El adiós a un año imborrable

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2020 se va dejando una huella inalterable en la humanidad. Pasarán décadas y el veinte-veinte seguirá dictando las memorias, y será motivo para la creación artística, la elucubración filosófica o el análisis político. “El año en que se detuvo el tiempo”, “el año que nos pintó la cara”, “el año del miedo fabricado”, “el año que nos tapó la boca”… Abundan los calificativos otorgados a este período: un lapso de 366 días que no pocos se apresuran a sepultar con la esperanza de que el siguiente vea la luz con un aliento mejor.

Sucesos tremendos signaron al 2020: terremotos, incendios forestales de gran envergadura en varios puntos del planeta, una temporada ciclónica de marcada intensidad, el polvo del Sahara que llovió esta vez sobre más naciones fuera de África, sin olvidar, por supuesto, los agudos contrapunteos políticos con un Donald Trump en el papel protagónico de los mayores dislates. Pero de todo lo acontecido, lo más difícil de olvidar será el azote del Sars-Cov 2.

Comenzó el 2020 con la irrupción en el mundo del nuevo coronavirus, ese enemigo invisible que cual ladrón sigiloso entró a la morada humana para robarle tranquilidad y dejar renqueantes los pilares sobre los que asentaba su seguridad.

Sin dudas, la presencia de la Covid-19 marcó un punto de inflexión en nuestro día a día. La vida como la conocíamos cambió su curso. El abrazo dio paso al metro de distancia por razones de seguridad, las mascarillas escondieron las sonrisas, y los frascos de hipoclorito o de gel desinfectante fueron un elemento más en los inventarios de centros de trabajo y otros espacios públicos.

Angustia, dolor por los que partieron, impotencia, rabia, ansiedad afloran entre los sentimientos que en muchos deja este 2020. Pero entre tantos sinsabores florece también la esperanza, la solidaridad, los deseos de vivir de una manera diferente, vivir de verdad, como dicen algunos, poniendo ojos, mente y corazón donde de veras importa.

Porque si algo aleccionador trajo este año fue el darnos cuenta de que necesitábamos transformar nuestro orden, lo que entendíamos como normal, para establecer a nivel global estructuras sociales más sólidas, despojadas de egoísmos,centradas en el bien común.

El vigésimo año del tercer milenio hizo manifiestas nuestras vulnerabilidades, pero también las fortalezas. Cuba lo ha vivido bajo los apremios de una lucha frontal contra la Covid-19 y el cada vez mayor asedio económico, financiero y comercial de los Estados Unidos. Numerosas familias han quedado enlutadas, pero todas miran al año que asoma como a una nueva oportunidad.

Ya 2021 disipa las sombras de un veinte-veinte que nadie olvidará. Vendrá connuevos desafíos, pruebas diferentes, pero será la llama que se encienda una y otra vez para alumbrar el camino del optimismo, de la alegría de celebrar la vida, por dura que a ratos pueda parecer.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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