Atardecer en Girón

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“Al conocerse la noticia de la invasión mercenaria por Playa Girón, en la madrugada del 17 de abril de 1961, pocas horas tuvimos los espirituanos de conformar el Batallón de milicias 345, con el que marcharía como jefe de escuadra para la zona del desembarco esa misma tarde”, recuerda Saturnino Ibrahín Martín Hernández.

Agrega el hoy teniente de la Reserva, que pocos días antes habían bajado de las lomas del Escambray, donde participó en decisiva batida a las bandas contrarrevolucionarias responsables de sembrar el terror y todo tipo de desmanes entre la población rural de la serranía.

“Sin embargo, rememora Martín Hernández, no hubo tiempo para el descanso, pues una vez en Sancti Spíritus nos encomendaron la misión de neutralizar a los desafectos, que como quinta columna, actuaban en pueblos y campos condicionando el apoyo de una presumible agresión por las costas cercana a la ciudad de Trinidad”.

San Blas era un paraje cercano a la Ciénaga de Zapata, cuya tupida vegetación dejaba un colchón de hojarasca sobre el suelo rojizo. La proximidad de las aguas y los residuos del último frente frio a mediados de abril, se conjugaban para sentir el frescor de la noche. Aquel fue el punto escogido por la jefatura del Bon 345 para desplegarse, después de un largo y agotador recorrido por todo el circuito sur hasta Yaguaramas, y de ahí, desviarse por la carretera de Girón.

“Con las primeras sombras, cuenta Ibrahín, además de las tensiones del momento con el enemigo muy cerca, debíamos enfrentar los insistentes enjambres de jejenes, empeñados en hostigarnos con sus molestas picadas. Sin embargo, la orden no daba cabida al descanso. Era necesario continuar para estrechar los cercos entre los diferentes batallones y evitar que los invasores pudieran reagruparse y hacerse fuertes en cualquier posición, cuya pretensión era ocupar una cabeza de playa para establecer un gobierno provisional, tal y como lo había previsto el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz”.

Durante toda la jornada nocturna y el día 18 la fuerza miliciana de Sancti Spíritus se movió en la dirección Las Carboneras-Caleta de Jucaral. Por supuesto, muchos de ellos tenían experiencia en la forma de organizar y desarrollar acciones combativas de este tipo, pero el teatro de operaciones militares era completamente diferente a la agreste geografía montañosa del Escambray. Esta vez se trataba de una extensa zona llana, en una parte bordeando la costa, y en otra, lidiando con el fango de los terrenos cenagosos.

“Fueron muchos los intentos enemigos de romper el cerco, rememora, sobre todo por la noche, pero siempre se estrellaron contra la férrea fortaleza de nuestra convicción y la voluntad de vencer. Recuerdo que en la madrugada del 19 habíamos acampado para tirarnos y dormir un rato. Distribuimos las postas, pero un mal presentimiento me llevó a abrir los ojos. Cuando llegué, al miliciano de guardia me lo encontré dormido. De inmediato puse en ristre mi fusil M-52 y levanté al resto de la escuadra. En el ambiente se respiraba algo raro…Efectivamente, nos encontramos a un mercenario tratando de confundirse con resto de la tropa; estaba armado de un M-1, granadas y el cuchillo comando. Según declaró venía a entregarse”.

En definitiva, Martín Hernández estuvo 37 días junto a sus compañeros peinando la zona hasta que fue capturado el último invasor. De su participación en la epopeya de abril de 1961 vendría su afición por la artillería terrestre a la cual dedicó casi tres décadas y media de su permanencia en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, solo interrrumpida por dos años al frente de un grupo de compatriotas internacionalistas, integrantes del movimiento guerrillero en Guinea-Bissau contra el colonialismo portugués.

“De todas las gestas en la que participé fue Girón la que más me marcó. Allí vi miles de jóvenes, y no tan jóvenes, dispuestos a entregar la vida por la Revolución y el socialismo. Nos acompañó todo el tiempo y estuvo en la primera línea de combate, el Comandante Jefe, quien, además, demostró sus cualidades de estratega militar para conducir las acciones que en menos de 72 horas le infligieron, hace 60 años, una aplastante derrota a la brigada de asalto 2506, pero también al ejército y gobierno estadounidenses”, asevera el aplatanado cienfueguero y actual miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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