Agua que cae del cielo…, borra esta sequía

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Allá por los 80 del pasado siglo ocupó los primeros lugares en los hit parade. Tiburón Morales, el carismático vocalista del Conjunto Son 14, entonaba su despechado reclamo: “Agua que cae del cielo, borra mi desconsuelo…”

Un pegajoso estribillo que décadas después, se ajustaría perfectamente como reclamo musical de miles de perlasureños ante el primer añorado primer aguacero de mayo.

El pasado 2016, el esperado chaparrón nos sorprendió en plena Plaza de la Ciudad, rebosada, y compartiendo el disfrute colectivo de buen augurio, desfilando. Pero este, aunque casi al terminar el primero cayó un chin- chin en la ciudad capital, apenas si mojó los pluviómetros (los dos ubicados en la ciudad capital mantuvieron registro seco), y tuvimos que esperar ocho días para confiarle nuestros más encarecidos deseos a la lluvia del quinto mes del año. Algo que en el resto de la provincia pudieron hacer antes, aunque el acumulado hasta la primera semana es de apenas 16 mm.

Y es que desde que se tenga memoria, nuestros tátara- tatarabuelos atribuyen a la lluvia inicial de mayo bendecir las cosechas, ponerse bonito, hacer crecer a los niños (algo en lo que mi abuela se empeñó sin resultados visibles), y entre otras creencias: rejuvenecer, propiedades medicinales como antiparasitario, digestivas. De ahí que los menos pretenciosos se mojen la cara, mientras otros acopian en palanganas y cubos el precioso líquido, cuyo sorbo, aseguran, quita el dolor de estómago y lo previene de los malestares del “bobo del mayo”.

Por supuesto, en los anales no se hablaba de cambio climático, de otra manera nuestros ancestros hubieran agregado a la práctica de buen augurio, una petición preferencial contra la sequía que nos afecta desde 2014, porque, de entonces a la fecha, la naturaleza nos debe a los cienfuegueros 531,8 milímetros.

Obsérvese silueta de un cienfueguero que quiso disfrutar “discretamente” del buen augurio de mayo./Foto: Ismary Barcia
Obsérvese silueta de un cienfueguero que quiso disfrutar “discretamente” del buen augurio de mayo./Foto: Ismary Barcia

CAE UNA GOTICA DE AGUA

Pongámosles ciencia a la folclórica creencia. Según un artículo reciente de Cubadebate, “Tras una secuencia de meses con lluvias por debajo de los registros históricos, las precipitaciones de abril interrumpieron esa desfavorable tendencia al registrarse un promedio nacional de 95,8 milímetros, cifra equivalente al 133 % de la media mensual”.

Sin embargo, Cienfuegos, en la región central, queda rezagada en la alentadora estadística.

AGUA-MAP
Acumulados de lluvias en el semestre noviembre 2016 – abril 2017, que comprende el llamado período seco en Cuba. En tonos ocres variables las zonas más afectadas por la sequía.

En su boletín de vigilancia, del 5 de mayo, el Centro del Clima del Instituto de Meteorología (INSMET), nos ilustra: “Al evaluar el comportamiento de los totales de lluvia al cierre del semestre, que coincide a su vez con el período estacional poco lluvioso en Cuba (noviembre 2016 – abril 2017), un 68 % del territorio nacional estuvo afectado por sequía (…) Las provincias más afectadas fueron Pinar del Rio, Artemisa, Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus. Un total de 73 municipios estuvieron afectados por sequía moderada a extrema, de ellos 51 por encima de un 50 % de sus áreas. Los municipios más críticos fueron: La Palma, Mantua, Abreus, Cienfuegos, Cruces, Cumanayagua, Lajas, Palmira, Caibarién, Camajuaní, Encrucijada, Ranchuelo y Antilla con el 100 % de sus áreas afectadas”.

