Aliet González Errasti, el saxofón dentro del plano de concierto en Cuba (I)

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Es meritoria la obra de excelentes instrumentistas cubanos que se han dedicado, además, a la labor docente. Ellos representan a una generación que se formó dentro del sistema especializado de la enseñanza artística en nuestro país, y que ahora tienen el deber de continuar adaptándola a los estándares que demandan los nuevos tiempos.

Hoy les invito a conocer la carrera artística de un músico que comenzó como integrante del Grupo Ismaelillo: Aliet González Errasti, saxofonista, pedagogo, investigador, Licenciado en Música y Máster en Gestión del Patrimonio Histórico Documental de la Música. Entre sus aportes están: haber hecho un rescate del corpus documental escrito en Cuba para el saxofón docto; llevar muchas de estas partituras a escena, incluso haciendo el estreno de una buena parte de ellas; mediante su empeño, haber estimulado a compositores nuestros a dedicar obras a su instrumento para ser interpretadas por él; y acercar este repertorio al conocimiento de quienes se forman hoy bajo su tutela. Esperemos que pueda contar con el apoyo necesario para que su labor investigativa, en un futuro próximo, esté a disposición de estudiantes, pedagogos y profesionales de Cuba y de otras partes del mundo interesados en obras escritas para el saxofón docto (de alta escena).

Aunque Aliet nació en La Habana, tiene vínculos muy estrechos con la ciudad de Cienfuegos, donde viene a vivir desde muy temprana edad. Es aquí que descubre su vocación cuando, por azar y unos amigos, entra al Grupo Ismaelillo. En ese momento buscaban a un niño que estuviera interesado en aprender a tocar el saxofón, instrumento del que se enamoraría desde el primer momento y que le ha acompañado hasta nuestros días. Con ellos, además de dar los primeros pasos en lo que sería su carrera, realizó también sus primeras giras nacionales e internacionales.

Al separarse de la agrupación, decidió encaminar su vida profesional definitivamente hacia la música y comenzó a prepararse primeramente en la Escuela de Superación para la Cultura de Cienfuegos, y luego en la vecina ciudad de Santa Clara. Posteriormente entra en contacto con el profesor Luis Felipe Fernández, que acababa de regresar de Burdeos, donde había sido alumno del prestigioso saxofonista y profesor Jean Marie Londeix. En este momento cambia el rumbo de su carrera gracias al estímulo y la preparación que le ofrece Luis Felipe, para su futuro profesional. Durante la entrevista, que le hiciera para “5 de Septiembre“, Aliet enfatiza en la importancia que tuvo para él su profesor y en la manera en que comienza, con su guía, a descubrir otra visión del saxofón.

(Aliet) — “Le llevo un programa a Luis Felipe y comenzamos a trabajar desde cero con la embocadura, la postura y hasta la posición de los dedos. Él tenía algo que no he encontrado en otro maestro, nos daba a sus alumnos una confianza y una seguridad que era increíble.  Su nivel de exigencia era muy fuerte y a partir de eso mi vida cambió, pasé de tomar la música como un hobby, a estudiar entre ocho, diez y hasta doce horas diarias. Desde la primera clase me propuse que, en la próxima que sería 15 días después, el profesor me tenía que encontrar diferente, para que me asumiera como alumno con seriedad. Realmente los labios me sangraban, estaban rotos de la cantidad de horas que tocaba. Pero no fue en vano, cuando llegué a la segunda clase, enseguida me buscó repertorio y ese cambio fue lo que yo necesitaba.

Estábamos en noviembre y me presentó al pase de nivel en junio. Logré entrar a la ENA y me asumió el propio Luis Felipe como profesor. Con él elevé mi nivel por la exigencia que tenía en clases y empecé a ganar confianza en lo que hacía. En el segundo curso conozco a Miguel Villafruela, en una de las clases magistrales que dio acá, y me invitó a tocar junto a él en un concierto. (Miguel Ángel Villafruela Artigas, nace en Holguín en 1955 y es un ícono del saxofón cubano. Radica en Chile desde 1993)

La imagen de Luis Felipe defendiendo siempre el saxofón clásico me cautivó. Somos pocos los que hemos seguido este camino, entre los que está Henry Hernández en Camagüey. La importancia del rescate del repertorio cubano escrito para saxofón docto es una necesidad por la casi nula difusión tanto en las escuelas, como en las salas de concierto. Conocía obras de Andrés Alén, José María Vitier, Jorge López Marín, Javier Zalba, pero muy pocas, alguna que otra, pero más nada. Eran en total entre diez y doce solamente. Miguel Villafruela, en la investigación que realiza para su Doctorado (ISA, La Habana 2006), catalogó 1064 obras escritas en Latinoamérica para saxofón, un número impresionante, y de ellas 133 pertenecían a nuestro país. De momento se abrió un universo delante de mí, que solo conocía entre diez y doce, ¿dónde estaban las demás?

