Arte por cuenta propia en Cienfuegos: entre el cliché, la traición y lo prostituido

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Por: Jorge Luis Urra Maqueira

Es una realidad que el cuentapropismo ha diversificado la economía cubana y, en cierto modo, apocado secuelas de sus propias irregularidades; sobre todo, las concernientes a las fuentes laborales disponibles. Empero, los beneficios o menoscabos no se traslucen únicamente en las cuentas y oportunidades laborales; en el suceso, igual, hay que considerar la contribución y los detrimentos culturales que devienen de estos cambios necesarios.

El tema es lo bastante complejo y polémico, por lo que voy a detenerme en una de las subtramas más punzantes del arte: las galerías cuentapropistas. Que los artistas posean un espacio para poder comercializar sus obras y autopromocionarlas es una urgencia incuestionable; particularmente, si tenemos en cuenta que Cienfuegos no es un destino de estancia y que el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) apenas solventa estas necesidades, debido a su cuestionable gestión, estrategia museográfica y publicitaria. ¿Acaso no posee una partida para la consumación de dignos catálogos, audiovisuales o exposiciones en espacios oportunos? ¿No tiene entre sus objetos promocionar a sus afiliados en eventos nacionales e internacionales?

Tampoco voy a referirme a las posibilidades que ofrece con la venta de materiales (excesivamente caros) o los descuentos a los miembros (casi siempre el máximo en el registro de posibilidades; entre un 30 o 50 por ciento, si no eres figura de “primer nivel”), además de los pagos de impuestos a la Onat y las gratuidades que se les solicita para eventos y obras sociales; lo que nos induce a pensar que no recibe lo que merece por su creación. Si eres un artista joven o desconocido (infiérase que no pertenece a la Uneac), se llegan a producir los descuentos citados, pero el precio de la obra en venta es semejante al de las “personalidades”.

El arte es una expresión de excepcionalidad, rara avis entre los humanos, por eso es altamente remunerado en el mundo. Cierto que el salario del artista supera en mucho la media de cualquier cubano, pero lo es también que la venta es intermitente (si eres alguien establecido por los medios de comunicación y las galerías) y que, al igual que el deporte, la salud física y mental del creador se deteriora y tiene un término casi siempre infausto (en la vista, el sistema óseo, nervioso, etc.), sin referirnos a la inversión para asegurar el ciclo de sus producciones. No es fortuito que se convierta en una de las fuentes de trabajo más inseguras.

Felizmente, los ministerios afines están recabando algunas soluciones, como la de devolver gradualmente la autoridad comercial a la Uneac, como antes la tuvo, para garantizar las jerarquías y evitar los beneficios ilegales de algunos creadores, pues implica la declaración de cualquier arreglo comercial. Pero regresemos a nuestro eje conductor.

La anuencia legal de las galerías por concepto de cuentapropismo ha dado la posibilidad a cientos de artistas (y no), reconocidos por el llamado y vulnerable Registro del Creador o de artesanos afiliados al FCBC, a tener ese espacio anhelado; sin embargo, como las dagas de doble filo, ofrece una posibilidad nomológica para que se alquilen sitios (por lo general, las salas de recintos familiares) que permitan, sin ser artistas legitimados por una academia o los instrumentos sociales que ofrece la institucionalidad, la venta de unos bienes y otros; sin que medien instrumentos cualitativos. Por lo que no debe asombrarnos que el nuevo Corredor hacia el muelle esté saturado de productos análogos, sin identidad, sino también que el turista tenga acceso a endebles creaciones que devienen cliché de lo representativo local o cubano.

Unas pocas galerías, como La Resistance, ofrecen a los clientes (sin estar al margen de los formatos y temas que agradan a ese turismo) un arte donde se concilien lo comercialmente bien hecho y la inteligencia e imaginación. Sin dudas, esta ventana anima socialmente el área patrimonial, pero crea falsas percepciones sobre la tradición artística local.

La suerte no corre diferente para las galerías abiertas en el resto de las zonas más frecuentadas por el turismo en la urbe (entorno del parque Martí y Paseo del Prado, esencialmente). En un recorrido realizado por 20 recintos expositivos y de venta, pudimos apreciar que el 91 por ciento de las muestras están signadas por el mercado; develándose una traición de los creadores a sus temas, estilos y poéticas anteriores; especialmente por los más jóvenes “cuentapropistas del arte”.

El grueso no vacila en concebir retratos de artistas famosos de cine (copias viles de fotografías de actores norteamericanos), escenas campestres (imitaciones de los clásicos cubanos), figuras que subrayan el erotismo o exotismo en el mestizaje, etc. Lejos de exponer estos productos desde una perspectiva curatorial, en espacios que ayuden a su percepción conveniente, la anti-museografía exhibe un reservorio acumulativo de “cuadros” que no permite alguna distinción (tal vez reproduciendo las galerías de su habitual instrumento económico mediador: el FCBC).

Muy pocos colocan en los muros de sus “recintos expositivos” los modos y universos que han sistematizado durante su carrera (paradójicamente los que tienen mayores ventas), al estilo de los espacios de J. Vázquez, A. Alonso, y V. Rodríguez, por mencionar varios ejemplos de consecuencia.