En su análisis de los fenómenos extremos, la MSc Sinaí Barcia, jefa del Grupo Científico del Centro Provincial de Pronósticos, agrega que desde mayo de 2016 hasta el recién finalizado cuarto mes, el 39 por ciento del país presentó déficit de acumulados. La mayor afectación coincide con provincias centrales, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Camagüey.

“Para nuestra provincia, el año hidrólogo que recién concluyó, de noviembre a abril, comúnmente conocido como período seco, precipitaron 149,8 mm, y clasifica como el sexto más seco en 52 años, asegura el MSc. ingeniero Luis Estupiñán, especialista en Manejo de Recursos Hídricos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH). Téngase en cuenta que 2005, catalogado como el de la sequía más intensa sufrida en el territorio, cayeron 203, 6 mm”.

AGUA PA TI ¿Y AGUA PA MÍ?

Inundaciones en Argentina, Uruguay, en geografías tan distantes como Irán, y su más trágica estela en Perú, ocupan espacios en diarios y televisoras de todo el mundo. Tal disparidad nos deja interrogantes sobre la causa de la desigual distribución de precipitaciones, aunque normal, es expresión de los llamados por los científicos como fenómenos extremos, acentuados por el cambio climático, que los torna más reiterados e intensos.

En nuestro estrecho archipiélago, el último sistema frontal, repartió agua indistinta, aunque más justamente, porque en Santiago de Cuba, uno de los territorios más afectados por la sequía, cayeron 130 mm. ¡Bienvenido!

Pero si de distribución hablamos…, sepa que el primer o pretendido aguacero de mayo (atardecer del día 8), no lo fue para todos los habitantes de la capital cienfueguera. Apenas lo disfrutaron desde La Juanita, pasando por Gloria, hasta Punta Gorda (27 mm se registró en la sede del INRH), pues los pluviómetros de La Calzada, el de Cantarrana y Caunao, no tuvieron registros.

Si se añade que “las precipitaciones de abril, si bien llegaron a los promedios históricos, no cayeron en las zonas o cuencas tributarias que aportan a las presas”, y que estos embalses en su conjunto sobrepasan escasamente el 68 por ciento de llenado (hasta el 7 de mayo), entre cero y 25 por ciento Voladora, al noroeste de la provincia, alrededor del 25 por ciento Hanabanilla, y un poco más Galindo, las más críticas —según Estupiñán—, no podemos concordar con la letra de ese clásico de la música infantil: caen muchas goticas, pero lloviendo, lo que se dice lloviendo, no está.

Por suerte el prolijo pentagrama nacional nos sigue dotando de creatividad para enfrentarnos al fenómeno “musicalmente”, desde el sincrético Aguanile…, al estilo de Irakere, (en voz yoruba toque a Oggún, deidad que en la santería representa a San Pedro), pasando por el Tin,tin, la lluvía cayó, de Teresita Fernández, hasta el “…yo sólo quería agua”, a la manera del cienfueguero Alexander Abreu, en su más reciente y sonado remake de un tema vanvanero, La Sorpresa.

Todos recursos para, ante el primer aguacero o los que deberán venir en mayo*, anticipemos, —como el grupo de teatristas que ahora realizan una fiesta en favor de preservar el agua—, a nuestras envanecedoras peticiones personales, una encomienda colectiva a la lluvia: ¡Agua que cae del cielo…borra esta sequía!.

* De acuerdo con el Boletín de Vigilancia del Clima del 5 de mayo de 2017, INSMET, se pronostican para mayo “totales de precipitación cercanos a lo normal en todas las regiones del país”.

Desde que se tenga memoria, nuestros tátara- tatarabuelos atribuyen a la lluvia inicial de mayo bendecir las cosechas, ponerse bonito, hacer crecer a los niños entre otras creencias./Foto: Ismary Barcia
Desde que se tenga memoria, nuestros tátara- tatarabuelos atribuyen a la lluvia inicial de mayo bendecir las cosechas, ponerse bonito, hacer crecer a los niños entre otras creencias./Foto: Ismary Barcia

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