Atilio Caballero, un escritor de Fortaleza

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Intimidado es la palabra. Así me sentí cuando, a mi vera, Atilio Caballero esperaba la pregunta. Sobre los muslos, un bloc de notas abigarrado de letras y tachones recordaba la noche anterior, donde me estudié tantas veces el propio cuestionario.

Recomendó conversar en el parque: “Aquí en la UNEAC todos me conocen, y no dejarán de saludar”. En la primera sombra tomamos asiento, encendió un cigarro y a diferencia de lo que esperan todos fue él quien empezó la entrevista.

“¿De qué exactamente quieres que hable? Puedo hablarte de muchas cosas, ahora no sé si te lo vayan a publicar…”.

En Rosso Lombardo usted trata el tema de la circunstancialidad del hombre, el cual no es del lugar de donde nace, sino del lugar donde se encuentra en cada momento ¿Por qué, a pesar de vivir fuera de Cuba incluso, usted regresa a la Ciudad Nuclear?

“Llevo mucho tiempo trabajando en la CEN, pero no viviendo propiamente. Me acerco a este lugar con el fin de fundar el Teatro de La Fortaleza. Sin embargo, uno se enreda con asuntos no tanto profesionales como personales. Allí conozco a la que sería mi mujer, tuve un hijo y decido quedarme. No obstante, considero que mi tiempo en la Ciudad Nuclear ya se terminó, aunque el hecho de que me vaya no depende tanto de mí como de la posibilidad de hacerlo.

Acabo de escribir un libro titulado Franja, donde recreo los resultados de mi investigación sobre la CEN. Al concluir con la obra, me doy cuenta que ya mi ciclo en ese lugar había acabado”.

¿Por qué la creación del Teatro de La Fortaleza?

“Ya existía un proyecto, Baúl de Trasgo, en la Ciudad Nuclear. Ellos querían hacer algo con más pretensiones y contactaron conmigo, que ya colaboraba con Los Elementos. Ser un grupo de teatro profesional que iba a realizar espectáculos a partir de las problemáticas de los habitantes de la CEN fue nuestra premisa. No tuvimos en nuestros objetivos, al comienzo, crear un proyecto comunitario. A la larga se ha vuelto un proyecto cultural comunitario, que no es lo mismo.

“Yo les digo a mis actores que salgan, investiguen, seleccionen y reflexionen sobre lo que está ocurriendo en la Ciudad Nuclear, después ellos me presentan el tema y yo redacto la dramaturgia. En Woyzeck, nuestra primera puesta, basada en la obra de Georg Büchner, salió a relucir el tema de la violencia de género. Cuando hicimos Tigre, basado en la noveleta del escritor norteamericano William Saroyan, salió a relucir el tema de la locura. En esa ocasión hablamos con Salud Pública y nos metimos en el Hospital Psiquiátrico de Cienfuegos para estudiar a los personajes que íbamos a representar. En el caso de La Tentación, basado en un cuento de Chejov, tocamos el tema de los migrantes y de la CEN como lugar de tránsito desde el punto de vista de los que se quedan”.

Al ganar el premio Alejo Carpentier, un año después de Marcial Gala, un periodista le pregunta si usted creía que nuestra provincia se encontraba en un momento de auge literario. Usted le contesta que no, casi de forma profética ¿Qué factores impiden que dicho auge ocurra?

“No tiene una explicación objetiva. Puede deberse a muchas cosas o a ninguna. Si te pones a ver no es un problema de ahora, es un problema de toda la vida. ¿Dime tres grandes escritores de Cienfuegos? No existen. Vivimos en la única provincia donde no se puede decir: tenemos tres escritores por lo menos representativos. En ocasiones le achaco la culpa a un virus en el ambiente…

“A 70 kilómetros de aquí, en Santa Clara, hay un movimiento literario muy fuerte. No es que el supuesto virus no llegue hasta allí, lo que pasa es que en ese sitio toda la vida ha existido una preocupación por la cultura y en particular por la literatura. En Cienfuegos no ocurre lo mismo, ni antes ni después del 59. Si una cantante cienfueguera gana un concurso de televisión, automáticamente se convierte en una estrella. Si a mí mañana me dan el Premio Nobel, probablemente ni me inviten a un café. Yo siempre he dicho que Dios se equivocó con respecto a Santa Clara y Cienfuegos. La primera es una ciudad muy fea, con una vida cultural muy intensa y la segunda es una ciudad muy linda con gente totalmente desinteresada por la cultura”.

En su obra La Máquina de Bukowski, usted cuenta como un objeto es capaz de alterar la cotidianidad de un grupo de personas, algo parecido al Libro de arena de Borges ¿Usted piensa que, fuera del plano literario, un detalle tan simple como un objeto te puede cambiar la vida?

