Al mundo no le quedará otro camino que parecerse a Cuba

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El coronavirus corroboró, para quien todavía no lo hubiese asimilado, que el capitalismo no funciona. Aunque constituye una formación económico-social cuya supraestructura se ha amamantado de una pulsión ingénita al ser humano (poseer), alimentada durante toda su vida a través de los mecanismos de publicidad, resulta inoperante en tanto sistema capaz de garantizar la protección de sus nacionales, porque está basado en aupar la supervivencia de quien paga y no de quien necesita.

La desigualdad inherente al capitalismo y el control del poder político allí por una clase en extremo privilegiada, con sus mundos paralelos de existencia (incluyente de recursos sanitarios propios, espacios de habitabilidad diferenciados y hasta sitios especiales de reclusión para casos de catástrofe), implica la elusión de las clases sociales intermedias o bajas; o sea, la mayoría.

No funciona el capitalismo corporativo de las “grandes” democracias del planeta, Estados Unidos a la cabeza; ni tampoco el capitalismo neoliberal o salvaje de América Latina, África y Asia. Buena parte de las medidas puestas en práctica en diversas naciones adscritas a ese sistema van en franca erosión de los derechos públicos de las personas.

Así, muchos países han soslayado un derecho tan primordial de la humanidad como la salud, la cual depositaron en manos del mercado. Si a ello se suma el recorte presupuestario progresivo a las estructuras nacionales, federales o estaduales del sector, se comprende el complicado escenario que afrontan de cara a enfrentar una pandemia como la Covid-19.

De la crisis sí emergió, airosa, la República Popular China, donde en presunción surgió este singular virus y país cuyo Partido Comunista (ese al cual Mike Pompeo calificara el 30 de enero de este año como “la principal amenaza de nuestro tiempo”) lideró con éxito la lucha contra la expansión y a favor de la cura de la enfermedad.

De la crisis deberá también emerger airosa, sobre todo, Cuba, la nación bloqueada, ahogada, sitiada por más de 60 años; el país cuya única limitación ha consistido en no poder levantar una poderosa economía, hecho directamente vinculado a la existencia de ese bloqueo atroz que cercena tantos avances, impide infinitas concreciones y amenaza tanto física como psicológicamente la vida de los cubanos cada día.

Los sueños aún no cumplidos por Cuba se deben a la, para otros pueblos, desconocida pesadilla monstruosa de haber tenido durante largas décadas a la primera potencia económica y militar del país intentando ponerle la soga a su cuello.

Algún día, cuando ese imperio maligno no exista o lo hayan transformado de cuajo, la Isla del Caribe, también, será una potencia económica.

Pero incluso sin la fuerza que implica contar con un respaldo de ese tipo, Cuba se puede dar el lujo de hablar gordo, sin que nadie le carraspee, en cualquier plataforma mundial, puesto que materializó, en medio de semejante ataque permanente, un sistema de igualdad social sin parangón, con derechos de todo género garantizados para su gente y un desarrollo extraordinario de campos como el deportivo, el cultural, el educativo y el médico. En todas dichas áreas anda en primera fila universal.

Por otro lado, la seguridad ciudadana aquí no tiene comparación con la del resto del mundo.

Es el nuestro uno de los países con mayor índice de desarrollo humano del planeta. La porción mayoritaria del presupuesto estatal va destinada a los servicios sociales. Somos la nación que más aporta a la educación de su Producto Interno Bruto y contamos con el mejor sistema educativo de América, continente en el cual es este el único país sin desnutrición de acuerdo con la Unicef, que lo ha declarado Paraíso Internacional de la Infancia.

Solo un sitio que reúna tales méritos y en donde rija un sistema político cuya baza cimera sea responder a los intereses de su pueblo garantiza una respuesta nacional al coronavirus como la nuestra.

Sin poseerlo en demasía, tampoco sin divulgarlo ni alardear de ello, Cuba está invirtiendo decenas de millones de dólares en su programa de enfrentamiento, justo cuando las entradas financieras principales (las agenciadas por el turismo, en primer lugar) están necesariamente paralizadas.

Todos los sospechosos y confirmados, sin mediar pregunta, reciben atención médica y estancias con todas las necesidades cubiertas en las instalaciones abiertas a lo largo del país.

E incluso en medio de tal situación, la Patria de Fidel y el Che no echa a un lado su vocación internacionalista, su concepción solidaria de las relaciones entre los pueblos, para ayudar a un número cada vez creciente de países, a través de brigadas médicas compuestas por personas heroicas y/o medicamentos. Entre estas naciones, algunas insertadas al G-7, la créme de la créme de la economía mundial, a la manera de Italia.

No hay nada más justo, no hay nada más cristiano que cuanto practica Cuba, también ahora, en tan aciaga hora de la humanidad. En una hora cuando la potencia mayúscula del planeta no sabe qué hacer contra la pandemia, pero en la cual, al vórtice de tan inédita circunstancia, continúa agrediendo a Venezuela, Irán, Cuba y hasta a la propia China que le ayuda en el enfrentamiento a la Covid-19.

Un imperio arrogante y brutal, causante de la mayoría de los males recibidos por el género humano, se olvida de la protección de su pueblo pero no se olvida del ataque a los otros, pues dicha esencia depredadora contribuyó y contribuye a la acumulación de riquezas que permitió su preeminencia.

