América Latina y el Caribe hoy: Desafíos de la opción progresista y revolucionaria (I Parte)

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Hoy, cuando los poderes se confabulan para hacer desaparecer el pensamiento progresista, revolucionario o simplemente contestatario a los designios imperiales, estos se movilizan en función de frenar, sofocar o  aniquilar toda muestra de desarrollo verdaderamente humano, anteponiéndose en todo su rigor el carácter deshumanizado y avasallante del imperio de la fuerza.

América Latina y el Caribe catalogado en su momento como el continente de la esperanza por los progresos que alcanzó en tan poco tiempo, de la mano de gobiernos revolucionarios y progresistas en un número considerable de países, sufre actualmente el reflujo del proceso revolucionario con la complicidad de las oligarquías nacionales y el imperialismo norteamericano.

Esta guerra desatada contra las propuestas progresistas en la región encuentra eco, si no son sus creadores, en la Organización de Estados Americanos y su impresentable Secretario General; además han concitado el concurso de los gobiernos reaccionarios que en defensa de sus oligarquías nativas, la emprenden contra los procesos revolucionarios como modo de escarmiento para los pueblos que luchan en nuestro continente por un futuro mejor.

Para esta cruzada en el continente son capaces de apelar a los más insospechados subterfugios, la manipulación, el engaño y la confusión en nuestros pueblos que – como advierte el teólogo brasileño Frei Betto en la IV Conferencia Internacional “Por el equilibrio del mundo”, carecen aún de la suficiente alfabetización política para saber por qué luchan, pero también lo que están dispuestos a sacrificar para la consecución de sus más caros anhelos.

El objetivo de este estudio va dirigido a reflexionar sobre los desafíos de la opción progresista y revolucionaria en América Latina y el Caribe en la actualidad.

Con un territorio de más de 22 millones de kilómetros cuadrados, 650 millones de habitantes, un Producto Bruto de nueve millones de millones de dólares (un nueve con doce ceros) aproximadamente, con reservas principales de bosques, minerales e hidrocarburos y fuentes de agua más importantes del planeta, América Latina y el Caribe representan un potencial económico y estratégico de altísimo nivel frente a otras regiones, de ahí que sea apetecida por Estados Unidos, y si en un momento estaba involucrado en otras regiones decidió ahora a reformular su estrategia ante los avances progresistas del subcontinente.

El cambio de época o la década ganada

Después del largo y triste periodo neoliberal de los noventa, para algunos la década perdida,  que quebró naciones enteras, es a partir de que Hugo  Rafael Chávez  Frías ganó a finales de 1998 la Presidencia de la República de Venezuela, los gobiernos derechistas y entreguistas del continente empezaron a derrumbarse como castillo de naipes, llegando a lo largo y ancho de nuestra América gobiernos populares.

En su apogeo, en el 2009, de diez países latinos de América del Sur, ocho tenían gobiernos de izquierda. Además, en Centroamérica y el Caribe estaba el Frente Farabundo Martí en El Salvador, el Sandinismo en Nicaragua, Álvaro Colom en Guatemala, Manuel Zelaya en Honduras, y Leonel Fernández en República Dominicana.

En países como Guatemala o Paraguay, era la primera vez en la historia que la izquierda llegaba al poder, en el último caso, rompiendo incluso una constante de siglos de bipartidismo.

En mayo de 2008 nace  la Unión de Naciones  Suramericanas (UNASUR), y en febrero de 2010 se crea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con 33 miembros. De los 20 países latinos de esta organización, 14 tenían gobiernos de izquierda, es decir, el 70 por ciento.

La primera parte del siglo XXI sin dudas fueron años ganados. Los avances económicos, sociales y políticos fueron históricos y asombraron al mundo. Todo esto en un ambiente de soberanía, dignidad, autonomía, con presencia propia en el continente y en el mundo entero.

Por supuesto, ayudó mucho la favorable coyuntura económica mundial. El precio alto del petróleo, el barril a mas de 100 usd, y de las materias primas que exporta especialmente Suramérica durante esos años, permitieron redistribuir esas riquezas y llegaron a los desposeídos  mejorando  sus condiciones de vida, se redujo la pobreza, la desigualdad, se alfabetizaron sus poblaciones, elevaron sus niveles de salud. En el orden político se aprobaron constituciones progresistas y se amplió la democracia.

Lo anteriormente explicado, permite a Rafael Correa (4 febrero 2018, El cambio de época) plantear que  América Latina vivió no una época de cambios, sino un verdadero cambio de época.

Esto también modificó substancialmente el balance geopolítico de la región. Por ello, para los poderes fácticos y países hegemónicos, era indispensable acabar con los procesos de cambio, en favor de las grandes mayorías, que buscaban la segunda y definitiva independencia regional.

*Continuará

Escrito por los profesores de la Escuela del Partido de Cienfuegos:  MSc. Carlos Miguel Valdés y MSc. Elieder Núñez García

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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