“Si te lo propones. Lo que pasa con este grupo de jóvenes es que ellos estaban necesitados de que apareciera algo que les pudiera cambiar la cotidianidad de sus vidas. Uno de los grandes problemas de la juventud es el tedio. La gente no sabe muy bien como emplear su tiempo libre, sobre todo los jóvenes. En Cienfuegos se van al malecón, o al parque a conectarse. Cuando encuentras a alguno que piensa un poquito más, en el fondo hay una dosis de aburrimiento bastante grande y cualquier cosa puede ser un pretexto para cambiar ese hastío.

“El problema de la novela recae en que nunca se sabe si es este objeto realmente la máquina de Bukowski, porque eso a la larga no importa, lo importante es lo que genera esa supuesta máquina y no la máquina en sí”, dice mientras con la mano derecha se enrosca un mechón de cabello, y con la otra mano sostiene el segundo de los cigarrillos.

Atilio lanza cada palabra como si la estuviera escribiendo, como si el aire fuera la hoja en blanco…

Usted no se deja contaminar por la opinión de su entorno, el consumismo ¿Se siente una especie de Quijote en esta tierra?

“No creo que sea una actitud quijotezca, no conscientemente. Es una tarea bastante dura intentar mantenerse despierto a las cosas, si tú te apagas terminas viendo la novela o sentado en el malecón todas las noches. Si sucumbes al virus terminas homologándote con la media y eso es fatal, no para un creador, sino para cualquiera.

“Yo soy así. Por ejemplo, hay mucha gente que me dice: Atilio yo quiero que tú me presentes el libro, en la Feria o en cualquier otro contexto. Entonces les digo: bien, me voy a leer tu libro y si me parece bueno lo voy a decir, pero si tu libro es malo de esa forma lo voy a presentar. Ese es el momento donde aquel que no está seguro de lo que escribió retrocede (…)De todas formas ellos no ganan por la cantidad de libros que venden, sino por el derecho de autor. ¿Qué espera la gente entonces, que mienta? Uno debe respetarse”.

¿Atilio Caballero prefiere ser recordado por su obra como escritor o como dramaturgo?

“Como escritor. El teatro se lo lleva el viento, es muy efímero digamos. Lo cual no quiere decir que tenga más o menos valor. La dramaturgia es una pauta para otra cosa superior: el espectáculo. Nunca un buen texto teatral va a tener su definición mejor, salvo excepciones como Shakespeare, hasta tanto no llega a representarse. La escritura, sin embargo, te da posibilidades que no te da el teatro porque resulta solamente concebida para un lector”.

Además de Shakespeare, otro de los que trascendió del plano teatral a la literatura fue Moliere, quien falleció en una puesta en escena ¿Ha pensado alguna vez cómo será su muerte?

“Como decía Félix Pita, la vida es una larga tarea de aprender a morir. En la medida en que más preparado tú estés para eso, con más familiaridad la vas a asumir. La muerte es una cosa que nunca vamos a entender. Si pudiera escoger mi muerte yo diría que pescando, jugando tenis, en el Escambray… de una manera más tradicional y convencional que en la escena, yo no actúo”.

¿En la patana?

“No, no. En la patana se puede morir cualquiera ahora mismo (se ríe), eso es una máquina de provocar infartos”.

Resulta una experiencia inolvidable conversar con uno de los escritores más prolíferos de nuestra provincia. /Foto: Zulariam.
Resulta una experiencia inolvidable conversar con uno de los escritores más prolíferos de nuestra provincia. /Foto: Zulariam.

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Miguel Ángel Castiñeira García

Estudiante de Periodismo de la UCLV

5 Comentarios en “Atilio Caballero, un escritor de Fortaleza

  • el 2 febrero, 2017 a las 9:05 am
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    Muchas gracias por sus comentarios. Muchas gracias por enseñarnos, son los mejores.

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  • el 1 febrero, 2017 a las 4:21 pm
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    Buena entrevista, coinciden un buen entrevistador y un excelente entrevistado, por las controversias, enhorabuena Miguelangelo, sigue así, trabaja mucho, y no pierdas la humildad a pesar de los halagos. Tu padre escribía muy bien, tuve el placer de leer mucho de lo que esribiera, estaría muy orgulloso de ti

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  • el 1 febrero, 2017 a las 2:49 pm
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    Muchas gracias Darilys Reyes Sánchez, trataré de cumplir con lo que prometo jajaja. Muy buen entrevistado.

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  • el 1 febrero, 2017 a las 2:44 pm
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    Acertada entrevista. Concuerdo con Dariys, Miguel Ángel es una promesa en las letras cienfuegueras.

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  • el 1 febrero, 2017 a las 11:53 am
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    Buena, muy buena entrevista Miguel Ángel… lo dicho: el muchacho promete.

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