La barbarie actual de Washington aparecerá en los libros de historia, aunque ahora se la callen esos medios privados enfilados hacia la demonización del Otro y obsecuentes con el poder. Si bien la verdad no podrá contenerse ya por mucho tiempo.

Hemos traspuesto un umbral cuya implicación a posteriori no puede vaticinarse del todo, mas cuanto sí es seguro es que en lo adelante los modelos a seguir ya no serán ni el de las “democracias occidentales” del Primer Mundo ni el neoliberalismo proimperial de Brasil, Ecuador o Colombia.

No soy adivino y no puedo saber si seremos vistos como posible modelo (pesa mucho en nuestra contra, porque además del hándicap perceptual de la carencia económica provocada por el bloqueo norteamericano dirigido a todos los frentes posibles durante más de seis décadas, el imaginario occidental fue moldeado sobre la base de la satanización constante a nuestro proyecto, la manipulación y el engaño), pero si los pueblos del mundo quieren sobrevivir deberán parecerse más a Cuba, en términos de justicia social, igualdad, cuidado de la población, atención médica gratuita e integral, planificación, voluntad política, respeto al prójimo, solidaridad.

Varios pensadores de prestigio mundial, de confesiones ideológicas diversas, se pronuncian en el sentido de que no todo puede continuar como andaba o, mejor, que casi nada continuará igual. Deben leerse en estos momentos las reflexiones de Noam Chomsky, a cuyo criterio del 30 de marzo, “la pandemia es otro caso de la falla masiva del mercado, como el calentamiento global. Para las compañías farmacéuticas privadas, las señales del mercado eran claras: no desperdicies recursos en la preparación anticipada para una pandemia. El gobierno podría haber intervenido, como en Corea del Sur, pero eso entra en conflicto con la ideología neoliberal; interferiría con los sagrados derechos del poder privado concentrado. El papel del gobierno es subsidiar y proporcionar derechos de patentes exorbitantes, asegurando ganancias colosales. Pero no interferir con las prerrogativas de privilegio y riqueza”.

Deben leerse asimismo las consideraciones publicadas en la prensa mundial por algunos escritores norteamericanos de quienes al menos yo nunca predije manifestaciones tan sensatas como las que están propalando en este minuto; y hasta las de singulares filósofos de la guisa de Slavoj Zizek.

El esloveno, conceptualizado dentro del pensamiento de izquierda, aunque autor de teorías que no siempre merecen compartirse, sí anda muy claro ahora mismo y, con su claridad expositiva habitual, dice sin ambages: “Comunismo o barbarie”. Y eso lo escribió el 27 de febrero de 2020 en RT, cuando aún faltaba mucho para la actual debacle planetaria. No queda otra, según el más pro cinematográfico de los filósofos, quien afirma que el comunismo debería prevalecer ya mismo. “No se trata de un sueño oscuro sino de ponerle un nombre a lo que ya está sucediendo. El Estado debe asumir un papel mucho más activo, organizando la producción de lo que se necesite con urgencia, como mascarillas, kits de prueba y respiradores, usando hoteles y otros centros turísticos, garantizando el mínimo de supervivencia de todos los nuevos desempleados. Piénsese en los millones de personas cuyos trabajos se perderán, como los de la industria del turismo: sus vidas no deberían dejarse en ningún caso a merced de meros mecanismos de mercado o estímulos únicos”, aprecia Zizek.

A juicio del pensador europeo, la Covid-19 representa un golpe mortal al capitalismo, tan certero como el propinado por Uma Thurman a su rival en Kill Bill 2, y aboga por transformaciones sistémicas radicales, un paso general de la humanidad del capitalismo al comunismo reinventado, en tanto regístranse lancinantes circunstancias concomitantes y “en algunas partes del mundo puede suceder que el poder del Estado se desintegre, o que los señores de la guerra locales controlen sus territorios al estilo de Mad Max, especialmente si surgen nuevas amenazas, como el hambre tras la invasión de las langostas. Puede suceder también que los grupos extremistas adopten estrategias nazis; es más, una versión capitalista más refinada de tal recaída en la barbarie ya se debate abiertamente en los Estados Unidos”.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

4 Comentarios en “Al mundo no le quedará otro camino que parecerse a Cuba

  • el 7 julio, 2020 a las 6:19 pm
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    A veces pienso en cuánto no habríamos alcanzado si tuviéramos más recursos y si no existiera el bloqueo de los EEUU.

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  • el 7 julio, 2020 a las 2:01 pm
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    Magnífico artículo que demuestra la superioridad de nuestro modelo que sitúa al hombre en primerísimo lugar, donde no se vacila un segundo a la hora de decidir que va primero si economía o la vida de los seres humanas.

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  • el 16 abril, 2020 a las 3:42 pm
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    Siempre he vivido orgullosa de mi país, de su historia y sus héroes, de su gente de la que soy parte, y en especial, de mis maestros, mis hijos, mi esposo, mi familia extendida, mis amigas y amigos, mis colegas de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, mis alumnos que son científicos consagrados… Y ahora que estoy lejos, en tiempos duros de pandemia, me siento más orgullosa de mi Cuba libre y soberana, socialista y solidaria. Para aquellos que piensan que no somos un buen ejemplo y para quienes nos agreden… el tiempo dirá la última palabra.

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  • el 11 abril, 2020 a las 12:05 pm
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    Excelente artículo !!! Me siento muy orgulloso de ser Cubano y muy en especial haber nacido en Cienfuegos , Salud para mi pueblo y cuidense .

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