razón tuvo y tiene aún su fundador, cuando las investigaciones en esta rama de la biología apuntan, que este grupo ornitológico en todo el planeta presenta de moderadas a rápidas declinaciones poblacionales, por causa de la pérdida del hábitat y la perturbación antrópica.

En Cuba, como en diversas partes del orbe, este tipo de aves utiliza de modo diferencial los componentes de las franjas costeras, tanto en ínsulas como en las masas continentales: el mar y la orilla o zona intermareal.

En nuestra nación, acorde a un estudio primordial contenido en el texto Aves acuáticas en los humedales de Cuba (2006), elaborado por un prestigioso colectivo de autores como Lourdes Mugica Valdés, Dennis Denis, Ariam Jiménez Reyes, Martín Acosta y Antonio Rodríguez Suárez, “aproximadamente un 80 por ciento de las aves marinas muestran un carácter migratorio, ya sea durante el invierno o el verano”. Sin embargo, algunas de ellas las podemos avistar en bahías y ensenadas durante todo el año, como el caso del Pelícano Pardo o Alcatraz, quien, de modo muy particular acompaña en sus vuelos a los barcos pesqueros.

Muy abundante también resulta la oscura silueta del Rabihorcado ─Fragata, como también se le conoce─, mientras planea sobre playas y lagunas salobres. La Corúa de Mar es otra de las compañeras inseparables de los marineros. Estas se pueden ver flotando en aguas someras cercanas a la franja terrestre, o descansando sobre algún tronco mientras escurre su plumaje con las alas extendidas y desplegadas al sol.

Sin embargo, no podrá negarse que las aves marinas más populares son los llamados Gallegos (gaviotas de mayor tamaño) y las del género Sterna (conocidos comúnmente como Gaviotines). Entre estas últimas hallamos a las que permanecen todo el verano en nuestro archipiélago: la Gaviota Común, la Gaviotica, la Monja y la Gaviota Boba, por citar algunas.

Conjuntamente, existen otras especies conocidas que frecuentan mucho más los suelos arenosos. Tal vez asistirá rápido a la mente de los lectores, alguna que otra avecilla, de movimientos raudos y livianos, durante visitas a las playas.

En ese diverso grupo (de los géneros Charadrius y Calidris sobre todo), se encuentran confinadas casi de forma exclusiva a los litorales el Frailecillo Silbador, el Frailecillo Blanco, el Títere Playero, el Zarapico Blanco, el Ostrero y el Revuelvepiedras. Pequeñas joyas aladas, que se han especializado de un modo extraordinario a las condiciones ambientales del suelo salobre.

Entre los retos que les impone la vida en las ribereñas está la eliminación de los altos contenidos de sal que ingieren a través de la alimentación. Expulsar el sobrante de este mineral en sus cuerpos depende de las extraordinarias glándulas nasales que poseen. “La rapidez del proceso de filtrado y la proporción de sal eliminada utilizando esas estructuras, resulta diez veces superior a la que podría realizar el riñón en el mismo período de tiempo”, refieren los autores de “Aves acuáticas…”.

¿Turismo vs. aves?

 Pero no todos los especímenes –mayoritariamente los del género Sterna– tienen la suerte de ser observadas de manera abundante: en el área del Caribe (con Cuba de cabecilla por sus grandes proporciones), descuellan peligros que las perturban.

Entre las afectadas se encuentra la Gaviota Rosada (Sterna dougallii), ubicada en la categoría de “Vulnerable” por nuestro país, debido a la reducción poblacional y acelerada fragmentación de sus hábitats de nidificación en los últimos años, asociados al creciente desarrollo turístico-industrial.

Según el Libro Rojo de los Vertebrados de Cuba (2012), entre las principales amenazas de esta gaviota figura en primer lugar: el progresivo desarrollo del turismo costero y de modo específico su influencia sobre los territorios de nidificación.

Otro a tener en cuenta, y que igualmente se halla en dicha categoría, es el Frailecillo Silbador (Charadrius melodus). En el caso de esta pequeña, ágil, andariega y simpática avecilla migratoria, nuestro archipiélago constituye la zona de invierno con mayor número de individuos registrados en el área de las Antillas, pero “en los últimos cinco años el constante abandono de la especie de sus históricos sitios de permanencia invernal, y su desplazamiento hacia el borde de los pedraplenes y cayos pequeños con reducidas áreas de playas libres de turismo, es un indicador de inestabilidad en la distribución de las poblaciones”.

Por tanto, urge para la protección del Frailecillo y otros especímenes, de una pronta evaluación y establecimiento de nuevas zonas protegidas sin acceso al turismo, en áreas de playas con bajos niveles de afectación por los cambios climáticos. Es ineludible señalar que entre el medio ambiente marino y las aves que están relacionadas con él, se produce una interacción dinámica, que es preciso resguardar.

En nuestro país aún falta muchísimo por aprender sobre conciencia ecológica y sobre la ornitofauna. Sobre esta cuerda –a mi juicio–, hace falta intensificar las tareas de educación ambiental a través de las técnicas de divulgación masiva en escuelas y otros centros de enseñanza.

Propuestas loables pueden ser las acciones que incluyan paseos educativos a las playas o la impartición de talleres para identificar estas y otras especies durante etapas determinadas del año.

Tres ejemplares de Calidris minutilla, más conocidos como Zarapiquitos, en Playa del Chivo, muy cerca de La Habana. /Foto: Tomada del grupo de Facebook Aves de Cuba.
Tres ejemplares de Calidris minutilla, más conocidos como Zarapiquitos, en Playa del Chivo, muy cerca de La Habana. /Foto: Tomada del grupo de Facebook Aves de Cuba.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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