Por eso, cuando comienzo en San Gerónimo el Diplomado Pro Doctoral, decido investigar sobre el saxofón en Cuba. Me doy cuenta de que en el catálogo de Villafruela, que tomé como referente, solamente se citaban cuatro de Javier Zalba y en el momento de mi investigación, él tenía alrededor de 18 obras compuestas. Existía un corpus documental que no había sido catalogado o registrado con anterioridad. Eso me abrió un campo para realizar mi maestría y también la necesidad de ampliar la investigación a los demás compositores. Aunque tomo como punto de partida el catálogo de Villafruela, empiezo a indagar sobre otros que también se habían hecho. Uno todos esos corpus y me da un total de más de 144 obras para saxofón catalogadas en Cuba. Lo que también significaba que había un número de ellas aún por investigar.

Aliet González junto a la Orquesta Solistas de La Habana y la Maestra Daiana García.

Lo primero fue ir a las instituciones que pudieran tener esos materiales en físico, pero pude rescatar muy poco. El próximo paso fue contactar directamente con los compositores, los que estaban vivos o quienes estuvieran a cargo de sus obras. En todo ese trayecto logré recuperar casi 56 partituras. De ellas he estrenado algunas como “Fragmento verde mínimo” de Carlos Fariñas[1]. La obra había sido encargada para ser interpretada en Alemania, país donde vivió un tiempo el compositor. El título se debe a un poco de pasto verde que se podía ver, en primavera, desde una ventana muy chiquita que tenía en su estudio. La obra tiene su magia, porque utiliza técnicas contemporáneas, cuartos de tonos, sonidos múltiples y los slaps simulando la caída de las hojas. Un sentido de la espacialidad increíble. El día del concierto estaba allí quien fuera su compañera de vida, Ela Egozcue que se acercó agradecida de que hiciéramos su estreno en Cuba. Fue todo un reto abordar la obra y la sorpresa de estrenarla acá.

En el propio intercambio con los compositores comenzó un proceso de rescate en físico de ese repertorio que estaba simplemente asentado. Me di cuenta de que algunos continuaron escribiendo y tenían obras para saxofón que no estaban catalogadas. Otros se sintieron motivados por la investigación que estaba haciendo y comenzaron a dedicarme obras, como Sergio Fernández Barroso, Magaly Ruiz, Armando Rodríguez Ruidíaz, Javier Zalba, Ailem Carvajal y López Marín, que me ha dedicado varias, como su “Concierto para saxofón y orquesta”, y una obra que se llama “Variaciones, intermezzo y tema”, que me escribió el año pasado. He ido contactando con muchos compositores, como Luis Aguirre, que no estaba contemplado y tuve la posibilidad de conocerlo en un Festival de Música Contemporánea. Resulta que tenía más de 16 obras que, para un corpus documental, es muy importante. Hay muchos músicos que no se presentan a los principales eventos o no tienen esa posibilidad, y su obra no se conoce.

En 2015 catalogué 144 y ya estoy pasando las 300 obras. Se ha ido enriqueciendo el repertorio como punto de partida tomando en cuenta la investigación; luego el intercambio y,por último; el llevar el saxofón nuevamente a escena. Sin un saxofonista que las interprete no es igual la motivación. Es necesario un instrumentista que sea responsable de que esas obras se lleven a su práctica artística. Consultando los catálogos, sobre todo el de Miguel Villafruela, me di cuenta que, siendo un prestigioso saxofonista graduado incluso del Conservatorio de París, había sido el protagonista principal de casi todo ese repertorio que se había escrito en Cuba y un referente en el que muchos compositores se inspiraron”.

Aliet ha ido ganando un espacio y muchos autores se sienten seguros de su talento y maestría interpretativa. Ha hecho estrenos en Cuba de obras como Le chant du Veilleur (1933) de Joaquin Nin Castellanos en versión para saxofón, mezzosoprano y piano de Jean Marie Londeix; Fragmento verde mínimo (1976), de Carlos Fariñas y Dos piezas para saxofón y piano (1987-1988), de Guillermo Fragoso. También ha grabado para el sello discográfico Colibrí obras de Guido López-Gavilán, Jorge López Marín, Wilma Alba Cal, Camilo Moreira Coro, entre otros. Varios compositores le han dedicado piezas que, gracias a su empeño, se han podido interpretar en nuestro país, llevando nuevamente a las salas de concierto, un amplio repertorio para el saxofón docto.

Su incansable deseo de superación lo condujo a cursar una segunda maestría, que realiza actualmente en Música, Educación y Sociedad, en la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. Esta vez, encaminado hacia un profundo sentido de responsabilidad y pertenencia con la enseñanza de su instrumento.

Jorge López Marín , Daiana García y Aliet González.

[1]Carlos Fariñas Cantero (Cienfuegos 1934- La Habana 2002), uno de los compositores cubanos más importantes del siglo XX, del que hemos hablado en la columna.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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