Así siempre nos han visto los yanquis a los cubanos

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Es conocido que Estados Unidos comenzó sus apetencias sobre Cuba desde el período de 1805-1823, en que ya formuló política para la Mayor de las Antillas con la intensión de arrebatársela a España en el momento propicio, el cual resultó ser a finales del siglo XIX.

Tras su intervención en la Guerra cubano-española que ya teníamos ganada después de 30 años de lucha, el naciente imperio yanqui se involucró en un breve y desigual enfrentamiento armado con la metrópoli y la despojó de sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

El 24 de diciembre de 1897, míster JC. Breckinridge, subsecretario de Guerra de los Estados Unidos, envió por escrito un grupo de instrucciones al teniente general Nelson A. Miles, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas que se preparaban para la campaña militar. El contenido de aquellas instrucciones ha pasado a la historia de las relaciones bilaterales, a no dudar, como una de las más elocuentes manifestaciones de menosprecio y desdén hacia el pueblo cubano.

La extensión del documento histórico no permite su reproducción total, pero puede hallarse íntegramente en el Tomo 1 de Documentos para la Historia de Cuba, de Hortensia Pichardo (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,1971, págs., 511 a 514).

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Al explicar en esas Instrucciones las características del pueblo de Cuba expone Mr. Breckenridge : “sus habitantes son de raza blanca, negra, asiática y sus derivados, y por regla general son indolentes y apáticos e indiferentes en materia de religión, y por lo tanto la mayoría es inmoral y de pasiones vivas, muy sensual, y como no poseen sino nociones muy vagas de lo justo e injusto, es propenso a proporcionarse los goces no por medio del trabajo sino por la violencia y es despreciador de la vida.

Por tanto la anexión inmediata a nuestra federación de elementos tan perturbadores y en tan grande número sería una locura, y por tanto antes de planteárnosla debíamos sanear a ese país, aunque sea aplicando el medio que la Divina Providencia aplicó a Sodoma y Gomorra (ciudades de Palestina destruidas por el fuego del cielo, según La Biblia)

Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego, y habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica y mermen su ejército, y el ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos, y a ellos se encomienden las empresas peligrosas y desesperadas.

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Dominadas y retiradas todas las fuerzas regulares de los españoles, sobrevendría una época de tiempo indeterminado de pacificación parcial durante el cual seguiremos ocupando militarmente todo el país, ayudando con nuestras bayonetas al gobierno independiente que se constituya, aunque sea informalmente, mientras resulte en minoría con el país.

El terror y la propia conveniencia han de determinar que esa minoría se vaya robusteciendo y equilibrando sus fuerzas, constituyendo en minoría el elemento autonomista y a los peninsulares que se queden en el país (…) Resumiendo: nuestra política será siempre apoyar al más débil contra el más fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, hasta lograr anexarnos la Perla de las Antillas”.

A pesar de los 122 años transcurridos desde su emisión a los mandos militares, el contenido de aquellas instrucciones mueve a la cólera de las personas decentes y lacera la dignidad humana. Pero peor aún, resalta por su absoluta vigencia, por el grado de enlace histórico entre la visión de aquel militar yanqui y la política de hostilidad y recrudecimiento de sanciones puesta en práctica por la actual administración. Aquella resulta una temprana incitación imperialista al genocidio, que todavía continúa, porque es que así —nadie se llame a engaño—, siempre nos han visto los vecinos del Norte a los cubanos.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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