Es elocuente que el artista debe sobrevivir y proteger a su familia. Sin embargo, las concesiones siempre terminan en fatigas y difícilmente se puede volver atrás para corregirlas. Hay casos inusitados de galerías que se ubican como proyectos comunitarios (respaldados, incluso, por instituciones, que les garantiza visitas de delegaciones foráneas a sus espacios) y ofrecen a las comisiones de turistas un cuadro falso de nuestro folclor, de tópicos sociales vistos de manera empírica o maniquea y de conexiones económicas sospechosas. Esa prostitución del “arte” termina, pues, como un antivalor que denigra la imagen de los autores. Y lo peor, ellos mismos creen que es el camino valedero y realizan charlas en el extranjero lo mismo sobre el arte gay en Cuba (con la mayor desfachatez del mundo) que sobre la presencia del negro en las artes cienfuegueras.

Indudablemente, se urge de una revalorización del cuentapropismo en el espacio del arte, la supresión de mediadores que no aporten al erario cultural y afecten desproporcionadamente los bolsillos de los creadores. ¿Por qué no disponerles de instrumentos oficiales que garanticen la limpidez de la venta y que se solvente directamente a la Onat, como el resto de los cuentapropistas? No es esta una diatriba en contra de algún emporio comercial, pero compruébese cómo los mismos artistas que pocas veces vendían sus obras en la institución matriz, multiplican sus ventas en las galerías propias. ¿Estrategias mal concebidas? ¿Ausencia de motivación de los vendedores o promotores? ¿Museografías creadas para el gozo de algún beneficiador?

El cuentapropismo, que ha ido revolucionando nuestra realidad económica, ha resultado útil para liberar al Estado de algunas responsabilidades sociales. El arte se ha colocado dentro de ese universo de cambios; pero, a la par que contribuir a la causa económica de la Isla, debe remozar los modos de emplazarse y convertirse en un bien que represente, ante los ojos de los clientes, los mejores valores de la cultura local.

El autor es crítico de arte.

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

4 Comentarios en “Arte por cuenta propia en Cienfuegos: entre el cliché, la traición y lo prostituido

  • el 8 junio, 2018 a las 10:52 am
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    En su artículo hace referencia sin mencionar nombre, a proyectos comunitarios que “muestran un cuadro falso de nuestro folclor, de tópicos sociales (como arte gay en Cuba y presencia del negro en las artes cienfuegueras), habla además de prostitución del arte, yo por mi parte respeto su criterio, pero no puedo dejar de expresar mi apreciación.
    Creo que uno de los artistas que ha tratado estos temas en nuestra provincia es Santiago Hermes, que desde su proyecto Trazos Libres, en su casa galería, se ha atrevido a tratar, desde su obra, temas tan sensibles en los momentos actuales en nuestra sociedad, siempre basados en el respeto a la diversidad, no más allá. Obra que a su vez ha sido reconocida por varias instituciones y organismos nacionales e internacionales.
    En particular del artista conozco sus raíces, valores, aptitudes y actitudes tengo fe de su desinterés y entrega al proyecto que dirige, es un cienfueguero que ama primero que todo el barrio en que vive y que hace lo que muchos no se atreven a hacer. Me pregunto: ¿Conoce usted al artista?, ¿Ha visitado su proyecto?, ¿Se ha preguntado por qué varias instituciones lo han respaldado? Creo que lejos de desacreditar, es meritorio reconocer en este caso lo que hacen y lo que ha logrado este proyecto, además de su empeño en contribuir a engrandecer la industria creativa comunitaria, como un espacio inclusivo de participación social.
    Coincido con los otros comentarios, creo que vale la pena y lo invito también a visitar este espacio para que al final saque usted sus propias conclusiones.

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  • el 20 mayo, 2018 a las 9:26 pm
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    Trabajamos por el mismo valle, por eso me apena la desinformación respecto a mi labor que emerge en tu artículo. No obstante, te invito a acercarte a mi recorrido y obra reciente y al accionar del proyecto que lidero. Mi misión es conectar para la producción colectiva, nunca parcelar y muchos menos negar oportunidades de crecimiento a todo aquel que quiere dar lo mejor de sí y contribuir con nuestra patria.

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  • el 20 mayo, 2018 a las 9:19 pm
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    Coincido contigo en algunos aspectos pero en cuanto a nuestro trabajo te refieres, ¿Por qué no nos preguntaste? Yo misma voy a promocionar tu artículo para que las personas que saben de proyectos de desarrollo local, las que están actualizadas sobre nuestra labor y las que conocen el impacto que generamos corroboren tu desconocimiento al respecto. Nos veremos

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  • el 19 mayo, 2018 a las 3:13 pm
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    Es un articulo muy interesante y donde coincido en un 70%, discrepo cuando hace mención a un proyecto comunitario que si bien no menciona un nombre específico rápidamente el lector identifica cuál es. Es muy lamentable que sin conocer la obra del artista, sin apenas haber visitado la galería del mismo o sin acceder a ninguna de las conferencias impartidas por los integrantes de este proyecto, escriba esas tristes palabras. Además estimado amigo, si tampoco conoce en qué conciste ese proyecto comunitario y no conoce del apoyo real de las instituciones y el destino final de los ingresos, entonces no especule y siembre duda, creo que lo desinformaron, sólo lo invito a usted y todos los que deseen y puedan asistir al próximo miercoles 23 de Mayo a las 5 de la tarde en la Sede en la Habana de la UNESCO, cita donde de manera objetiva y franca será reconocido el impacto de este bien llamado PROYECTO COMUNITARIO.

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