Historias de vida: Algunos héroes caminan a nuestro lado

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Veía pasar a este hombre en el Caunao de mi infancia con su figura enjuta y su sombrerillo irrenunciable y, de veras, entonces solo lo apreciaba cual otro personaje colorido de una localidad repleta de estos. Pero a veces las apariencias engañan; a veces también los héroes caminan frente a nuestros ojos y, si no media la información, no solemos percatarnos. Él era uno de ellos, aunque ni yo ni muchas personas lo supiéramos.

José Mauri Padilla, Pepito Mauri para la humanidad, cumple nueve décadas de existencia, con vitalidad envidiable (ha tomado en varias oportunidades la temible ruta 207 para desplazarse de su Caunao eterno hasta la redacción del periódico), el mismo amor a la Revolución que comenzara incluso antes del surgimiento de esta, y similar posición a favor de la justicia.

No le quepa duda a nadie, la palabra de héroe no le queda grande a este nonagenario, combatiente del Ejército Rebelde, participante de nuestras gloriosas epopeyas solidarias en África y comunista hasta los tuétanos. Aun así, no todos son monedita de oro para caerles bien a cada uno de los demás, y el entrevistado expresa varias veces durante nuestro largo diálogo que existen personas que no le comprenden e incluso le malquieren, un tema sobre el cual no me interesa insertar el dedo porque sobrepasa el objetivo de la conversación. Eso sí, le comparto: no te preocupes, viejo; todos quienes hacemos algo afrontamos hostilidades. Solo no las encuentra quien pasa de largo por la vida sin abogar por nada.

Pepito, quien afirma amar más que nunca a nuestra Revolución y creer firmemente en la actual dirección del país por su inteligencia y espíritu de continuidad de las ideas de la generación histórica, nació en una casa de su barriada de siempre, la cual él denomina “el cuartel general de Caunao”, porque -explica-, el inmueble fue visitado por hombres de la impronta patriótica de Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña y Jesús Menéndez, entre otros.

En ese, el hogar de sus abuelos paternos, residía toda su muy numerosa familia. Allí se impugnó a Machado y a Batista; desde allí salieron miembros del clan familiar a repartir pasquines en contra de la tiranía de estos déspotas aupados por la Casa Blanca, tarea a la cual se incorporó Pepito desde niño.

Cuando contaba con la edad suficiente pasó a formar filas dentro del Partido Ortodoxo, años antes de incorporarse al Movimiento 26 de Julio.

Mauri recuerda, con mucha pena, el dolor inmenso en el cual vivía el pueblo cubano antes de 1959: hambre, desalojos, no acceso a la educación y la salud, incultura, crímenes horrendos de las dictaduras, discriminación racial. Era mejor ser un perro sarnoso que negro en la Cuba de Batista, dice.

Por eso luchó en la clandestinidad y se fue al Escambray, donde esperó al grueso de la invasión de Oriente a Occidente y se incorporó a la victoriosa tropa rebelde, hasta la llegada a La Habana. Estar junto al Che y recibir órdenes suyas, o compartir con Ramiro, son algunos de los hechos de su vida que más valora el integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Junto a los compañeros de esa organización, lleno su pecho de medallas, Pepito desfiló este 1ro de Mayo, en rechazo del cerco imperialista a Cuba y la activación de los Títulos III y IV de la criminal Ley Helms Burton, documento nefasto que él considera “abominable”.

Ejemplo de revolucionario

Cuando el general de división Raúl Menéndez Tomassevich fungía como jefe del Ejército Central, le entregó un bello reconocimiento a Pepito por su condición de Combatiente del Ejército Rebelde.

Similares respaldos ha recibido, a lo largo del tiempo, tanto por dicho mérito mayúsculo como por su participación en la victoria contra el imperialismo en Playa Girón y su ayuda al pueblo etíope. En Addis Abeba, la capital de esa nación del cuerno africano, le confirieron en abril de 1982 otro reconocimiento, en virtud de su valioso aporte a la lucha solidaria del pueblo cubano allí.

Pepito Mauri es ejemplo de valor, dignidad y resistencia para las nuevas generaciones. Este anciano con paso de joven, quien camina por nuestras calles a sus noventa años, merece tanto el respeto como el agradecimiento de los cubanos, por tan digna existencia, posicionada siempre del lado del honor.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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