Almeida

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Hoy, 17 de febrero, conmemoramos los noventa años del natalicio de Juan Almeida Bosque. Los cubanos recordamos con cariño, admiración y respeto al luchador que nunca llegó segundo a una batalla ni jamás se fue primero.

No obstante la amplia cultura adquirida en base a la superación personal, no fue un gran pensador ni un teórico político; tampoco un eximio orador ni un dirigente de otra dimensión capaz de deslumbrar a las multitudes como Fidel Castro.

Él resultó útil en otras zonas de la acción, tan importantes como aquellas, porque la vida -de forma semejante a los procesos y las gestas-, halla espacio para la expresión de las virtudes en las diferentes áreas. Y cada cual, a la postre, tributa en función de los objetivos finales granjeados merced a la contribución unida de todas las entregas.

Foto: Tomada de Internet
Foto: Tomada de Internet

Además de figurar entre los protagonistas de la hazaña libertaria que eliminó el sistema neocolonial proimperialista en nuestro país -lo cual ya de hecho y por sí solo lo coloca en el sitio de los imprescindibles-, el aporte del Comandante de la Revolución y fundador del III Frente Oriental del Ejército Rebelde se traduce de igual modo en su ejemplo de gallardía, coraje, limpieza ética, cohesión, consecuencia para con nuestra historia y fidelidad a la causa.

La esencia de lo anterior, o sea su posición y su visión, quedarían refrendadas en estas palabras, pertenecientes a una entrevista consigo: “La historia siempre será aleccionadora. Una gran virtud es la honestidad, en nuestra actuación y también en juzgar a partir de las enseñanzas que nos brinda la propia historia. Y no solo la nuestra sino la que emana de los fenómenos de este mundo del que formamos parte y al cual no somos ajenos. La unidad de nuestro pueblo en torno a sus líderes y a la Revolución es uno de los escudos más poderosos contra nuestros enemigos. La historia muestra ejemplos de fracasos y retrocesos cuando ha faltado unidad. La unidad nos hace fuertes; la división, nos hace débiles”.

De optimismo tan contagioso como el de su querido Fidel, el Héroe de la República de Cuba creyó con esa vehemencia propia de los que aman cuanto defienden, y apostó por el mantenimiento en el tiempo de los nobles ideales que trenzaron el proceso: “La Revolución es un hecho irreversible, tangente, que se concreta y materializa con nuestros planes de educación, servicios de salud, nuestra cultura, el desarrollo científico-técnico, mejoras en las condiciones de vida. A partir de Enero de 1959 renació nuestra esencia humana y nada ha detenido su desarrollo. Entonces florecieron sueños que hoy vamos alcanzando. Sobran muestras de que trabajamos por un mundo mejor y de que no hemos dejado de soñar”, consideró.

Foto: Tomada de Internet
Foto: Tomada de Internet

El autor del célebre grito (en la práctica declaración de intenciones de un pueblo decidido a triunfar) de “Aquí no se rinde nadie” en Alegría de Pío no solo representó uno de nuestros paradigmas de patriotismo y de honra al deber, sino alguien quien hizo arte de la sencillez, docencia de la lealtad, cátedra de las múltiples maneras de cómo compartir el tiempo en disímiles objetivos sin renunciar ni un segundo a la tarea primera del compromiso con la historia y la Revolución.

El asaltante del cuartel Moncada y expedicionario del Granma fue una persona amante de la cultura y de forma específica de la música, terreno en el cual incidió a través de composiciones interpretadas por diversos artistas. También generó materiales literarios de destaque entre los cuales se hallan Contra el agua y el viento -con el que obtuviera el Premio Casa de las Américas 1985 en Testimonio; La única ciudadana (Fondo Editorial de Casa de las Américas, 1985); El general en jefe Máximo Gómez (Editorial de Ciencias Sociales, 1986); Presidio (Editorial de Ciencias Sociales, 1987); Por las faldas del Turquino (1992 y 1999) y La Sierra Maestra y más allá (1995), ambos publicados por la Editora Política.

Este viernes tendrán lugar diversos momentos de recordación de Almeida, a lo largo del país y de forma particular en Santiago de Cuba.  A los 90 de una figura así bien vale remembrarlo; pero mejor aun estudiar e imitar su ejemplo de amor y defensa de los ideales, la belleza, el compromiso, el futuro y la historia.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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